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Tamara permanece tumbada boca arriba en la cama, con la mirada fija en el techo y rastros de lágrimas en su rostro. ¿Realmente qué era lo que más le cabreaba de esa situación? ¿Sentirse utilizada? Suspira con cansancio y cubre sus ojos con un brazo cuando siente la puerta de su cuarto abrirse.

- No tengo ganas de discutir... -Su voz es débil, sin embargo su madre se sienta en el borde del colchón.

- No vengo a discutir. -Dice la mayor, haciendo amago de acariciar la pierna de su hija, pero se detiene-. Me gustaría que me cuentes qué te pasa.

La joven se queda en silencio sin moverse, extrañada por el trato que su madre le está dedicando. Aparta el brazo de encima de sus párpados cuando la siente acostarse a su lado, pero mantiene la vista en el techo, intentando no recordar las veces que unos años atrás, antes de todo, antes de Jongsoo, de la muerte, del alcohol, había hecho esto.

- Le quiero, mamá... -Susurra entonces con un hilo de voz roto-. No sé qué estoy haciendo...

La mayor observa el techo en silencio varios segundos también y busca su mano para apretarla cuando su hija comienza a hablar de toda la historia, dejando que se vacíe por dentro poco a poco.

- ¿Qué es lo que te enfada? -Acaricia despacio sus nudillos y cierra los ojos al sentir a la pelirroja acercarse más.

- Que me haya utilizado... -Responde antes de mirarla de reojo. El rostro de su madre parece mucho más joven, se ha maquillado de una manera alegre que le da imagen de mujer sensata.

- No, cariño... -Tamara alza las cejas al escuchar esa palabra. Hacía años que no le llamaba así-. Lo que te enfada es que se vaya. Te enfada pensar que se lleve tu... "felicidad" y que quizás no vuelvas a verle. Lo demás son solo excusas. Siempre buscamos excusas para no aceptar la verdadera razón por la que nos sentimos heridos.

La joven no dice nada. Parpadea varias veces pensando en lo que acaba de decir, en quién es esa mujer y qué han hecho con la loca alcohólica en la que se había convertido.

- A veces... -Comienza, no muy segura de lo que quiere decir-. A veces el... amor no es suficiente...

Su madre ríe con levedad y suelta un pequeño suspiro, abriendo los ojos y llevándolos un momento al cielo que se ve a través de la ventana antes de encontrarse con los de su hija.

- A veces...

Last call. [INFINITE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora