2. risa

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Matías se queda estático frente a Enzo, todavía con el papel en la mano, observando sus rasgos con atención, memorizando cada detalle suyo para que nunca lo olvide.

Cree que es un momento fugaz en su vida, tal vez nunca vuelva a verlo, pero la sensación casi revitalizante que lo inunda de pies a cabeza le grita que se quede con él, con Enzo.

Si no lo vuelve a ver nunca, si esta es la primera y última vez que lo ve, nunca lo va a olvidar. De eso está seguro.

"¿Pero puedes escucharme?" Pregunta tontamente, más feliz de lo que nunca se ha sentido, Enzo asiente, señalando su boca y haciendo cruces con sus dedos.

Ahora que se da cuenta, Enzo había hecho ese mismo gesto cuando lo ayudo a levantarse. Y cuando le empezó a hablar. Y en todo momento.

Matías no era exactamente observador en realidad.

"¿Puedo invitarte un café?" Pregunta con repentina confianza, Enzo se ruboriza suavemente, y asiente.

Matías puede no ser observador, pero obtuvo una cita con el hombre más perfecto que alguna vez ha visto.

Cambia la dirección a la que iba, y empieza a caminar rumbo al café más cercano, Enzo siguiendo desde atrás, caminando torpemente por las calles que conoce de memoria.

No es de Buenos Aires, esa es su primera observación. La segunda es que su cabello parece castaño cuando el sol lo golpea directamente.

"¿Puedo tomar tu mano?" Enzo lo mira un segundo, y señala su mano, todavía sucia por la caída y con pedazos de grava en ella, él hace un ruido ahogado, como si intentará decir algo.

"¿No?" Pregunta, intentando entender las señas que hace, es una especie de mimica extraña, que no entiende para nada, Enzo señala su mano y luego sus ojos.

Hasta que parece cansarse y toma su mano.

Enzo coloca su palma hacia arriba y empieza a acariciar la piel, patrones que Matías no entiende hasta que ve como sus dedos dibujan letras sobre su mano.

Si pero me duele la mano

Enzo se cubre la cara con las manos, mirando al suelo, es un gesto triste y Matías entiende de inmediato, aunque su mano sigue congelada sobre la palma del otro hombre.

La comunicando viene en muchas presentaciones, y las formas en las que Enzo lo hace le parece fascinante, su palma cálida debajo de su mano fría, sus manos firmes, le parece fascinante Enzo.

"¿Todavía quieres el café?" No quita su mano de donde está la de Enzo, entrelazando con delicadeza, evitando tocar los puntos mas sensibles.

Enzo asiente, su cabello largo rebotando en su cabeza.

Matías lo lleva entre la gente, abriendo la multitud apresurada, la jaqueca que sentía detrás de sus ojos se disipa y el sol abrasador de repente no se siente tan malo.

Si sentirá eso cada vez que esté con Enzo, Matías estaría todos los días con él.

Llegan al café, que tintinea cuando abren la puerta y se sientan en una mesa que Enzo elige, contra la ventana, dónde las personas pueden verlos y ellos a las personas.

"¿Por qué junto a la ventana?" Le pregunta y Enzo vuelve a voltear su mano, deletreando lo que quiere decir sobre la piel de su palma.

Me gusta ver la gente pasar.

"Así empezó Jeffry Dahmer"

Enzo se ríe, un ruido estrangulado extraño en sus oidos cuando lo escucha por primera vez pero no le importa, se ríe con el de su broma sin gracia, disfrutando del ruido que escucha.

Enzo tiene la risa más bonita que ha escuchado en su vida.

Jeffry no empezó así, empezó matando animales.

Enzo deletrea, lentamente, y ve como la fascinación brilla en sus ojos, sabe que debe estar emocionado de contarlo, de expandir lo que sabe a otras personas, y Matías está de acuerdo con sentir sus dedos en su mano todo el día.

"¿En serio?"

Enzo empieza a deletrear en su mano inmediatamente después.

Matías pasa el resto del día en el café, sintiendo los dedos de Enzo sobre su palma, se bebe su latte entre suspiros y observa a Enzo tomar su café negro a traves de sus palabras.

Enzo es fascinante, como sabe de tantos temas tan variados, la conversación nunca muere con él, aunque el único que puede hacerlo es Matías.

Siente atentamente, buscando no perder algo de la información.

Me tengo que ir

Enzo escribe en su palma después de revisar su celular, hace el mismo gesto de poner su cara entre sus manos y empieza a recoger sus cosas.

"Tu número, damelo, tu insta, cualquiera cosa" Suplica, tomando la mano de Enzo, el estira su mano y toma su celular cuando lo ofrece.

Cuando Enzo se va, Matías tiene una nueva cuenta en seguidos.

No deja de pensar en él el resto del día o de la semana, habla constantemente con el por Instagram y deciden tener una pequeña salida a un parque el fin de semana.

"Y es re guapo, re inteligente, sabe de todo, juro que es el hombre perfecto" Le cuenta a sus amigos el viernes, el dia anterior a su cita con Enzo.

Ninguno parece particularmente interesado en el tema después de escucharlo hablar de él por una semana seguida.

Pipe está sentado en el regazo de Juani, dándole de comer una fresas y asintiendo de vez en cuando, Blas está en su celular, dando un comentario ocasional y Fran está sentado a su lado haciendo tarea, pero es el que más habla.

"Y parece que nuestro Matute ya consiguió novio" Fran alarga la Y, riéndose cuando Matías se ruboriza y se acomoda el pelo, cayendo sobre sus ojos el próximo segundo.

"El no es mi novio" Replica, tirando de las mangas de su suéter, no es su novio, ni siquiera su amigo pero hay algo en Enzo que lo atrae como un imán.

"Pero quieres" Dice de la nada Juani, que estaba sorprendemente callado desde que empezó su reunión improvisada.

"La familia como Dios la creo" Complementa Pipe de repente y toda la mesa estalla en risas contagiosas, pero Matías sigue pensando que la risa de Enzo es lo mejor que ha escuchado en su vida.

Está es la cosa: Matías no es exactamente observador, pero tampoco es ciego y Enzo es la persona más hermosa que ha visto en su vida, desde su risa hasta su cabello.

Especialmente su risa, Matías ama su risa.

mudo | matienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora