XXII

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La vida rutinaria de un adulto es buena, a veces estresante, a veces tienes tiempo para reflexionar, y otras para afrontar y seguir.
A pesar de tener casi treinta, trabajo estable y una buena casa, la cual estaba pagando las primeras, de unas muy largas cuotas, me sentía extraño. Mis compañeros, allegados y colegas a esta edad ya estaban casados, comprometidos, con hijos. Y yo aún estaba en mi camino solitario, no es para quejarme, nada de eso. Conocí un par de mujeres con quienes pasaba el rato, pero no encontré, en ninguna de ellas, el anhelo de crear una relación, en realidad luego de Lenna puse en tela de juicio el futuro esperanzador de crear una familia con hijos que corretearan por la casa, como lo tuve en mi pasado. Así que decidí disfrutar de mi soltería, aunque algunas veces me sentía así, solo.

Los primeros años trabajando fui un esclavo del sistema a tiempo completo. Tuve que demostrar respeto a mis superiores y a veces no podía expresar mis desacuerdos o injusticias.
Más de una vez levantaba el teléfono para hablar con mi madre, quien me ayudaba a relajarme y consolarme, y tal vez algunos fines de semana ver a Tae me hacía bien. Saber que mi hermano del alma estaba aún en mi solitaria vida me daba ánimos.

Les conté que tiene planes de casarse?
El desgraciado está pensando en hacer una gran fiesta, y hasta ahora me dijo que lo hará en casa de sus padres, porque el espacio es el indicado para meter a tantas personas como pueda, sus compañeros de trabajo, amistades que conoció en la universidad, sus familiares que vendrían desde la ciudad, conocidos de su padre y la gente de nuestro pueblo...Si! Será a lo grande...Oh! Y yo seré uno de sus invitados de honor.
Su prometida, la hermosa jóven Cloe, está muy ilusionada, al igual que los señores Perdpiriyawong.

Volviendo a mi rutina, a mi zona laboral, puedo decir que me gusta, mi desempeño tuvo mejoras y ya no necesito pratocinio cuando ejerzo mi labor. La gente ahí ahora es tranquila, gente de familia, solo que cuando llega un novato algunos compañeros se aprovechan, lo lamento por ellos, se lo que se siente...

Adquirí la necesidad de conocer y saber jardinería. Pareciera que no, pero tuve que hacerlo.
El patio de mi nueva casa es amplio y vacío. Mi madre en una de sus visitas me regaló  una enredadera y un árbol en una maceta,  los acomodó en un estante y permanecieron ahí un mes tal vez, hay días en que todavía me cuestiono el abandono involuntario que les hice.
Un domingo ordenando los vi, secos y muertos, el cargo de conciencia por dejar morir a dos plantas me llevó a conocer un poco sobre ellos.
Tengo un lindo árbol, apenas está creciendo, pero está vivo y me propuse que siguiera así.

Que más puedo decir...no es tan emocionante después de todo mi vida?
Es tranquila, soy tranquilo, sin pleitos...

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-Así que estás pidiendo unos días porque su amigo se va a casar.

-Así es señor. Lo hará dentro de dos  meses siguiente y quiero asegurarme poder estar los tres días de celebración. Quería saber si puedo tomar licencia o como días de...vacaciones.

-Bueno, no es un empleado con mucha antigüedad, debido a eso sus días de vacaciones no son extendidas, como ya lo sabrá. Pero podemos hacerlo. No le recomiendo que pase esos días como licencia porque eso es solo y exclusivo ante un percance. Si en el futuro llega a pasarle algo y ya tiene utilizado esos días...me explico no?

-Claro, sí señor.

-Entonces, aquí en el sistema, encontramos que cuenta con diez días de vacaciones. Desea tomarse los diez o algunos.

-Los diez.

-De acuerdo joven Pruk. Dentro de dos meses tiene sus diez días. Trabaje duro.

Volví a mi escritorio, a decir verdad, no era solo mío,  lo compartía con Jessie, un hombre casi llegando a sus cuarenta años. Venía de un destacamento pequeño alejado de la ciudad, así que nos llevamos bien cuando sabíamos que ambos crecimos en pueblos, era extraño encontrarse con pueblerinos certificados con título universitarios, pero era desordenado, siempre me movía mis lapiceros y sello, aunque le explicara siempre que su cajonera era el del lado izquierdo y el mío el derecho, no lo entendía.
No llegaba a sacarme mi mal temperamento, pero si estaba al punto de la frustración...siempre que debía archivar documentación me aseguraba antes mi sello.

Salí con Jessie un viernes por la noche. Me invitó a tomar algo y como no tenía nada que hacer acepté. Fuimos a un pequeño bar, le comenté sobre las pequeñas costumbres de mi pueblo, el lago y mis amigos, no eran tan distintas a la suya...el grupo de amigos y las anécdotas y manejar la información de casi todo lo que sucede allí.
De pronto, dentro del bullicio del lugar, alcanzo a notar un grupo de jóvenes que entraban entre risas alborotados, llamaron la atención de todos lo que estaban cerca hasta llegar a una mesa cerca de la barra.
Volví a prestar atención a Jessie que me hablaba de algo del trabajo para luego decirme que necesitaba ir al baño, en su ausencia aproveché para pedir algo más para beber, miraba todo lo que sucedía al rededor y en la otra punta, con esos jóvenes que parece que la estaba  pasando muy bien con sus charlas en voz alta, reconocí enseguida esos ojos. Nunew Chawarin estaba parado al lado de aquella mesa, tan maduro y niño a la vez, su sonrisa y carcajada se destacaba del resto...en su cintura llevaba un par de brazos que le rodeaban y su espalda estaba apoyado sobre otro jóven, más alto que él, quien también estaba exhorto de lo que sucedía en el entorno.
En mi interior me alegré por poder verle, admirarlo desde lejos...mis ojos no pudieron ver hacia otra dirección. Estaba obligado a observarlo...lo necesitaba, ver que estuviera bien y por un lado, verlo sonreír y cómodo, me dejo conforme, creo.
Pude ver como giro su rostro para besarse con el chico que le abrazaba, tan natural, sin vergüenza de que le dijeran algo.
Mi vista se bloqueó con la llegada de Jessie, se disculpó por haber tardado, sinceramente no me había dado cuenta, también me dijo que era tarde y quería volver a descansar, le di la razón y amague a hacer lo mismo que él, pero de nuevo tuve que buscarlo con la mirada...se había movido hasta la barra, se acomodaba su pelo largo detrás de una de sus orejas con una mano, mientras la otra era sostenida por el otro jóven, se decían cosas muy cerca de los oídos y se sonreían mutuamente.
No se por qué, tuve un pequeño impulso de ir a saludarlo, hacerle saber lo lindo que se veía siendo él. La ciudad le cayó bien, alejarse del pueblo que lo hundió le hizo bien y ahora se desenvolvía en un entorno donde pudiera mostrarse tal cual...llevaba una camiseta muy ajustada cubriendo sus brazos y tórax por completo que reducía su marcada cintura y unos jeens ajustados. No se veía cohibido, se veía bien. Creo que por eso mismo me rehusé a ir a saludar...no iba a interrumpir su momento, con esa idea comencé a abrigarme y salir sigilosamente del lugar...

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