XXIII - OLIVER

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~Axel~
Desde el primer instante en que lo vi, supe que algo no andaba bien. Que él no estaba bien. No se si es instinto o por la falta de omega que me hace querer cuidarlo y protegerlo de todo el mundo y todo mal que se le acerque.

Suelto un suspiro lleno de frustración mientras me coloco mi bata y me seco el cabello con fastidio.

─Maldición... ─tira la toalla a un sofá mientras se acerca a la cama.

Sin un omega es cada vez más difícil de sobrellevar las tareas del clan.

─Ni que lo digas ─acostándose en la cama.

Me encantaría tener a alguien entre mis garras y poder saciarme.

─No puedes ─gruñe, frunciendo el ceño.

Me atrevo a apostar a que quieres.

─...

Es solo un pensamiento. Tengo principios.

─Claro. Y por eso tienes que ser un cascarrabias ─se burla.

Sabes mejor que nadie que estoy haciendo un sobreesfuerzo por mantenerme cuerdo. De no ser así, podría tirarme encima hasta de aquel humano. Mira lo difícil que es.

─Sabes que eso está prohibido ─suspira.

Me da igual. No lo hago porque no quiero. De todas formas, mi preferencia son los omegas.

─Que odioso eres ─cierra los ojos.

Vuelvo a abrir los ojos al ver la imagen de Oliver en mi cabeza. Frunzo el ceño y me doy pequeños golpes en la frente para después, volver a intentar dormir.

─Mierda... ─murmura, agotado.

Finalmente después de unos minutos que sentí como horas, logro dormir.

Horas más tarde
Frunzo el ceño y comienzo a abrir los ojos escuchando la puerta ser tocada de forma desesperada. Me pongo de pie y me fijo en la hora, 2:34 de la madrugada.

Enciendo la lámpara de mi escritorio, me acerco a la puerta y la abro, bajando la mirada al pequeño frente a mí.

─Axel... Déjame entrar, déjame estar contigo... ─Oliver se acerca rápidamente y lo abraza con desesperación mientras se aferra a su bata, ocultando su rostro en el pecho del mayor, temblando.

─Oliver, ¿qué pasa? ─corresponde mientras acaricia su cabello.

─Y-Yo... No... No entiendo, yo... Tengo miedo... Por favor... Déjame quedarme contigo... Por favor... ─murmura, asustado.

─Está bien, está bien. Ven conmigo ─toma su mano y entra con Oliver, cerrando la puerta con seguro.

Lo veo acercarse a la cama para después, sentarse en esta mientras mueve ligeramente sus piernas, cabizbajo.

─¿Qué sucede? ─se sienta a su lado.

─Yo... La vi... ─murmura.

─¿A quién viste?

─A Emmeline... Estuve... Estuve apunto de ponerme de pie e ir detrás de ella. Irme con ella... Hasta que recordé que ella no estaba aún aquí... R-Realmente creí que era ella, yo... Escuché su voz...

─¿Qué te dijo? ─mirándolo.

─No la alcancé a escuchar bien... Dijo algo sobre "la esquina..." y cuando cerré y volví a abrir los ojos, ya no estaba. Sentí un pánico terrible de repente... Sentía que alguien me observaba desde la esquina de la habitación... ─aprieta los labios.

Un Secreto En La Sangre (Libro 1 - Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora