Enzo había podido hablar en algún momento de su vida.
No recuerda mucho de esa época, pero recuerda la sensación de su voz saliendo de su boca, de sus cuerdas vocales vibrando, de sus labios emitiendo un sonido.
Tiene mucho tiempo que lo sintió, su voz olvidada entre sus recuerdos, habían un par de videos esparcidos en la casa de sus padres donde se escuchaba su voz, y a veces lograba imaginar como sonaría actualmente.
Sería grave, y profunda, una voz llena de sabiduría, Enzo se imagina a veces como saldría de su boca, como debería sonar, sin la sensación de no poder mover un músculo.
Fue aterrador cuando despertó un día en la cama de un hospital y no pudo hablar, el dolor irradiando desde su garganta, sin poder respirar, sin poder pedir ayuda, no tenía boca y necesitaba gritar.
Se sintió enclaustrado dentro de su cuerpo, atrapado, no podía moverse, no podía respirar, se estaba muriendo y nadie estaba haciendo nada para ayudarlo.
Nadie podía escucharlo.
Pero ahora Matías podía hacerlo.
Tienen una conexión más allá de las palabras, no necesitan hablar para entenderse, tienen su propio sistema, su propio lenguaje, su propia forma de ser.
Enzo ama a Matías, ama los detalles que le da, ama sus sentimientos, ama su corazón tierno y su cabello color miel.
No necesita hablar, no necesita gritar porque Matías puede escucharlo como nadie nunca lo había hecho.
"He estado haciendo algo para ti estás semanas, está bien si no te gusta, no es realmente bueno, pero, ¿Sabes que? Velo" Matías balbucea el día de su cumpleaños, la luz de la medianoche ilumando sus rasgos.
Tiene oficialmente 30 años, 25 desde que dejó de poder hablar, 6 meses desde que conoció a Matías, el mejor medio año de su vida.
Matías empuja entre sus manos un paquete de algo, envuelto en papel de regalo con estampado de monos, no es muy pesado y se pregunta brevemente que es.
Desbloba el papel suavemente, la mirada ansiosa de Matías sobre él, los delicados pliegues deshaciéndose, y bajo del papel encuentra un guión.
Nadie puede ser tan malo haciendo café.
Las lágrimas se escapan de sus ojos antes de que pueda detenerlas, hojeando el documento, las palabras se revelan antes el y se da cuenta que Matías escribió eso para él.
Matías escribió todo un guión para él.
Se limpia las lágrimas rápidamente, y se acerca a Matías, besándolo suavemente, abrazándolo por los hombros, toma su palma en su mano y escribe:
Te amo
"Yo igual te amo Enzo"
Matías susurra, cerca de su oreja, abrazándolo por la cintura y acercandolo a su pecho. Enzo esconde su cara en su cuello, sollozando sobre su piel.
La piel de Matías es cálida, suave y con olor a hierbas, lo hace sentir seguro, protegido entre sus brazos como nunca antes lo había hecho.
Enzo cree que podría fundirse en sus brazos para siempre, cree que le gustaría pasar el resto de su vida junto a él.
Ama a Matías como nunca ha amado a nadie.
Se duerme entre sus brazos, el pedazo de pastel que Matías le había traído abandonado en la mesa de noche y el guión entre ellos.
Se despierta a las primeras horas del amanecer, Matías usando uno de sus pantalones de deportes, la luz del solar rebota en su espalda, iluminado sus lunares.
Matías está sentado en la esquina del colchón, sin camisa, con su guitarra entre sus piernas, tocando suavemente un par de acordes.
"No quiero soñar mil veces las mismas cosas" Matías canta suavemente, tocando su guitarra a luz del amanecer, Enzo se siente, observando atentamente.
Matías es impredecible, y le encanta a Enzo, le fascina descubrir las capas, quitarlas parte por parte para saber que hay debajo, memorizar el mapa de la piel de Matías.
"Ni contemplarlas sabiamente" Enzo lo observa, maravillandose con la facilidad con la que Matías logra tocar, sus dedos avanzando sobre las cuerdas con firmeza.
Le gusta las canciones que interpreta, le gusta lo que compone, le gusta Matías como nunca le ha gustado nada en su vida, atrayendolo como un imán.
"Quiero que me trates suavemente" Susurra, y Enzo de repente entiende que es lo que lo llamaba a Argentina, que es lo que lo obligaba a visitarlo cada que podía.
Era Matías, siempre fue Matías.
Lo abraza por la espalda, descansando su mejilla sobre la piel cálida, Matías se queda inmóvil, hasta que se atreve a hablar en voz baja.
"¿Te desperté?" Le pregunta, y Enzo no tiene ganas de separarse de él, de abandonar su calidez magnética, se recarga más cerca y escribe en su palma.
No, me gusta escucharte cantar.
"Me gusta cantarte" Matías susurra en voz baja, tocando en silencio su guitarra, las cuerdas vibran, el instrumental de "Trátame suavemente" llenando los espacios que no se atreve a hablar.
Enzo besa su espalda, con ternura y Matías ríe, también en voz baja, las palabras no son un barrera entre ellos, el silencio los completa.
Antes, Enzo temía estar en silencio, temía ser olvidado, temía que si se quedaba en silencio mucho tiempo se olvidarían de él.
Matías cambio el rumbo de su vida, el silencio no lo hace sentir invisible, el silencio los conecta, Enzo no necesita hablar para sentirse escuchado.
Me gustó el papel de regalo
Matías se detiene, su guitarra cayendo en su regazo, y tarda un poco de tiempo en entender lo que quiere decir: "¿Te gustan los monos?"
Si, son mi animal favorito
Por eso me gustasMatías se ríe en voz alta, dejando su guitarra en el suelo con delicadeza y tirandolo sobre la cama, riéndose en voz alta.
Pelean un par de minutos, explotando en risas hasta que quedan extremadamente cerca, sus labios casi juntos.
Le roba un beso, rápido y se da la vuelta, sus cuerdas vocales vibrando con su intento de risa.
Pronto ambos quedan en silencio, y mientras entrelazan sus manos, se da cuenta que prefiere el silencio de Matías que cualquier cosa que alguien pudiera decirle.
Le encanta Matías.

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mudo | matienzo
FanfictionEnzo tal vez nunca podrá hablar, pero no es un problema, Matías puede hacerlo por los dos. Idea original de: @matiettx