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25/03/2007

Mientras Adler se encuentra enfocado en resolver los problemas de su libro, yo observo su delicado rostro. Tiene un pequeño golpe por la cien, y su mano tiene unas pequeñas costras por los nudillos.

Él levanta su mirada y nos quedamos viendo mutuamente por un momento.

-Ah... yo... ¿estás bien? Acabo de notar... que—señalo con mi dedo.

-Oh, ¿el golpe? Todo bien. Me he dado con el balón mientras practicaba.

-Los balones de baloncesto duelen bastante.

-Ni me lo digas. Cuando recién entré al equipo y era el nuevo, batallaba mucho cuando me pasaban el balón y me golpeaba tantas veces en la cabeza que terminaba con un dolor inmenso todos los entrenamientos.

-Vaya—me río—siempre que pensé que eras el mejor de tu equipo.

-Claro que soy el mejor—admite con orgullo—solamente todos empiezan desde abajo y tienen sus altibajos igualmente.

-Tienes razón en ello... ¿qué hay de la pintura? Casi no me cuentas nada al respecto de ello, ¿siempre fuiste bueno?

-Pues...—se acomoda—siempre me gustó dibujar, además por las clases que tomaba me enseñaron desde muy temprana edad, así que... ha formado parte de mi... ¿crecimiento?

-Ya veo, ¿qué era lo que dibujabas el otro día? Noté como desprendiste y arrugaste la hoja.

-No lo recuerdo.

-Ugh, que mal. Quisiera poder ver alguno de tus dibujos.

-Llevaré mi libreta a la escuela para mostrártelos un día. ¡Oh, cierto! Lo he olvidado—abre su mochila—toma, son los libros que te había dicho.

-¿Los de tu hermano? Vaya, gracias...

-No hay de qué, puedes usarlos el tiempo que quieras.

-Bueno, cambiando de tema—me levanto de la silla y reviso sus problemas resueltos—creo que ya no hay necesidad de que vengas a tutoría, ya dominas al cien por ciento los temas que vienen.

-¿De verdad?

-Mhm, aprendes rápido. Y... creo que mereces una recompensa...—entrecierro los ojos y muerdo mi labio.

-¿Qué es lo que... tienes en mente?

-¿Viniste en auto?

-¿Sí...?

Los dos nos subimos al auto, yo tomo las llaves para conducir mientras él solo hace preguntas.

-Pero no tienes licencia.

-¿Qué tiene? La licencia es una prueba de que sabes manejar, yo sé manejar.

-¿Y si nos detienen?

-¿Qué más da? Decimos que me estabas enseñando a conducir.

-¿A dónde planeas ir?—se sienta en el asiento de copiloto.

-Es tu recompensa. Tómalo como... hmm... tu graduación, eso.

-¿Graduación?

-Shh, intento ver cómo se maneja esta cosa—miro a los alrededores.

-¿No que sabías manejar?

-Sí, pero conozco autos más modernos, estoy analizando el modelo.

-¿Modernos? Este es de última generación.

-Sí... mhm... es lo que... me refiero—miento.

-Yo conduzco el auto, anda.

-No, no—enciendo el auto—¡ah! Listo, aquí se enciende.

150 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora