Pasaron unos días y Clyde parecía haberse olvidado de su encuentro con Caspian. Él seguía a lo suyo, cazando lo que pillaba. Ni siquiera lo había pensado, simplemente no rondó su cabeza en lo absoluto.
En cambio, Caspian había estado meticulosamente planeando encuentros con el humano para así poder llevar su alma ante el jefe. Primero tenía que volverlo adicto y entonces debilitarlo para poder conseguir extraer el alma de su cuerpo. Ese era su método.
Decidió que cuantos más encuentros realizase, más fácil sería, ya que examinado bien de cerca a Clyde, su alma estaba protegida por una coraza indestructible; su mala hostia, en efecto también la cabezonería le hacían una persona muy difícil de manipular.
Caspian estaba frustrado, puesto que llevaba miles de años haciendo su trabajo, pero esta vez sintió que no estaba haciendo lo correcto. Aún así no sabía qué hacer y simplemente siguió adelante con su plan.
De nuevo, volvió al mundo de los humanos, y adoptó la forma de uno, intentando así engañar al cazador. Se adentró en el bosque caminando casualmente hasta que llegó a la célebre cabaña del Cazador Sombrío.
Empezó a rondar la zona en busca de Clyde, escondiéndose tras los árboles y arbustos. Casi llegó a perder la esperanza, cuando lo encontró.
Estaba tirado en el suelo forcejeando con otro demonio, Caspian pudo ver cómo sacaba una navaja con el diseño de una cruz latina en la hoja y acuchillaba al demonio, haciendo que este poco a poco se desvaneciera en cenizas.
—Uno menos… A por el siguiente…— Se giró quedando de cara a Caspian. Este le miró con confusión, mientras en su boca se formaba una sonrisa siniestra.
—Aquí estás… Qué alegría verte…— Se carcajeó el cazador, imitando la personalidad del demonio.
—¿Quién? ¿Yo?
—No, mi prima la coja montada en bicicleta con una tanga rosa, no te jode…
—Bueno, bueno, tranquilízate, ¿Quieres? ¿Qué tal si mejor vamos a tu casa y hablamos esto con más calma, eh?— Argumentó, con una perversa sonrisa.
—¿Qué tal si mejor vienes y me demuestras tus habilidades en combate? Si me ganas te dejaré tomar mi alma… Pero… Por el contrario… Si pierdes… Me aseguraré de que no quede ni tu recuerdo en la tierra como en el infierno, ¿Entendido?
Caspian lentamente volvió a su forma demoníaca. Era mucho más alto, mucho más grande y por supuesto mucho más fuerte. Aún así, Clyde le miró con determinación encendida en sus pupilas y le retó a acercarse.
El demonio respondió con un rápido movimiento, inmovilizando al cazador en cuestión de un instante. Este, contraatacó, defendiéndose como pudo, sin apenas poder moverse debido al aura de Caspian. Consiguió liberarse y le agarró por el cuello, abalanzándose sobre él causando que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.
—¿Qué piensas hacer ahora? ¿Te vas a rendir?— Dijo el cazador, haciendo presión en el cuello del demonio.
—N- nunca… Y- yo nunca me rindo…— Contestó con una sonrisa vencedora a pesar de estar en desventaja. Le agarró de las caderas, suavemente frotándose contra él.
Como era de esperar, Clyde se asustó y retrocedió, dándole una pequeña oportunidad a su oponente.
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Más de 500 palabras en un día, nada mal.
Primera pelea entre estos dos y no será la última por suerte o por desgracia.
Ahora, sin más que decir, me despido y espero que tengan una bonita tarde, no como la mierda de tarde que estoy teniendo yo.
—Kay.
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Hasta Que El Infierno Nos Separe.
Teen Fiction(Portada por: @Luky22058) Clyde Asher Westwood, más conocido como "El cazador Sombrío", era el mejor cazador de demonios en los alrededores, con apenas 19 años. Tenía grandes competencias pero aún así no rompía su título. Repentinamente, cuando se e...