Capitulo IV

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La corriente de aire se hace mas seguida y fuerte. Como si fuera una respiración furiosa.

Me doy vuelta lentamente, algo sorprendido por el inesperado aviso de mi hermano, mi subconsciente me dice que no hay nadie detrás de mi, porque no es posible que alguien haya entrado sin yo notarlo, pero estos días han estado muy...raros, así que no se que pensar. Doy la vuelta completa y me encuentro con lo que esperaba.

Nada.

Sonrió victorioso y doy vuelta a mi posición original para decirle a Rodrigo que dejara esa manía de molestarme.

Pero no puedo hacerlo porque estoy solo en la habitación.

El desconcierto se hace presente y miles de dudas se instalan en mi cabeza.

-¿Rodrigo? - pregunto al aire, al no recibir respuesta, decido gritarlo - ¡Rodrigo!

-¿Qué quieres? - escucho que responde, ¿Desde el primer piso?

Salgo rápidamente del cuarto y bajo las escaleras corriendo, y me encuentro a Rodrigo jugando con el auto azul que encontré días atrás, creí haberlo desechado.

-¿Que haces aquí?, ¿Como tienes ese auto? - pregunto, aun desconcertado.

-¿De que hablas ahora? He estado aquí desde que desperté, hace como 2 horas, no podía dormir - me responde y vuelve a jugar - oh, y este auto, lo encontré en mi cama ayer.

-Pero tu estabas arriba conmigo, y yo...tu amigo imaginario... - las ideas en mi mente se mezclan y siento que enloquezco - Rodrigo, espero que esta no sea otras de tus bromas, sino, te arrepentirás.

-Lo juro - responde, esta vez mirándome a los ojos, y se que no miente.

No se que pensar.

-¿Papá ya se levanto? - cambio el tema, necesito tiempo para procesar todo...esto.

-Si, pero fue a comprar al supermercado.

-Oh, bueno, estaré en mi habitación por si me necesitas - el me asiente, mientras sigue jugando. Subo las escaleras y me meto a mi cuarto.

Necesito distraerme, así que tomo mi celular y me dispongo a escuchar música, para ello saco mis audífonos de mi bolsillo, y también me encuentro con un pequeño arrugado papel. El numero de Samuel. Tomo el celular y lo anoto a los contactos, para luego enviarle un mensaje.

Hola Samuel, soy Guillermo.

¿Muy directo? No lo sé. Bueno, da igual, eso creo.

Cambio la música y me tiro a mi cama, me acomodo y cierro los ojos, no con el propósito de dormir, si no de solo descansar un poco.

Poco a poco empiezo a recordar eventos pasados, tales como mi primer partido de fútbol, mi cumpleaños anterior, y muchos otros diversos recuerdos que van pasando y rápidamente son reemplazados por otros más. Uno en particular me llama la atención, soy yo caminando por la calle en medio de la noche en compañía de una silueta negra a mi lado, no reconozco quien es o su sexo, solo va junto a mi caminando silenciosamente, hasta que me mira y empieza a decir cosas en un idioma que no comprendo, el cielo que antes era nublado, se ha tornado a un negro oscuro, y la luna se ha tornado roja. Empiezo a asustarme y trato de abrir los ojos, pero no puedo. El entorno a mi alrededor se empieza a poner borroso y la silueta se ha desvanecido, hasta que toda la calle se vuelve negra, parece un vacío. Una fuerza invisible me tira al suelo y caigo de rodillas, no puedo mover mis manos ni mis pies, miro hacia atrás y ambos están atados al suelo por unas cadenas viejas. El entorno vuelve a tomar forma y estoy en lo que parece una cueva iluminada por velas, miro a mi alrededor y hay unos cuantos esqueletos humanos tirados por doquier en el piso, mi camiseta poco a poco se va rompiendo hasta quedar hecha trizas, siento un pequeño cosquilleo en mi pecho desnudo que poco a poco se va convirtiendo en algo doloroso, hasta el punto que me hace gritar, bajo la mirada y veo como poco a poco mi piel se va desgarrando en forma lineal creando una figura extraña, que tiene como centro un crucifijo al revés. A mi alrededor un circulo es dibujado con una sustancia roja, que es espontáneamente incendiada formando un circulo de fuego. El dolor no me deja pensar claro así que me dejo al merced del destino, mi visión cada vez se pone mas borrosa, pero alcanzo a ver  una mujer rubia vestida elegantemente se acerca a mi y me sonríe.

Condenado | WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora