Capitulo 11

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La muerte de su padre fue un parteaguas en la dinámica de su familia. Su madre ahora trabajaba horas extras y su jornada en el hospital era terriblemente agotadora.

Muy a su pesar, ejercer su carrera de internista le dejaba suficiente para sacar adelante a Shigeo y a Ritsu pero le cobraba con tiempo y atención qué podría darles de no ser el único sostén de su hogar.

La escucho llegar, y dejó de sollozar. No quería que le escuchara, no deseaba darle una preocupación más a la mujer. Incluso se hizo el dormido cuando Ritsu llegó, no quería hablar con nadie.

Y pensó, por supuesto, alguien como él jamás iba a estar a la altura de Reigen Arataka. No era la primera vez que le rompían el corazón, pero al menos con Tsubomi todo estaba claro, él sabía que ella le gustaba y se lo expresó de la mejor forma posible. Al final lo normal era que le gustará una chica ¿no?

Sin embargo, con este chico rubio no tenía nada claro. Su vida se iluminó cuando lo conoció, su sonrisa y su forma despreocupada de hablar... Aún así, darse cuenta de que no sabía ni lo más mínimo de él le pegó como una cubeta de agua fría.

¿Qué relación tenía con Mogami? Por qué... por más que se lo negará, era él quién estaba en la oficina con el psíquico. Y ahora le hacía más sentido el hecho de que aquel hombre le insistiera en alejarse de Reigen, obvio lo quería proteger de las acciones malintencionadas que pudiera tener Asagiri en contra de él... sólo por conocerle.

¿Por qué no le había dicho el verdadero origen de la manifestación de sus "dones" para ver fantasmas? ¿Acaso no podía confiar en Shigeo?

Claro que no, era débil, era obtuso, era inútil.

Decidió que cambiaría eso, aún si Reigen no se fijará nunca en él, aún si no tuviera una oportunidad por ser sólo Mob. También quería protegerlo, dejarle ver que Asagiri no les haría el mínimo daño e incluso parar por sus propios medios.

Listo, Shigeo se hizo a la misión de aprender a manejar sus poderes para no hacerle daño a nadie más. El maestro Musashi tenía razón, no podría mejorar si no entrenaba y en ese momento la mejor opción que veía era hacerse discípulo de Keiji Mogami.

Se levantó del futón y por fin salió de la habitación. Al bajar por las escaleras encontró a su madre con el rostro escondido entre sus brazos, dormitando en la mesa. Su primer movimiento, su primer intento de usar sus poderes para ayudar a los demás sería llevar a la mujer a su habitación para que pudiese descansar.

Sigilosamente, y sin murmullos lo logró. La mujer despertó lentamente al sentir el calor de las cobija, y miró a su no tan pequeño hijo con sorpresa.

- ¿Shige? - preguntó sobresaltando al chico - ¿Tu me trajiste hasta acá solo? -

Mob se sintió descubierto, y comenzó a tiritar, temía que su madre lo viera como un fenómeno o lo regañara como cuando doblaba las cucharas.

- Gracias hijo - continuó la mujer, dándose cuenta de la inquietud de su dijo - Disculpa si te preocupe por quedarme dormida en la mesa -

- Mamá... - tragó pesado el chico - ¿Puedo hablar contigo? -

Lo miró con sorpresa, desde la muerte de su esposo, aquel niño no se había acercado a ella.

- Claro, Shige - Le hizo espacio en el futón - Dime ¿Qué me quieres contar? - No importó lo cansada que estuviera, sintió que su hijo mayor la necesitaba.

Siempre le estaría agradecido al maestro Musashi por su consejo. No lastimar a los demás, siempre comenzaba por decir lo que uno sentía.

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Lirio ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora