16

1 0 0
                                    

04/05/2007

Mientras estudio un poco en el parque, Adler se encuentra practicando en la cancha de enfrente sus tiros para el partido.

-¡Ugh! ¿Por qué nunca puedo lograr nada?

-Lo estás haciendo bien—digo mientras apunto.

-¡Vía! ¿Sigues estudiando?

-Ya casi termino, es solo... que me he encontrado con esta teoría bastante interesante y quiero terminarla antes de perderla.

-Quedamos el otro día en que no intentarías decifrar todo eso. Tenemos toda la tarde libre.

-Yo no diría "quedamos" solo... ¡hey!

Me lanza el balón, bueno... técnicamente a la banca donde me encuentro. Me quedo con la boca abierta y el ceño fruncido. Él me mira con los brazos cruzados, esperando porque deje de anotar.

-Mejor sigue practicando.

-Ya he terminado, estoy agotado—se acerca conmigo y me toma de la mano—¿y si mejor vamos a alguna parte?

-¿Y si mejor me dejas terminar esto?

-Por favor... no seas así...

-Bien—cierro mi libreta y dejo mis cosas al lado mío.

-Quería darte una sorpresa... pero luego recuerdo que probablemente ya conozcas todas.

-Pff—me río—pues tienes un punto.

Adler se sienta a mi lado, moviendo mis cosas para tener un espacio.

-Aunque—digo—no significa que yo no las pueda hacer.

-¿Disculpa?

-Ven, y toma las llaves de tu auto. Dijiste que quieres que pasemos tiempo juntos ¿no?

Empiezo a manejar hasta llegar a la orilla del mar. Me estaciono y en cuanto ponemos un pie sobre la tierra, el aire frío me recorre por la piel.

-¿Qué tal?—pregunto casi alzando la voz.

-¿El mar?

-No, Adler, es una piscina, ¡claro que el mar!

Me acerco a él y ambos empezamos a caminar hasta el área del camellón.

-¿Quieres saber por qué de todos los lugares quise venir aquí ahorita mismo?

-¿Tienes una razón siquiera?

-Sí... tú y yo...

-¿A qué te refieres?

Lo miro con una sonrisa de labios y sigo caminando. Adler me mira feliz pero confundido al mismo tiempo.

-No hay nadie por aquí.

-Lo sé... que raro...—respondo—normalmente hay gente caminando a esta hora.

-Sí, y yo...—volteo hacia él y quedamos a unos centímetros de distancia. Río de la pena y me alejo un poco.

-Solo... yo... hace tanto que no vengo a ver el mar, al menos no de esta forma—continúo.

-¿Por qué?

-Ya te lo he dicho, me mudo... no hay lugares así como aquí. Además... me recuerda a ti.

-¿A mí? ¿Por qué?

-Solo... recuerdos.

-¿Cuáles recuerdos? ¿Puedes contarme?

150 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora