Preámbulo

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En algún momento pensé que me volví loco. Intenté ignorarlos, pero simplemente terminaban siguiéndome a dónde iba.

"Oye niño, oye, oye, ¿puedes decirle a esos oficiales que estoy aquí abajo?" - El hombre siniestro de gabardina me habló y lo ignoré.

"Jovencito, dile a mi esposo que ya no esté enojado conmigo" - La mujer que acababa de ser asesinada a dos cuadras me habló... la ignoré.

"Hueles delicioso, me gustan los chicos como tú" - El asqueroso anciano me miró desde su pórtico. Me habló, lo ignoré. A él lo encontraron 3 semanas después.

Ya no me hacía gracia escucharlos, me tenían harto. Pero aún así debía continuar fingiendo..

Finji que no estaban, convencí a mi familia y a mis amigos de que era una persona normal. No podía hacer nada en contra de ellos, simplemente los veía y escuchaba, pero no podía ayudarlos.

O eso creí yo, hasta ese día, en el que él apareció.

Y ahí estaban nuevamente.

– ¡Oye Reigen! ¡Trae el balón! - Mis amigos me hablaron pero no podía dejar de ver a la mujer que estaba detrás de los columpios.

– Ya comenzó a actuar raro de nuevo - susurraron entre ellos, pero ya no me importaba. Esa mujer no me estaba viendo, tenía la mirada fija en Terada, el amigo que habíamos estado animando ese día porque había faltado a la escuela durante una semana por una anemia.

¿Por qué lo veía tan insistentemente? ¿Era por qué lo iban a diagnosticar con leucemia tres días después?

– Ya voy - hable con tranquilidad - recordé que no le di de comer a mi perro y mi mamá me va a regañar - sonreí nervioso. No iba a permitir que mis amigos supieran que clase de bicho raro era en ese entonces.

– No tienes remedio, y hasta le rogaste que te dejara tenerlo, eso es muy tonto de tu parte, Reigen.- Terada sonrió levemente, quiero recordar esa sonrisa por siempre . Ahora que lo pienso, la presencia de esa mujer me dio la impresión de que era la última vez que vería esa sonrisa... y así fue. Ryosuke Terada no volvió a sonreír. El cáncer se lo llevó en dos meses.

– ¿Tú también los ves, niño?- Una voz suave me habló, no era un espectro, sonaba como un humano.

Los fantasmas y los vivos sonaban diferente, aún lo hacen. Cuando los otros me hablan hay un zumbido leve, como estática.

– Creo que me estas confundiendo - se veía de no más de 25 años. Lo miré de reojo, su cabello negro estaba tan desordenado, y tenía prominentes ojeras debajo de los ojos.

– Reigen, no hables con extraños - Matsuda, mi vecino me llamó la atención - Vamos, hay que ir a comer pizza a mi casa-

El hombre levantó la mano y un aura roja comenzó a absorber a la mujer. Todos mis amigos corrieron al ver la luz, pero ignoraban a la fantasmal mujer, yo no pude dejar de mirar ¿cómo hizo eso? Lo hizo parecer tan sencillo.

– Esto no evitará que él muera, pero dejará de robarle la poca energía que le queda - Dijo mientras me veía con su rostro cansado y demacrado.

–¿Cómo hiciste eso? ¿Te la comiste? - jamás había visto algo así, decir que estaba impactado es poco. No sentía mis piernas y mis manos temblaban... pero no tenía miedo.

Era admiración.

– No, sólo absorbí su energía maligna - Lo dijo tan fácil - Mi nombre es Keiji Mogami, y soy psíquico, ayudo con mis poderes a algunos espíritus y humanos- Parecía que tenía frío, era extremadamente delgado - ¿Desde hace cuanto los ves? -

Él se dió cuenta de que los veía, él era un poco como yo. Tal vez, podría ayudarme o enseñarme como deshacerme de ellos.

– Me llamo Arataka Reigen, y tengo 17 años. Los veo desde los 9 -

– ¿Qué fue? ¿Accidente? ¿Maltrato familiar? ¿Suicidio?... -

¿Cómo lo sabía? No conteste. Sólo lo miré tratando de no parecer sorprendido.

– Todos los humanos tienen la capacidad de desarrollar poderes psíquicos, es inherente a nuestra naturaleza - se dió cuenta de que había llamado mi atención y continuo - sin embargo muy pocos son capaces de sintetizar la energía necesaria para convertirlos en algo útil... -

Continúe en silencio.

–... Traumas, emociones negativas, situaciones extremadamente estresantes o experiencias cercanas a la muerte puede desatarlos en algunos - me miró y luego giró la vista a sus manos - Otros como yo, nacemos con ellos -

– Fue un intento... - dije por fin - Un profesor logró encontrarme antes de que me asfixiará -

Sus ojos se abrieron, eran como dos hoyos negros. Incluso a él le sorprendió saber que a los 9 años intenté suicidarme.

– ¿Así que viste el abismo y él te regreso la mirada?... No te ves como un suicida - Se interesó más por mí.

– Ese es el plan - sonreí.

Una sonora carcajada salió de sus garganta. A pesar de que su aspecto era tétrico no me causaba temor, esa risa comenzó a darme curiosidad.

– Y ¿vas por la vida eliminando espíritus así nada más? - pregunté volviendo a mi papel - Si yo no pudiera verlos te habría considerado un loco -

– Es lo que la mayoría de las personas piensan, pero no me interesa, al contrario de tí... he aceptado lo que soy -

– ¡Tsk! Debes estar bromeando - me molestó su comentario y no dude en demostrarlo...

Era la primera vez en mucho tiempo que hablaba así con alguien. Sin mi máscara de felicidad.

Un peso había bajado de mis hombros y me encontraba completamente sin defensas... mi corazón se sentía liviano, como una rama mecida por el viento.

– ¿Qué harás mañana? ¿Quieres seguir platicando, Reigen? - su rostro se volvió más cálido, como si hubiese encontrado algo de satisfacción al platicar conmigo... con mi verdadero yo - Podemos ir en busca de otros espíritus... perseguirlos ahora, en vez de que ellos lo hagan contigo -

Esa invitación era sumamente tentadora.

– Te veo en este parque después de que salga de la escuela, mañana es lunes y tengo clases - respondí.

Curiosidad...

Ese hombre me causaba curiosidad.

– Hecho, hasta mañana - sonrió y nos alejamos al mismo tiempo.

Aquel fue el primer día de muchos.

Mogami se volvió mi amigo... mi maestro y otras cosas. 

Lirio ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora