Ultima noche en el valle

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La noche se aproximaba y con gran puntualidad los puestos del Mercado iban retirándose y cerrando sus escaparates.

Malvin había dejado el pueblo ya. Salvia y su grupo por su parte se encontraba en el fondo de la rotonda al centro del Mercado, parados frente a una puerta de madera escondida bajo uno de los arcos que decoraban el tercer nivel, ahí todos los arcos tenían por debajo una pared de adobe decorada con piedras en forma de un caparazón en espiral, a excepción de esa única puerta de madera.

No parecía ninguna especie de local, no había letrero ni señal, que alentara a uno a acercarse.

Pero aun así Vyne tocó la puerta con seguridad.

—Apuesto 200 Vestigios de calcio a que dentro estará hecho un nido de escarabajo pelotero. — Habló Densan a un lado de Kyros.

—Hoy nos sentimos atrevidos...Yo apuesto a que nos meterá en la guarida de una pandilla de carroñeros. — Respondió la hormiga.

—¿Que hacen?— Preguntó Salvia

—Apostamos en qué problema nos va a meter Vyne ahora, haz una predicción de lo que nos encontraremos ahí adentro y pon una cantidad, que acerté se lleva el dinero de los perdedores. — Explicó Densan.

—Oh, así que así funciona...Entonces yo apuesto a que adentro ¡hay un enorme almacén de besos de Ninfa!

Los ojos de Salvia destellaron con gran anhelo, era obvio para todos ahí que aquello era la fantasía de esta viciosa mantis, más que una predicción.

—Pero-. — Suspiró exasperado Densan.

—Está maldita borracha. — Agregó Kyros.

—Guárdense sus endebles agravios, cuando ingresemos me pedirán perdón de rodillas.

Vyne tocó una vez más la puerta, esta vez inmediatamente una rendija en la parte de arriba de la puerta, mostrando cuatro ojos amarillos desde el interior.

Los ojos los miraron a los cuatro esperando algo, rápidamente Vyne carraspeó para hablar.

—Disculpe, ¿Aquí sirven tierra carmesí y arañas con alas?— Saludo Vyne y por un segundo hubo silencio, los ojos detrás parpadearon dos veces incrédulos.

La puerta se abrió ampliamente con un chirrido, el insecto que estaba tras la puerta resultó ser un escorpion, quien se hizo a un lado junto con la puerta —Pueden pasar, adelante.

—No me lo creo.

—Tenía razón.

Sus amigos pasmados se sintieron por un segundo anonadados, el extravagante bicho no mentía. Este sentía su ego enervarse y alzarse hasta el techo, pero sabía que la sorpresa no terminaba ahí, por lo que se guardó sus ganas de presumir en el instante.

Los cuatro camaradas bajaron por un túnel. Al final de este había una desviación a la izquierda, de la que asomaba una débil iluminación hogareña y una dulce melodía de flauta se filtraba débilmente a través de las paredes.

Al doblar la esquina finalmente estaban frente a la entrada que daba a una gran sala. Un acogedor bar lleno de escorpiones sentados en las mesas, y moscas de sal volando agitadamente de un lado a otro como meseras. El techo de la estancia se extendía varios metros por encima de ellos y estaba reforzado con robustas varas de madera. A sus lados las paredes estaban decoradas con trilobites e incluso algunas grandes piezas de geo brillante. También contaba con una chimenea, un pequeño cubículo en el que se metía madera para calentar el bar durante las noches frías, de modo que con el techo alto la estancia siempre tenía un clima agradable durante la noche y el día.

Los Dos LordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora