Ya es noche cerrada cuando Tamara llega a casa. Esta está en penumbra, tan solo alumbrada por la luz anaranjada de las farolas. Un brazo de su madre asoma por un lado del sofá cuando decide echar la vista hacia el salón, y, al lado de este, otro que no le pertenece, un brazo masculino, la hacen sospechar lo que ha pasado en su ausencia.
Reprime una mueca de asco y chista en voz baja con cansancio mientras sube las escaleras que dan a su cuarto, deteniendo sus pasos una puerta antes de llegar, dónde la habitación vacía de su hermana está entreabierta.
Sacude la cabeza al recordar el poster que adorna en una de las paredes y niega despacio en cuánto las lágrimas amenazan con volver a salir.
Suspira con pesadez y se dirige al suyo, esta vez sin detenerse hasta tirarse en la cama y hundir el rostro en la almohada, aguantando un chillido de frustración. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? ¿Cómo podía haber llegado tan lejos con un extraño? Porque lo era. Realmente lo era. Pero a quién le importaba como se sentía, si el único amigo que tenía resultó ser un fraude, alguien que solo quería reírse de otra persona.
Cada pensamiento la hace hundirse más, y ella se deja, se deja arrastrar por la marea de recuerdos, por el tiempo malgastado, por las mentiras, por el dolor que no se va de su pecho ni las imágenes de su cabeza. Y así pasan las horas hasta que por la persiana unos hilos de luz alumbran las fotografías de Jongsoo en la pared, las fotografías que había estado recibiendo al menos una vez cada dos meses, unas imágenes vanas que tanto habían significado para ella y que ahora no son nada más que polvo en su memoria, cenizas en las que se convertirán minutos más tarde tras haber sido arrancadas y quemadas por una Tamara más triste y callada de lo que nunca había sido.
Hoy es el último día de él aquí, y las cosas de la lista están sin cumplir.
Porque en el fondo tan solo es una estúpida lista que haces un día creyendo que realmente cumplirás, como la lista de propósitos, como la lista de lugares en el mundo que te gustaría visitar.
Sin embargo, tan solo quizás y tal vez, los papeles y los bolígrafos son como las estrellas, y ellos también se cansan de escuchar siempre los mismos deseos escritos en forma de acción futura que pronto olvidarás en cuánto el calor de tu interior se apague.
Hay ruido en la cocina.
Su madre ríe, y alguien ríe con ella.
Tamara suspira. No suele oír a su madre reír, y ese sonido le trae recuerdos de un pasado dónde la felicidad se encontraba en casa, dónde cuando se sentía sola su padre era el primero en abrazarla.
Respira hondo y niega con la cabeza, queriendo chillar de nuevo pero sin fuerzas para hacerlo.
Está destrozada y lo peor es que tendrá que vestirse la sonrisa para continuar un día más con su vida como si nada hubiese pasado.
Vuelven a oírse risas.
Esta vez decide levantarse.
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Last call. [INFINITE]
FanfictionInternet es un lugar demasiado grande para esconderse tras una mentira. De un momento a otro, en un segundo, tu vida cambia. En el instante en que los ojos de quién te ha leído, se chocan con los tuyos. Tus ojos de verdad. Sin pantallas que sean tu...