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Las ruedas del skate se detienen en la entrada del aeropuerto. Tamara respira hondo un par en veces y recoge la tabla antes de acceder al lugar.

Hay un montón de personas, lo típico en un lugar como aquel. Ella desearía poder volar en uno de aquellos aviones y alejarse, alejarse de sus problemas y preocupaciones tan solo por un día.

Sin embargo la realidad es la que es. Y su destino era quedarse en el mismo lugar con la misma gente y las mismas rutinas de todos los días que terminan matando a uno, convirtiéndolo en una fuerte de estrés y ansiedad porque cuando una persona nace para ser libre, será la que más enjaulada pasará su vida.

La pantalla de vuelos marca que el avión de Jongsoo acaba de aterrizar. La joven camina de un lado a otro mientras en su estómago se revoluciona el vacío de una comida que ha sido incapaz de comer.

La suela de goma de sus zapatillas suelta un chirrido que la hace detenerse y contar hasta diez. Sus manos están temblando. Sus piernas apenas pueden sostenerla.

¿Qué pasaría si echase a correr ahora?

Se plantea esa posibilidad más tiempo del necesario hasta que oye un carraspeo detrás de ella.

- D-Disculpa... ¿Tamara?

Joder.

Joderjoderjoderjoderjoderjoderjoderjoderjoderjoderjoderjoderjoder.

Trata de girarse, pero es incapaz de hacerlo.

El muchacho que tiene detrás sonríe al ver la reacción de la chica que se mantiene de espaldas a él. Posa una de sus manos, que también tiemblan, en el hombro de ella y baja con suavidad por su brazo hasta coger su mano para entrelazar los dedos de ambos. La mujer acaricia la piel suave de él durante varios segundos. Su voz suena tan extraña sin un teléfono pegado en su oído.

- Tamara... N-no tengas miedo, va... Soy... Soy yo... Gírate, por fav...

Ella le interrumpe antes de que termine la frase y se echa en sus brazos para abrazarle con tanta fuerza como le es posible. Él corresponde ese abrazo con la necesidad de dos personas que llevan una vida sin verse, y el temor de no poder sentir ese cuerpo menudo nunca más.

Pasan los minutos en aquel aeropuerto, entre tanta gente que viene y se va, entre vuelos a la libertad y reencuentros. Y todos son minutos hermosos de pensar, de imaginar, de esperar a lo que viene a continuación, un futuro inmediato tan diferente para ambos.

Tamara se separa.

Y cuando lo hace, sus ojos se encuentran con unas gafas de sol negras que esconden las pupilas de un rostro que no es el de las fotos, que no es el suyo, el de Jongsoo, un rostro que ha robado una voz que no le pertenece, y el cerebro de Tamara de repente se pelea con su corazón, y la sonrisa que de sus labios había brotado, de pronto se rompe, igual que el brillo de su mirada, y la Tamara de hace unos minutos, la de siempre, vuelve y lo convierte todo en un paisaje triste y desolador que Jongsoo no puede calentar con sus abrazos porque Jongsoo

no

existe.

Y esas palabras caen como losas sobre ella y no escucha más que el sonido de los latidos en sus oídos.

Last call. [INFINITE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora