Capítulo 15: Ese Mayordomo, Sangre.

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-Himena...

La mirada de Alois era de total miedo y la de Ciel de sorpresa. Himena estaba entre la katana y ellos, esbozó una sonrisa.

-¿Está bien, amo? -hasta parecía burlarse de eso.

-Tsk, parece que te gustó ser herida. -por dentro, Alois, estaba aterrado.

Himena rió. Takano sacó la katana quitando la mirada de sorpresa por la acción de la yokai, ella lo volteó a ver sin quitar su sonrisa, limpió la sangre que escurría por la comisura de sus labios.

-No te perdonaré eso, Takano.

-Eso esperaba. -sonrió triunfante.

Himena sonrió, un humo blanco la rodeó por completo dando inicio a que iba a transformarse en yokai. Claude tomó a Francis llevándolo al tejado para alejarlo, Sebastian hizo lo mismo con Ciel que lo vio indicándole que hiciera lo mismo con Alois, y así lo hizo.

El humo desapareció de Himena, ahora estaba en su forma de yokai, esta vez había algo diferente. Un detalle... debajo de sus ojos había unas líneas rojas que hacían lucir más impactantes sus ojos. Era más tenebrosa esa forma, más como una yokai malvada.

Takano sonrió, eso era lo que quería: sacar el lado más malévolo de ella, aunque faltaba todavía. Al igual que Sebastian y Claude, ella tenía una forma verdadera, una muy aterradora y nada agradable forma al igual que ellos; todos los yokai la poseían. Y eso era lo que quería Takano.

Sin avisar, Himena se lanzó a él empuñando una katana al igual que él empezando a luchar. Rápido, hojas de las katanas chocando una con la otra hasta que ella falseo para casi caer, antes de que Takano tomara cartas en el asunto Sebastian lo hirió dándole una fuerte patada en el estómago y Claude apuñalandolo en la espalda. Takano se fue, prefirió sólo irse.

Y Himena calló.

Volvió a su forma anterior, la sangre escurría de forma que parecía una simple e indefensa humana.

Alois no podía creer lo que veía, ¿cómo una yokai, un demonio, podía sangrar así?
Ciel y Francis estaban de la misma manera que él, impactados. El peli-gris volteó a ver al rubio, entendió que debía de dejar de lado su rivalidad por un momento y ayudar. Hasta ese pensamiento lo quiso hacer vomitar.

Francis se volteó, no quería ver eso. Claude entendió el mensaje, fue junto a su amo llevándoselo. Los que quedaron no dijeron nada.

Sebastian tomó a Himena en sus brazos, la vio mejor y sintió pena al verla así de herida. No la había visto de ese modo desde hace tiempo, cosa que no quería recordar en este momento.

Se dirigieron a la mansión Phantomhive sin decir nada, Alois no quiso refunfuñar, este no era el momento para hacerlo. Simplemente se limitó a seguirlos para ver el estado de su mayordoma.

Cuando llegaron, Sebastian llevó a Himena a una habitación. La recostó sin dejar de verla, se sentía extraño al verla en ese estado. A su mente vino el recuerdo del beso que le dio, no supo porque se lo dio, tal vez fue porque le dijo que quería a Alois, tal vez...

No podía darse una idea equivocada sobre eso, simplemente no podía. Es un demonio, y por ende no debía sentir nada más que el placer de devorar un alma y el lujo de ser masoquista en su actitud y sádico. No podía darse el lujo de sentir algo, no podía ser como Ash.

No podía curarla como quisiera, prefería que sus sirvientes lo hicieran. Así que los trillizos aparecieron para curar a su ama, mientras que Sebastian esperaba abajo junto a los condes. Una vez terminado los tres yokai bajaron.

-No entiendo, -habló Ciel después de sorber un poco de su té. -si es un demonio ¿por qué reaccionó así?

Sebastian iba a hablar pero fue interrumpido por Claude que acababa de llegar junto con Francis, de inmediato su mirada se tornó seria mientras se fulminaban con la mirada.

-Porque a ella la pueden matar. -la mirada de los tres condes se tornó sorprendida.

-No es un demonio como nosotros. -continuó Sebastian sirviendo otro poco de té a su amo. -Sus heridas no sanan como las nuestras, a ella la pueden matar fácilmente.

-Solo criaturas específicas lo pueden hacer.

-Los shinigami son una. -se colocó a un lado de su amo. -Sus guadañas pueden lastimar a los yokai al igual que a nosotros pero a ellos si los mata rápidamente.

-Otros yokai de mayor nivel son los únicos que los pueden lastimar y matar a gran escala. Mas a nosotros no.

Era la única información que les podían proporcionar. No debían saber todo sobre esos demonios extraños que eran los yokai, no ahora así que prefirieron que se quedarán así. El misterio de los yokai se lo iban a guardar por ahora.

***

Himena despertó, se sentó en la cama mirando la habitación. ¿En qué momento había llegado ahí? Solo recordaba atacar a Takano y la pérdida de sangre, lo demás se había borrado por completo se su mente.

-Despertaste. -dijo Sebastian entrando con una camisa en su brazo.

-Tu me trajiste aquí, ¿no es así, demonio? -de nuevo la actitud de antes, eso le agrado a Sebastian fue claro porque esbozó una sonrisa.

-Sí. -Himena tomó una posición de defensa lista para atacar. -Yo no te cure, fueron tus sirvientes. -le entregó la camisa.

-Siempre a la defensiva. -se colocó la camisa abrochandola para después acomodarla. -Pero gracias, demonio.

-No es natural que digas esa palabra tantas veces. -se burló, llevándose una mirada asesina como respuesta. -Pero, me esta agradando, yokai.

La tomó por la barbilla esbozando una sonrisa entre burlona y coqueta. Himena se quedó estática ¿desde cuándo se tornaba débil ante un demonio como él? Desde que el demonio era específicamente él. Sebastian se acercó y, de nuevo, volvió a plantar un beso en sus labios el cual fue aceptado al igual que el anterior.

Kuroshitsuji: Black SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora