-¡¿Qué se supone que haces?!- Exclamó el cazador sobresaltado por la repentina acción.
- Eso, mi querido Clyde, se llama estrategia~- Respondió Caspian, cambiando los puestos y quedando esta vez encima del cazador, ahogándolo con sus propias manos y sujetando su cuerpo con ese aura tan extraña que usaba para inmovilizar a sus víctimas.
Clyde no podía hablar ni quejarse, puesto que estaba totalmente incapaz de mover un solo musculo todo causa de los poderes de Caspian.
Comenzó a forcejear intentando liberarse. Al no conseguirlo y ver que empezaba a quedarse sin aire, empezó a sollozar con fuerza, perdiendo el poco aire que le quedaba.
Caspian al verle como lloraba desesperadamente, sintió un fuerte dolor en el pecho, un sentimiento que nunca había sentido antes; empatía, se sintió identificado con su situación, con su dolor, su desesperación.
De la nada, sus poderes desaparecieron y lentamente se retiró con cara de terror hacia el bosque. Clyde se levantó un poco y se quedó sentado, observando al horizonte con la misma expresión, y siguió sollozando.
Esa noche, el cazador no consiguió conciliar el sueño, tuvo la sensación de que a lo mejor ese demonio no era tan malo como parecía.
¿Acaso estaba desarrollando sentimientos por él? No podía ser, era un tipo muy desagradable, pero, ¿Y si él realmente no fuera así por elección?
Tenía que descubrirlo de una forma u otra. Si es que ese demonio era malvado de verdad acabaría con su vida, pero por el contrario si no lo era... ¿Qué haría?
Clyde estaba confuso, sus sentimientos nublaban su mente y no podía pensar con claridad. Se planteó la idea de estar siendo controlado pero al final, dictaminó que lo único que estaba pasando era que se estaba enamorando.
Pasaron unos días sin ver a Caspian por allí, tal vez volvió al infierno arrepentido, o tal vez no, quién sabe. La realidad, es que Caspian aún no había vuelto al infierno. Tenía miedo de volver y ser tremendamente castigado por su jefe, la sombra.
Había pasado días y noches vagando por el bosque intentando que el cazador no lo descubriera. Él no sabía lo que era estar enamorado pero pronto lo descubriría. Hasta el momento, había decidido que matar a Clyde no era una opción, así que simplemente le quedó volverle su juguete sexual por el resto de sus días.
O eso pensaba. Clyde no se iba a dejar engañar tan fácil, aunque estuviera loco de amor, nunca reconocería haberse enamorado de un demonio. Aunque hubiera tenido sexo con él 20 veces en una noche, nunca, pero nunca, admitiría su enamoramiento.
-Ugh... Mi cabeza... ¿Pero qué pollas me pasa...? ¿Por qué no puedo dormir...?- Preguntó retóricamente mientras iba a la cocina a por un Ibuprofeno. En cierto modo, sentía curiosidad a cerca de Caspian, quería saber el porqué de su forma de ser.
Era muy probable la existencia de traumas y/o algún tipo de manipulación o maltrato psicológico. La actitud del demonio era como la de un niño pequeño malcriado, por lo cual, era posible que tuviera miedo a las relaciones sentimentales por nunca haber experimentado algo como eso, y no haber tenido a nadie que le hubiera enseñado.
Lo que Clyde quería saber era si eso era cierto o solo era así por el mero hecho de ser un demonio y hacer el mal por predeterminación.
Simplemente, tomo el medicamento y volvió a la cama, con la esperanza de poder dormir. Casi una hora más tarde, cuando estaba a punto de caer dormido, tocaron a la puerta.
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¡Fin del capítulo 7!
Lo siento por la demora en esta entrega, no había encontrado el tiempo ni la inspiración para completarlo, como recompensa os dejo casi 100 palabras más de lo que suelo escribir. Este capítulo está más enfocado al lore y no tanto a la relación entre los personajes, el siguiente capítulo tal vez pueda haber el primer encuentro "romántico" entre los dos.
Sin más que decir, me despido, hasta la siguiente.
-Kay.
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Hasta Que El Infierno Nos Separe.
Novela Juvenil(Portada por: @Luky22058) Clyde Asher Westwood, más conocido como "El cazador Sombrío", era el mejor cazador de demonios en los alrededores, con apenas 19 años. Tenía grandes competencias pero aún así no rompía su título. Repentinamente, cuando se e...