XXIII

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El momento de armar las maletas llegó. No se cómo llegué a meter tantas cosas en un bolso, pero pensaba quedarme los suficientes días en la casa de mis padres para compartir con ellos, mi abuelo y mis amigos. Me motivaba mucho la idea, quitándole importancia que todavía tenía que ir a la terminal y estar sentado en una butaca por varias horas. Sin antes pasar por la casa de mi vecina, una señora de sesenta años, y encargar que cuide mis plantas.
El viaje se hace siempre un poco más largo, el colectivo hace varias paradas donde sube y baja gente en puntos referentes, pero fue un viaje tranquilo.
Cuando llegué mi padre estaba esperándome, cada vez que lo veo me pone feliz y me da tranquilidad. Se lo ve bien, pareciera que no hubiere pasado los años en él, lleva una apariencia madura pero juvenil. Condujo hasta casa y sentí enseguida un abrazo cuando crucé el lumbral de la puerta,  mi madre se aferraba, palmeaba mi espalda y apretaba mi rostro como si buscara algo fuera de lugar, una vez que me inspeccionó me volvió a abrazar y me arrastró hasta el sofá donde estaba mi abuelo, un viejo sonriente con su destacada gorra en la cabeza. Que bueno es estar en casa!.

Pase el resto del día hablando con mis padres y mi abuelo en el almuerzo, les contaba todo acerca de la ciudad y el trabajo, de mi compañero de escritorio Jessie y de las plantas. Obtuve alguna u otra broma por parte de mi madre sobre no tener pareja aún,  pero no es algo que en mi momento actual me molestara o incomodara, era algo por lo que reflexione muchísimo y fui honesto conmigo mismo, de que tal vez no era el momento, de que podía llevar una vida de soltero aún, y que los sueños mutan con el pasar del tiempo. No quita de que pudiera estar con alguien a futuro, pero ya no me desespero para tenerlo urgente. Y también se lo pude transmitir sin miedo a ellos, mi voz sonó calmada cuando lo comentaba, mi abuelo y mi padre entendieron y la única que hizo muecas cuando lo decía era mi madre, pero conté con su respaldo.

Luego de cenar me quedé con el abuelo de nuevo en el sofá: -El chico Nunew ya está en el pueblo, llegó hace una semana. Está muy cambiado, pero sigue siendo el mismo de siempre.

-Lo sé,  Tae mencionó que estaría aquí.

-Si. Sabes, a pesar de lo que pasó y aunque se ve más seguro, aún temo que en la boda lo lastimen. Sé que lo cuidarás. No tiene a nadie más aquí...

-No dudaré en defenderlo, por más que no quiera verme.

-No fue una semana fácil para él. Vino antes para tantear su relación con el Señor Perdpiriyawong. Me dijo:- "si quiere insultarme que se desquite antes de la boda" -no quiere hacer pasar un mal rato a su hermano en su día especial.

-Sigue siendo un chico desafiante. Eh?!

-No lo sé, creo que el Señor Perdpiriyawong está equivocado. Me eh cruzado con él varias veces y solo habla de Tae, nunca escuché que nombre a su hijo Nunew. O será porque sabe que su hijo se comunica conmigo, ya no lo desprecio o algo por el estilo. Pero sigue sin gustarme el comportamiento negligente hacia su hijo. Solo tuve una hija, pero si tu madre tendría una hermana no creo que haya hecho diferencias como padre.

-Lo sé abuelo, tú y mi abuela hubieran criado bien a más hijos sin dudar...

-Pero ya soy viejo...me conformo con tenerlos a ustedes, mi nieto y Nunew-
Ese comentario me hizo feliz, el viejo y Nunew siguieron en contacto por más comentarios que hubieran hecho en el pueblo en aquel entonces. La relación y vinculación de ellos lo había marcado el destino.- En fin, hace una semana que el muchacho se dedicó a reacomodar mis muebles. Al parecer su tía quiso deshacerse de varias cosas y él se las pidió.
Llegó en el auto con alfombras, lámparas caras y cuadros para mi. Tiene buen gusto, me pidió permiso y lo deje ser. Me ayuda a no estar tan solo en la casa...no me di cuenta pero sacó varias bolsas de residuos con basura. Y eso que tu madre va una vez a la semana a ayudarme con la limpieza. Nunew en tres días despejó la  casa. Hoy me ayudó con el garaje. Acomodó mis herramientas quitándole las pelusas y tela de arañas. Yo iba indicándole que tirar y que guardar.

Mi punto de vista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora