Uno

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23 de Julio de 1957 el día que mi vida cambio...

Maldición, un día más que debía ir a casa de mi "querida" tía, en parte lo hacía para distraerme un poco de las tareas, pero era extremadamente molesto, aparte parecía que iba a llover, pero tenía que obedecer a mi madre. Tenía que limpiar su jardín durante 2 semanas, pues a mi querido amigo Paul se le había ocurrido destrozarlo un día que lo invité para el cumpleaños de mi tía. En eso empezó a llover y corrí a un restaurant que estaba cerca. Al entrar escuché a unas chicas gritar mucho, así que volteé para ver quién era y entre ellas vi a la hija de la familia Vilamur que vivían a dos casas de la mía –esa chica otra vez –dije entre dientes, pues ya me la había topado en diferentes lugares y siempre me acosaba, era más que obvio que le gustaba. No quise seguir pensando en eso, así que me senté muy lejos de ahí donde no me vieran para tomarme un café mientras se calmaba la lluvia. Después de esperar terminó de llover, así que salí del lugar, la casa de mi tía quedaba ya muy cerca.

-ya llegaste George, así que rápido ponte a sembrar estas semillas –me saludó mi tía amablemente como siempre solía hacerlo, no sabía por qué ella era completamente diferente a mi madre, que de lo contrario era muy amable y gentil. No dije nada y me puse a hacer lo que me había dicho, duré aproximadamente 2 horas, parecía que ya había quedado listo aunque aún faltaban 2 días y estaba seguro de que mi tía no me los perdonaría. Me despedí y me fui a mi casa, ya estaba a unas cuantas casas de llegar a mi casa, en eso me distraje, pues me había parecido ver a lo lejos al hermano de Paul, caminaba sin mirar al frente cuando de pronto sentí que había chocado con alguien y en efecto, choqué con una chica.

-¡perdón! No me fijé, discúlpame –no supe qué más decir, vi que ella se levantó muy molesta y eso me preocupó.

-¡¿por qué no te fijas bien por dónde caminas!? ¿Qué no tienes ojos o qué? –me gritó más que molesta, aunque yo vi algo más que su molestia, pues me parecía una muy linda chica, ojalá y más a menudo chocara con ese tipo de chicas tan lindas.

-lo siento, de verdad que iba muy distraído –no me quedó más que decir, la ayudé a levantarse con mucho cuidado, pues no quería que volviera a caer, pues entonces si me mataría, cuando ya estaba de pie quise tomar su bolso que estaba todavía tirado y ahí fue donde volvió a gritarme.

-¡¡no te atrevas a tocar mi bolso!! – ¡vaya, pero que chica! Nunca me imaginé que un bolso fuera tan importante para ellas, así que lo dejé donde estaba y me volví a disculpar.

-ok, está bien, discúlpame –le dije muy apenado, me molestó haberle ocasionado éste mal rato a esta chica. Después volteó a verme a la cara, ¡por fin! Pude ver que tenía los ojos más lindos del mundo, esta chica sí que me había llegado del cielo, era más que hermosa.

-¿aún sigues enojada conmigo? –le pregunté con una media sonrisa, se me hizo extraño que no me contestara y que su expresión ya no fuera de enojo sino de asombro.

-hola ¿sigues ahí? –le pregunté mientras movía mi mano en frente de su vista, pues se había quedado inmóvil.

-perdón, es que ya me tengo que ir –me dijo de repente, miré su ropa y vi que estaba llena de lodo, me sentí sumamente avergonzado con ella.

-oye, pero no quise arruinar tu hermoso abrigo, mira cómo quedó –lo señalé, cosa que no debí de haber dicho, pues ella se volvió a enojar y volvió a gritarme.

-¡no puede ser! ¡Mira nada mas cómo me lo dejaste! ¡¡Mamá va a matarme cuando me vea así!! –gritó tan fuerte que varias personas que caminaban por ahí voltearon a vernos, ahora no sabía si me daba pena verla sucia por mi culpa o ver cómo nos miraban todos.

I Need You - George HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora