Last call. [INFINITE]

e

Un grito proveniente del salón despierta a Tamara en un sobresalto. La chica rueda los ojos y tapa su rostro con la almohada al descubrir que tal chillido llevaba su nombre.

- TAMARA.

De pronto, la puerta de su cuarto es abierta por una mujer de tempranas arrugas alrededor de los ojos, rubia teñida y uñas mordisqueadas.

- Oh, pírate, en serio...

- ¿¡Sabes que hora es!?

La muchacha se muerde la lengua para no contestar con sarcasmo y cuenta hasta diez mentalmente.

- ¡Las once, Tamara! ¿¡Cómo no has llevado a tu hermana a baile!?

Ella aprieta la mandíbula y continúa contando hasta veinte, treinta, cincuenta mientras esa loca con título de madre por haber parido lanza fuego por la boca.

- ...y no gasto mi dinero para que la niña no vaya a las clases!!

- ¡Pero si tú no pagas nada! -Le grita de vuelta, dejando de contar al mismo tiempo que se levanta-. ¡Hasta el puto alcohol que bebes lo tengo que pagar yo! ¡Y ni siquiera pides permiso!

- ¡Siempre estás con lo miiismo! -Suelta la mayor, con algo de ironía en su tono, lo que hace que su hija se cabree aún más-. ¡Yo pago esto, yo pago lo otro! ¡Somos una familia, Tamara Tadic! ¡Deja de echarte méritos!

La pelirroja entreabre la boca, pero no dice nada. ¿Para qué decir algo si de todas maneras no lo va a entender? Le da la vuelta a las cosas como si fuese una ruleta y las torna a su manera, dejándola como mala.

- Vete de mi cuarto...

- ¡Sabes que tengo razón!

- Vete. De. Mi. Cuarto. - Ordena ella muy despacio, apretando los puños de rabia antes de empujarla sin mucha fuerza hacia fuera y cerrar la puerta.

Tamara apoya la frente en la madera y niega lentamente con la cabeza. Será estúpida.

- Por cierto, un tipo está en la entrada preguntando por ti. -Comenta su madre con mal tono mientras desaparece en la cocina.

La chica frunce el ceño y permanece quieta unos segundos antes de echar a correr hasta la entrada. Abre de golpe y se encuentra con el rostro de gafas negras que tanto la ha hecho sonreír.

Y en efecto, lo hace.

- Buenos días. -Dice Hoya mientras sostiene una bolsa de croisants-. Anoche te seguí para ver en qué casa vivías. Espero que eso no me deje como un acosador.

- Pues un poco. -Contesta ella, soltando una risa suave-. ¿Qué haces aquí?

De pronto, una duda asalta la mente de Tamara. ¿Habrá escuchado él algo de los gritos?

Mierda.

- Venir a buscarte. -El coreano, sin que la mujer lo sepa y gracias a los cristales tintados que cubren sus ojos, recorre con la mirada las piernas que asoman bajo la camiseta que lleva puesta, reprimiendo un suspiro que le llevaría a morderse el labio-. ¿No usas pijama normal?

- ¿Qué? -Ella le mira sin comprender por unos segundos antes de mirar hacia abajo y caer en la cuenta de que no llevaba pantalones. Sus mejillas comienzan a tornarse coloradas-. D-dame veinte minutos y estoy lista... Ah, y si... y si aparece por aquí una niña con aparato dental... que se parece así un poco a mí... pero de unos quince años... Te recomiendo que eches a correr...

Hoya asiente, aguantando una sonrisa mientras ve como la chica sube las escaleras y deja ver sin querer las braguitas de lunares que lleva puestas.

El muchacho, al fin solo, termina por morderse el labio inferior y soltar ese suspiro que había guardado.

La joven baja pasados varios minutos, secándose el cabello con una toalla y sale lo más deprisa que puede.

- ¡Voy a salir, vuelvo en unas horas!

- ¡Y A MÍ QUÉ COÑO ME DICES! -Chilla la madre desde algún punto de la casa.

El coreano frunce el ceño y mira de reojo a su compañera cuando esta rueda los ojos.

- ¿Adonde vas con la toalla? -Pregunta extrañado al ver como Tamara se seca el pelo.

- Shhh, que mi hermana ya ha salido de su cuarto. -Susurra y le coge de la mano para tirar deprisa de él, alejándose de ese lugar.

Howon abre la boca pero decide cerrarla un segundo más tarde, dejándose llevar mientras observa la sonrisa de ella y a continuación sus manos unidas.

Mejor preguntarle eso que tiene en mente al final del día.