Capítulo 8: Ese mayordomo, juegos.

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Ciel estaba leyendo otra carta de la reina, esta vez era sobre un chico de la misma edad de Alois que estaba amenazando con ser un prodigio en los químicos y las estrategias.

Bajó la carta rechinando los dientes. Por primera vez en mucho tiempo no sabía que hacer, no tenía alguna idea para atrapar a ese chico. De seguro Alois sabía de ese caso también, ya debió de haber planeado algo y debe de ser algo macabro para su personalidad.

Volvió a repasar la información que Sebastian había recopilado anteriormente. Y la frustración se volvió a hacer presente, no se le ocurría nada. Podía hacerse pasar por un sirviente, pero lo reconocería de inmediato; podía mandar a uno de sus sirvientes de encubierto pero conociendo a esos tres no lo harían muy bien y ni hablar de mandar a Sebastian, lo necesitaba para saber los movimientos de ese tipo. Ninguna maldita idea.

Ya había pasado más o menos un mes desde ese día en que "perdió" ante Alois, su frustración era enorme al recordar ese momento. No habían vuelto a encontrarse, ni siquiera había un caso hasta ahora. Se tocó la frente apoyando sus codos en la mesa soltando un suspiro de enojo largo.

En esos momentos necesitaba distraerse, hacer algo, lo que sea. Se paró y fue a su librero tomando el primer libro que encontró, lo azotó en la mesa sentándose y abriéndolo en cualquier página comenzando a leer, tal vez así se le ocurriría algo.

Sebastian entró con el té de la tarde, lo sirvió y se lo dio a su amo que no despegaba ni por un momento sus ojos de aquel libro.

-Sebastian -habló mientras bebía su té.

-¿Joven amo?

-¿Ha habido movimientos de ese?-últimamente así llamaba a Alois: "ese".

-No, ninguno.-sonrió. Sabía que algo estaba planeando para molestar a su amo, y sabía perfectamente que Himena contribuía en cada movimiento bien planeado del chico rubio.

-Bien -dió otro sorbo a su té. -te escuché gritarles a los sirvientes de nuevo, baja la voz para la próxima vez.

-Como ordene, amo.

-Y dile a Snake que cuide de sus serpientes, la próxima vez que me encuentre una la pisaré.

-Ciertamente.

-Ya puedes irte.

El demonio asintió y se marchó del lugar. Caminaba por los pasillos cuando encontró a una serpiente, la tomó del cuello y fue hacia Snake.

-Snake -lo llamó. El albino volteó. -Cuida de tus serpientes, algún día el amo me ordenará acabar con ellas.

Snake tomó a su serpiente que de inmediato se enrolló en él.

-"Lo tomaré en cuenta" dice Oscar.-dijo con su mirada fría como siempre. Sebastian se dio la vuelta empezando a caminar de regreso a sus labores.

Estaba en el jardín arreglando lo que Finny había hecho, de nuevo su fuerza y poco conocimiento de jardinería habían hecho un desastre ahí afuera. Terminó casi de inmediato.

-Vaya -dijo una voz proveniente de arriba del árbol. Sebastian levantó la mirada encontrando a Himena acostada sobre una rama. -tu amo está totalmente enojado.

-¿Qué quieres ahora, yōkai?-no estaba de muy buen humor en esos momentos, Finny lo había puesto de malas.

-Qué cara tan larga-rió viendo su rostro.-Es tu culpa por escoger sirvientes tan incompetentes.

-Tal vez te sorprendan.

-Ya los he visto.-se sentó en la rama dejando colgar sus piernas.-Una francotiradora experta, un chico superdotado de fuerza por los experimentos y un ex-soldado. Buen ojo para los matones, no me esperaba menos de un demonio.

Sebastian sonrió con suficiencia.

-Y tú sigues con tus sirvientes de siempre.

-Son los mejores y leales. Pero eso ya lo sabías ¿no, Sebas-chan?

Sebastian enarcó una ceja con molestia, odiaba ese apodo puesto por Grell y que ella lo usara significaba más molestia que por el mismo Grell.

-Sí ya lo sabía, eres predecible.

Himena rió ante el rostro de molestia de Sebastian, le divertía molestarlo como cualquier yōkai sentía al molestar a otros seres. Incluso era más divertido molestar a los demonios que a los shinigamis.

-Es mejor que tú amo tenga un plan, porque el mío ya lo tiene.

-¿Y qué parte la armaste tú? -sonrió de medio lado con altanería.

-Ninguna -sonrió orgullosa.- mi amo lo planeó todo.

-Muy segura de tu amo.

-Mucho -se bajó de la rama de un salto quedando frente a él. -no lo subestimes, él es bastante inteligente. Podrás darte cuenta de la mente que posee Alois Trancy en poco tiempo.

-¿A qué te refieres yōkai?

-A que se llevarán una sorpresa por el plan de mi amo. -se acercó a él, se paró de puntas debido a la altura de él para quedar cerca de su rostro.-Puedes decírselo al conde -susurró cerca de sus labios.- mantengan los ojos abiertos, demonio, no, Sebastian.

Tomó su rostro juntando sus labios con los de él durante dos segundos y luego se fue sonriendo triunfante.

Sebastian formó un puño al verla irse. Odiaba que se comportara así, y no sólo ella si no que todos los yōkai eran así, juguetones. Pero ella... ella era algo especial y diferente, ese juego que planteaba le fascinaba de alguna forma al igual que lo hacía él. No lo iba a negar, le había tomado fascinación junto con el odio que le tenía.

Ya en el comedor, le sirvió la cena a su joven amo sin mencionar palabra alguna.

-Estás muy raro.-habló Ciel mientras tomaba un trozo de carne con el tenedor.-Usualmente dirías algo sarcástico en estos momentos como siempre.

-No se me ocurre nada por el momento, joven amo.

-Cómo digas.-se llevó el bocado a la boca, tomó un poco de agua y vio a su mayordomo.-Mañana nos vamos a Londres, quiero investigar más este caso.

-Como ordene, joven amo.

Hizo una reverencia y regresó a la cocina para llevarle el postre a su amo.

-Será interesante ver que planeas, Himena. Lo espero con ansias.-susurró para si con una sonrisa de medio lado recordando las palabras de la chica y el beso después.

Suspiró y fue de regreso con Ciel deseando que fuera mañana para poder averiguar que planeaban Alois y Himena que pudiera perjudicar o ayudar a su amo.

"Esto se volvió a poner interesante, yōkai."

Kuroshitsuji: Black SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora