Paraíso

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-Era un poco obvio que elegirías esa opción, querido - ella coloca su mano en mi hombro derecho - pero, ¿Por qué?

-Porque el tendría alguna oportunidad de salir ileso de toda esta mierda y porque... - pienso delicadamente cada palabra de la oración - creo que estoy profundamente enamorado de Samuel.

Ella ríe levemente.

-Oh, Guillermo. Eres tan buena persona que me dan ganas de vomitar. Que bien que tendré que matarte - avisa con un tono empatico falso - pero, respóndeme una cosa.

Ella hace que la silla de madera se mueva a su lado y procede a sentarse en ella.

-Bueno, primero te informo que yo cumplo lo que digo, no matare a Samuel. Pero, ¿Quién te asegura que aún este vivo o este a punto de fallecer?

Dios. Tiene razón. Le deje sosteniendo una simple tela para detener la hemorragia.

-Puedo hacer muchas cosas, pero no puedo saber si alguien esta muerto o no sin verlo o sentirlo. Y no iré a ver por ti. Puede que te estés sacrificándote en vano, que malo debe ser tu en estos momentos.

-No me importa. Con tal que exista una oportunidad de que el este vivo, vale la pena - respondo firme. Le escupo.

Pero ella abre la boca a tiempo y le cae en la boca. Se lo traga.

-Que puto asco - digo.

-Gracias - responde victoriosa - ahora, ¿Como quieres que termine esto?

-Solo...hazlo y ya, joder. No hay mucho que pensar. Tu eres la experta aquí.

-Tienes razón. Lo soy.

Ella se levanta de la silla y se acerca lentamente a mi hasta el punto de que su caderas tocan las mías. Cierra los ojos y entonces, pasa algo que solo ocurre en pesadillas.

Su piel se empieza a trizar ligeramente. Un trozo de piel, que parece solo arcilla pintada, se cae. Otro más. Uno más grande. Toda la piel se cae dejando atrás las facciones casi perfectas, para dejar el esqueleto en bruto solamente. No puedo evitar vomitar, y cuando lo hago, esto la atraviesa y cae al piso.

Ella ríe y puedo ver como sus huesos se mueven y trabajan en conjunto.

-¿Como me veo? ¿Crees que me vería bonita con un poco de maquillaje?

No respondo, pero ella sigue riéndose ligeramente. Para de hacerlo y mira al piso.

Rápidamente levanta la cabeza, agarra mi cuello y me levanta mientras ella corre en dirección a la pared.

No puedo hacer nada con las manos atadas. Siento como mi espalda choca fuertemente con la pared. Ella sigue sosteniendo mi cuello, aun puedo respirar un poco, pero el agarre un poco mas fuerte y me asfixia.

-Recuerdas muy bien esta sensación, ¿Verdad? - aprieta mas fuerte. Tomo una gran bocanada de aire antes de que me corte el acceso a la vía respiratoria.

Imito al oficial Andrade y empiezo a patear y golpearle, pero tal como paso con él, es inútil. No le afecta para nada. Mis pulmones gritan por un poco de oxigeno.

Ella acerca su cara a mi y yo giro con dificultad la mía a la derecha para evitar mirarle fijamente. Ya no siento mis extremidades. Solo veo como los huesos de su cara se mueven. Mi visión empieza a ponerse borrosa.

El sonido de la puerta abriéndose bruscamente se hace escuchar.

Ella me suelta y caigo al suelo y me siento como si hubiera nacido por segunda vez.

-¿¡Ahora que!? - grita ella con clara molestia mientras da la vuelta hacia la puerta - oh, vaya. Que inesperada sorpresa.

-¡Samantha Blair! - escucho la voz de Carol - sucia zorra, deja a Guillermo en paz.

Condenado | WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora