Capítulo 6: Ese mayordomo, disgustos.

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-¡Sebastian! -gritó Ciel desde su despacho. El mayordomo entró de inmediato.

-¿Joven amo?

-Vamos a investigar el caso, ahora.

Sebastian asintió y acompañó a Ciel a Londres, fueron a esperar cerca de un callejón. Ciel ya estaba con su disfraz que llevaba todo el tiempo que iba en una misión.

El caso era de un asesino en serie que había estado atormentando a todo Londres. Sus asesinatos consistían en dormirlos con una droga tan fuerte que acababan con su vida, luego se divertía haciendo otro tipo de cortes como si investigara la mejor forma de matar a una persona.

A lo que la reina le atraía mucho, aparte de los asesinatos, era la droga que usaba. Podía ser de utilidad para investigar una nueva sustancia para evitar el dolor sin causar la muerte. Sin duda iba a ser una droga de utilidad.

Claro que este caso no sólo involucraba a Ciel, sino también a Alois. El asesino había escogido unas víctimas cerca de su territorio y era preocupante para la reina, eso quería decir que pronto se iba a trasladar fuera de Londres y, tal vez, fuera de Inglaterra también. Sin duda era un tema de mucha delicadeza que debía ser resuelto lo más pronto posible.

Ciel y Sebastian estaban esperando un grito o un movimiento, algo que indicara que el asesino estaba ahí. Ya iban a ser dos horas de espera y Ciel se estaba desesperando, no era muy paciente que digamos. Este caso le recordó al de Jack el destripador, a su tía: Madam Red.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta retumbando. Ciel de inmediato fue a ver que había pasado junto con Sebastian. Se quedaron ahí parados al ver quienes estaban ahí, Alois con Himena que sostenía a un hombre del cuello de la camisa con la cabeza gacha.

-¡Ciel!-dijo Alois juntando sus manos formando una sonrisa triunfante.-Llegas tarde.

-¿Qué haces aquí, Trancy?-preguntó Ciel con un claro enojo y frustración.

-Lo mismo que tú -señaló al hombre.- lo vine a atrapar.

Himena levantó la mirada hacia Sebastian sonriendo, le había ganado a ese demonio.

-Himena -continuó el conde Trancy. - terminemos esto ¿quieres?

-Como ordene.-contestó ella con una sonrisa. Soltó al hombre sin ninguna delicadeza cayendo al suelo, éste emitió un gemido de dolor. Abrió el saco del hombre sacando una pequeña botella con un líquido blanco dentro.

Alois extendió su mano sin dejar de mirar a Ciel con es sonrisa retadora y triunfante que cargaba, Himena le dio el frasco. Lo vio y sonrió.

-Así que, esta es la droga. -dijo admirando el líquido en el interior del contenedor de vidrio.-Interesante.

-Sebastian -dijo Ciel sin despegar la vista de Alois y el hombre tirado en el suelo que, suponía, era el asesino.

-¿Sí, joven amo?-respondió Sebastian hincándose frente a él.

-Acaba con ese hombre, es una orden.

-Yes, my lord.-dijo con una sonrisa mostrando esos típicos ojos de demonio. Se paró caminando hacia el hombre.

-Lamento pararte en este momento, demonio.-dijo Himena poniéndose frente a él impidiéndole el paso.-Pero, ese hombre no viene solo. ¿No notas el olor?

Ahora que lo pensaba, no lo había notado. Estaba tan concentrado en verla a ella que no se había percatado de otra presencia en ese lugar que no fuera su joven amo y el chico Alois Trancy. Olfateó sigilosamente y efectivamente, ahí habían más personas.

-Mas personas, ya veo.-dijo Sebastian con una sonrisa.

-Al parecer tenía socios.-habló Alois deduciendo.

-Tal vez no socios,-dijo Ciel.- compradores, o posibles clientes.

-Tal vez.-dijo Alois poniendo su dedo índice en sus labios.-Himena.-la volteó a ver.-Acaba con todos.

-Yes, your highness. -se hincó frente a él sonriendo. Se paró y encaró a Sebastian.

Ambos vieron hacia todas partes buscando a las demás personas que estarían ahí. Dieron un brinco desapareciendo de la vista de sus amos, eran tan rápidos que no se veían si no prestabas la más mínima atención a sus movimientos, típico de demonios; porque, aunque no lo quieran aceptar, los yōkai también son demonios.

Sólo se escuchaban golpes, gemidos de dolor, más golpes y pronto estaban como unas cinco personas más en el suelo junto al asesino. Sebastian y Himena se limpiaron las manos con burla mirándolos, cada uno tomó a un hombre esbozando una sonrisa malévola.

Cuando iban a acabar con ellos una especie de arma los interrumpió atravesando el piso de en medio de ambos. Sebastian suspiró, un shinigami.

-Alto ahí.-dijo el ser. Bajó para quedar frente a ellos.-Vaya, hace mucho que no veía a una yōkai, Himena.

-Lo mismo digo shinigami, o mejor dicho: William T. Spears -dijo ella soltando al hombre mirando al shinigami sonriendo burlona.

Sebastian sonrió con burla por la manera en el que el shinigami había fruncido el seño. Le agrada de alguna forma la habilidad que tenía Himena para hacer enojar a los shinigamis, eso le había llamado la atención cuando la conoció a pesar del odio mutuo.

-Del demonio me lo esperaba, pero ¿de ti yōkai? Me sorprende. -dijo William acomodándose los lentes.

-No nos subestimes tanto, shinigami. -contestó cruzándose de brazos sonriendo, lo estaba retando.-Tampoco te esperaba... Grell.-gritó. Del techo bajó el shinigami rojo directo hacia Sebastian.

-¡Sebas-chan!-dijo asentándose al mayordomo, éste lo esquivó habilidoso.-Que malo, Sebas-chan.

-¿Qué hacen aquí? -dijo Sebastian acomodándose los puños del saco.

-Jum, Sebas-chan. Alguien va a morir hoy.

-Nosotros lo haremos, no ustedes dos demonios.

-Sebastian -habló Ciel.-Te di una orden.

-Yes, my lord.

-Himena -dijo Alois con un suspiro.-¿No te ordené algo?

-Yes, your highness.

Ambos demonios se pusieron en posición al igual que los shinigamis, tomaron impulso y atacaron. Grell con Sebastian y William con Himena.

Todos se odiaban. Demonios y Yōkais, Shinigamis y Demonios, Yōkais y Shinigamis. Cada golpe daba a notar eso, las típicas peleas de los seres sobrenaturales.

Himena le proporcionó una patada en el estómago a William dejándolo inmóvil, fue hacia los hombres y con sus uñas mató a dos. Sebastian hizo lo mismo con Grell pero mató a tres.

-Ya hicimos parte de su trabajo, Shinigamis. -dijo Himena mirando a ambos seres burlona.-¿Quieren hacer al asesino?

Alois abrió los ojos sorprendido, ¿qué rayos estaba pensando Himena? Estaba dando al asesino en contra de su orden. La yōkai lo volteó a ver guiñándole un ojo con complicidad, ahí entendió que era un plan para hacer que William dejara que lo matara o ella o Sebastian o, tal vez, ambos.

-Ya han hecho casi todo el trabajo, Will.-le dijo Grell.-Que lo terminen, que mi Sebas-chan lo mate.

Sebastian hizo una mueca de disgusto, Himena ahogó una carcajada. Tomó al hombre por el cuello de la camisa hincándolo, Sebastian de acercó tomándolo del cuello también.

-Por... Por favor...-dijo el asesino suplicante, ambos demonios sonrieron sinicamente y acabaron con su vida atravesando su cuello con sus manos.

Ambos lo dejaron caer al suelo y regresaron junto a sus amos.

-Vámonos, Sebastian. -dijo Ciel dejando de cruzarse de brazos caminando junto con él lejos de ese lugar.

-Hora de irnos, Himena.-dijo Alois caminando junto con ella devuelta a su mansión.

Ambos Shinigamis los vieron irse y comenzaron su trabajo.

Kuroshitsuji: Black SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora