La Brecha

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Aquella mañana que se suponía iniciaría con la caravana partiendo rumbo a la tribu mantis de Salvia, despertó envuelta en una tormenta de arena.

Fuertes vendavales de piedras que surcaban los cielos en todas direcciones con una velocidad y fuerza desmoralizadora. Pasaron las horas y la tormenta no tenía intención de parar, parecía que habían perdido un día de viaje.

Por suerte —Gracias por permitirnos entrar en tu carroza Malvin.

Dimir, Densan, Kyros, Vyne, Moka y Salvia estaban dentro a salvo de la tormenta junto con sus dos anfitriones.

—Ni lo menciones Salvia, entorpecer nuestras fuerzas en este punto sería una tontería honestamente y cruzarla como hicimos aquella vez no es una opción.

—A todo esto ¿Entonces por qué esos dos idiotas se quedaron afuera? — Preguntó Kyros

A lo qué Densan respondió irritado por el vocabulario de su compañero —Octavio es muy grande para estar aquí con nosotros— La Carroza de Malvin en verdad era una enorme, pero esta era más larga que ancha, sobre todo por los muebles dentro, el espacio no les permitía estar más de dos personas en la mitad de la carroza, al fondo estaban Malvin, Seren, Dimir y Adelaida. En el medio estaban parados Densan y Vyne uno al lado del otro, frente a los dos Grandes cajones que servían de mesa de trabajo. Finalmente, al frente estaban Moka y Salvia sentadas detrás del cajón derecho y Kyros estaba sobre la puerta de la carroza.

Lo que comenzó Densan lo continuó Malvin —Y Sharik se quiso quedar afuera, entiendo que es parte de su cultura del desierto enfrentarse a la tormenta o algo así.

—¿Aun así es seguro que Octavio esté afuera? — Preguntó Salvia denotando una ligera preocupación.

Moka la miró alegremente —No te preocupes, las grandes garras, como escudos, que tiene Octavio son perfectas para resguardarse de esta tormenta (que vienen de un linaje específico de arañas), ni el más fino de los aguijones es capaz de comprometer su estructura.

Salvia quedó más calmada al respecto después de eso.

Los minutos pasaron mientras ellos esperaban el cese de la tormenta, según lo que estimaba Dimir, la tormenta cesaría al atardecer.

Todo está en calma hasta que la puerta es azotada, Sharik entra con su faz reflejando angustia y preocupación, una que es incapaz de ocultar incluso bajo su capucha. —¡Hay un gran número de hormigas afuera en la tormenta!

—¿Que? — Salvia se estremece.

Todos responden a la noticia con la misma expresión.

—Se están acercando, creo que no nos han visto pero están marchando en nuestra dirección.

—¿Es la Diosa hormiga...? —Las palabras de la mantis suenan como un suspiro de alarma.

—No lo sé, solo que están viniendo.

Las manos de Densan, Kyros y Vyne como luchadores habituados a las peleas llegan hasta los mangos de sus aguijones. Todos giraron sus miradas a Malvin.

El pequeño pulgón se nota alarmado como todos, pero en un segundo, toma nuevamente la rectitud —Nos vamos ¡Ahora!

Malvin saltó hasta el tablero de mando, los escarabajos de carga fueron puestos en marcha por el golpe de las riendas.

—¡Octavio!

—Aquí estoy señor Malvin— El escarabajo saltó al techo de la carroza

—¡Andando! — Un nuevo azote hizo a los escarabajos empezar a correr.

Los Dos LordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora