Matías vuelve a la casa de sus padres al día siguiente.
Lo hace sin Enzo, sin pay en sus manos y sin ninguna intención detrás, algo lo había llevado hasta allá de nuevo, como una cuerda y ahora estaba estacionado frente a la casa.
Sus dedos pican por algo y saca una cajetilla de cigarros de su bolsillo, le quedan apenas tres cigarros y piensa en fumarlos todos en ese momento.
Blas no lo deja fumar dentro de su auto, y se ve obligado a salir, con tres cigarros en el bolsillo y un encendedor en la mano, como cuando era adolescente.
Cuando era más chico, solía fumar con Juani fuera de su casa, sentados en la vereda y simplemente mirando los autos pasar, los cigarros baratos colgando de sus labios.
Si sus padres se enteraron nunca dijeron nada y lo prefiere sí.
Se sienta en el mismo espacio donde siempre lo había hecho, encendiendo su cigarro y disfrutando del humo que llena sus pulmones, el sabor de la nicotina en su lengua.
La preocupación se desenreda de su cabeza y se deja tranquilizar lentamente, el humo enrollandose como un espiral a su alrededor, y deja que su cerebro empiece a hablar por si mismo.
Sus padres siempre habían sido buenos con él, pero la constante de humillar a cada amigo que tiene lo había perseguido a través de años, como si no quisieran que se relacionara con nadie.
Antes pensaba que querían que empeorará.
"Siempre pensé que acabarías fumando como yo" Su padre sale de la casa, sentándose a su lado, nunca fueron especialmente cercanos, pero esos pequeños recuerdos con el lo hacen sonreír todas las veces.
"De algún lado lo aprendí" Se encoge de hombros, dándole una calada profunda, su padre no dice nada, mirando a la carretera que el auto de Blas no tapa.
"¿Le convidas uno a tu viejo?" Matías asiente, abriendo su cajetilla, su padre toma uno de los cigarros y lo prende, fumando en silencio.
"Siempre quise darte tu primer pucho" Su padre admite de la nada, mirando a la carretera, los autos pasan lentamente a su alrededor, Matías exhala el humo lentamente.
"¿Y por qué no lo hiciste?" Pregunta, golpeando el cigarro para que la ceniza caiga a sus pies, su padre se queda callado, inhalando fuertemente.
"No iba a ir bien con tu medicación, tenía miedo que te arruinará más" Su padre le dice, mirándolo, Matías ve la sinceridad brillar en sus ojos, y asiente suavemente.
"Creo que en mi intento de protegerte, deje que lo hicieras vos solo" Su padre le da una calada profunda a su cigarro, exhalando el humo despues de unos momentos "Lo siento"
Matías apaga el cigarro contra el cemento húmedo, las cenizas esparcidas a su alrededor, se siente liberado de su propia mente, la catarsis del perdón que nunca espero tener que dar.
"Te perdonó"
Su padre lo abraza contra su pecho, como cuando era un niño asustado y deposita un suave beso en su cabello, revolviendo los mechones.
"Entra, tu vieja te está esperando desde que te vio" Su padre lo ayuda a levantarse, abrazándolo, fuertemente y Matías se da el tiempo de aspirar en el cuello de su padre, sollozando suavemente.
Hay algo en lo que siente, y en como su padre lo abraza que lo hace sentir liberado, satisfecho con lo que ha logrado, estar de vuelta en el primer lugar en el que sintió amor.
Cuando entra a la casa se siente inmediatamente abrumado.
Su mamá está sentada en el sillón de su sala, viendo la televisión distraídamente, tejiendo, su padre palmea su espada y se sienta a su lado.
Lo primero en lo que se fija es en el color de la lana, blanco y azul oscuro, hilos sueltos de color amarillo, le recuerda a algo pero no está seguro de qué.
"No te trate bien ayer mamá" Confiesa suavemente, como si fuera un niño de nuevo confensando una travesura, su madre aparta su tejido, dejándolo a su lado.
"Yo igual lo hice, creo que lo he hecho toda tu vida" Su madre se ríe amargamente, mirándolo, sus ojos se abren y Matías puede ver sus rasgos reflejados en su cara.
"Mamá"
"Dejame, trate mal a tus amigos, a tu ex-novia, a Enzo, y se que no tuve que hacerlo" Matias ve perfectamente como los ojos de su madre se llenan de lágrimas, llenos hasta que se desbordan con un pestañeo "Siempre he querido protegerte pero nunca lo hice bien"
Matías no se da cuenta que está llorando hasta que su madre limpia sus lágrimas con sus pulgares, sonriéndole suavemente "Quiero que me perdones amor, quiero que sepas que te amo más que nada en el mundo"
Su madre besa su frente, como solía hacerlo y Matías se permite llorar las lágrimas que se habían vuelto frustración contenida, abraza a su madre como si tuviera seis años de nuevo y no más de 20.
"Te amo mami"
Susurra en su cuello, permitiéndose llorar con libertad, su madre acaricia su espalda, tarareando en voz baja para calmarlo.
Alguna vez había escuchado lo que significaba la cartasis, la sensación de libertad abrasadora, el perdón implícito, la compasión, Matías se siente exactamente así.
"Le hice algo a Enzo, quiero pedirle perdón" Su madre se separa de él, tomando el tejido y entonces Matías se da cuenta que es lo que estaba tejiendo.
Es un gorro con los colores de la bandera de Uruguay.
"Le va a encantar, el estaba emocionado por conocerte" Matías admite en voz baja, sintiendo el material del gorro en sus dedos, delineando las costuras.
"Lo siento"
Matías se encoge de hombros "Deberías decírselo a él"
"Lo haré" Le dice su madre, apretando su mano y levantándose, caminando hacia la cocina, Matías se queda estático en el sillón, simplemente observando.
Su madre sale de nuevo con un refractario de cristal en sus brazos, Matías no distingue que es, hasta que ella se acerca y lo deja en sus brazos.
Es un pay.
"Llevaselo, dile que es bienvenido cuando quiera"
Matías le sonríe a su madre y le da un último abrazo.
Cuando regresa a al auto, se permite liberar todas sus emociones, se siente realizado, feliz finalmente, completo.
Catartico, esa es la palabra.
....
según yo no iba no iba a pasar de los 10 caps y todavía no estoy ni cerca del final que quiero escribir 😭😭😭😭
ESTÁS LEYENDO
mudo | matienzo
Hayran KurguEnzo tal vez nunca podrá hablar, pero no es un problema, Matías puede hacerlo por los dos. Idea original de: @matiettx