Capítulo 20

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El camino a casa fue silencioso, de alguna forma Serizawa convenció a Reigen de permitirle escoltarlo por última vez en el día. Claro no sin antes haberle ofrecido quedarse en su departamento comprometiéndose a aclarar ese tema con la madre del rubio.

Pero necio como siempre, Reigen se negó, en primera porque quería dejar de sentirse como una molestia y en segunda porque si bien podría suceder que su madre no llegase esa noche a dormir pudiera ser que sí y de no verlo ahí recibiría algo más que una bofetada en el rostro.

Lo de Keiji ya había sido suficiente para un solo día.

– Puedo llegar desde aquí solo – le indicó antes de dar la vuelta a la esquina.

Alumbrados por una farola Serizawa pudo notar como los moretones alrededor del cuello de su alumno iban tomando lentamente un color más oscuro. Se arrepintió de no haberlo llevado al hospital, pero intentó convencerse que por algo Shimazaki era catalogado como uno de los mejores médicos de la región. No poder ver no es un problema cuando puedes usar psicoquinesias para escanear a tus pacientes.

– ¿Estás seguro de esto? Aún puedo hablar con tu madre – insistió una vez más.

– Si, créeme preferirías tratar con algún ente que con esa mujer cuando se enoja – contestó el chico.

Serizawa lo miró algo sorprendido.

– Me tuteaste –

– Bueno, supongo que el hecho de que constantemente salves mi vida me da cierto aire de seguridad, profesor – Reigen intento actuar normal.

Y el castaño no pudo evitar pensar que en realidad se estaba esforzando. Pudo haberle dicho muchas cosas, pero él conocía el trauma. Sabía de primera como era tratar con un abusador y el lento proceso que se tenía que hacer para salir de ese círculo de violencia. Él y su mamá lo vivieron, y Reigen tendría que hacer lo mismo.

Al menos ya lo admitía, y eso era un avance. Cualquier pasó en falso podría significar perder el voto de confianza que ahora le estaba ofreciendo.

– Por cierto, se me olvidaba – movió una bolsa que cargó todo el trayecto – esto es para ti – sacó de ella un haori de líneas cafés y naranjas.

– Ya me preguntaba que traías en esa bolsa – Reigen miró la prenda extrañado – ¿Para qué es? –

– Lo cubrí de energía espiritual, te ayudará con los fantasmas o cualquier cosa que busque hacerte daño –

El rubio se vistió con él. Inmediatamente sintió calidez y el suave aroma a canela lo hizo recordar el agradable abrazo que la madre de su profesor le regaló antes de dejarlo marchar.

– De nuevo, muchas gracias – 

Serizawa miró la farola que los aluzaba, escogiendo sus siguientes palabras.

– Acerca de Mogami... – dijo por fin y notó a Reigen tiritar.

– Prometo no ponerme en riesgo de nuevo – el cabello rubio del chico cubrió su rostro y en su voz se reflejó algo de tristeza – Quisiera... – pauso, intentó no decir algo que le diera como resultado una mirada de pena o desaprobación – Es decir... Keiji necesita compañía en este momento... pero – llevó su mano a su cuello, temblando, como si quiera señalar las marcas que ahora tenía, marcas que continuaban doliendo – pero él me hizo esto – su voz se quebró.

La mano del castaño se posó en su hombro y los ojos cristalinos de Reigen descubrieron que no había nada de lo que temía en la mirada de su amigo.

– Descansa por hoy, mañana podrás ver las cosas desde otro ángulo – le contestó suavemente el profesor – Si necesitas ayuda con cualquier cosa o persona, por favor, háblame. No importa la hora –

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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Lirio ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora