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  - Debería irme a casa... -Susurra Tamara mientras acaricia los labios del joven que, tumbado a su lado, observa su cuerpo como si quisiera capturar aquella imagen eternamente.

- Mañana es mi último día contigo... Quédate a dormir... -Responde en un murmuro antes de sonreír y rodear su cintura con un brazo.

La muchacha abre la boca y vuelve a cerrarla, negando despacio con la cabeza. Permite que el chico la acerque a su cuerpo, dejando también una sonrisa brotar de sus labios.

- Por favor... -Suplica él mientras roza su nariz por el cuello de ella.

- No puedo, tengo mucho que hacer en casa... -Se muerde la mejilla por dentro, intentando así mantenerse firme y no desistir.

Howon entonces suspira contra su piel y se levanta, pasándose ambas manos por el cabello para revolverlo.

- Pero deja que te acompañe, es tarde. -Se inclina para besar su nariz y entra en el cuarto de baño con varias prendas de ropa.

Tamara se acaricia las manos con una sonrisa amplia en su rostro y se incorpora para vestirse. ¿Es felicidad esto que invade su cuerpo? Una sensación que no ha sentido demasiadas veces a lo largo de su vida, y en todas algo ha venido para joder aquel atisbo de sentimiento positivo.

Suspira profundamente y vuelve a morder su labio inferior para no chillar de alegría antes de que el teléfono la apresure para terminar de ponerse la camiseta.

- Howon, el móoovil. -Se calla un momento al escuchar la ducha y se encoge de hombros, dejando sonar el aparato.

Sin embargo, segundos más tarde, este vuelve a vibrar sobre la mesilla, y la muchacha decide contestar para decir que llamen más tarde.

- ¿Quién eres tú? -Responde una voz femenina sorprendida al otro lado de la línea-. Oh, ¿eres su hermana? Encantada de conocerla, soy la novia de Hoya, ¿le ha hablado de mí? Tengo much...

La pelirroja frunce el ceño al oír aquellas palabras y pronto deja de escuchar el tono alegre en el que se ha tornado el discurso, tan pronto como el chico sale del cuarto de baño recién vestido y secándose el cabello mojado con una toalla.

- ¿Ocurre algo? -Pregunta al ver su expresión antes de caer en la cuenta de qué es lo que su compañera sujeta cerca de su oído-. ¿Q-quién...?

- Eres un cerdo. -Susurra ella con un hilo de voz mientras las lágrimas amenazan volver sus ojos de cristal, aguados por el líquido salado que prefiere no derramar y que se traga, se traga la angustia y el dolor de ese momento y deja que le duela en el pecho, permite que la celda se cierre y la muralla que a su alrededor se había alzado, vuelva a levantarse.

Howon entreabre la boca buscando las palabras adecuadas, pero en cuanto da un paso hacia ella, la mujer tira el teléfono contra la pared y sale del cuarto. Sus mejillas se ahogan, una, dos, tres lágrimas aisladas se convierten en llanto verdadero.

- Tamara... ¡Tamara! - El coreano cierra la puerta de la entrada antes de que ella pueda salir y la gira cara a él, dejando apoyada su espalda en la madera blanca y posando sus manos a ambos lados de su cabeza-. Tamara, puedo explicarlo.

- ¿¡Explicar qué!? -Explota de pronto, empujando al muchacho que alza las cejas cuando siente una bofetada cruzando su rostro.

La mujer frunce los labios queriendo decir demasiado en muy poco tiempo, y su cabeza comienza a dar vueltas. No quiere, no debe, no puede oír nada de lo que tenga que decir. Siente nauseas que no va a liberar, y sin apenas darse cuenta, sale de aquella habitación de hotel, deshecha, con el corazón sangrando en un nudo formado en su garganta, un dolor sordo en el pecho y las lágrimas que continúan empapando las marcas invisibles de los besos que Hoya había depositado en sus mejillas.  

Last call. [INFINITE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora