Capítulo 9

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Harold Scott

Verla, era como ver a un ángel, gentil y amable, con unos lindos labios rojizos, que me estaban gastando la poca cordura.

Hay algo en ella, que derrocha maldad, que dice que no es tan santa como lo pinta. ¿Qué ocultas Pearl?

El jet privado, estaciona en el espacioso balcón de mi oficina, Me dirigí al cenicero, dejando los restos del cigarrillo.

—Señor, El jet está listo, y las citas canceladas.

No respondí, y solo me dirigí hacia el jet.

La herencia, del apellido Scott, Es gigantesca, y aún así yo como primogénito, busco ejercer nuestro imperio, en muchas naciones más.

Entre esos, Rusia que es mi país natal.

—Louis lo espera, señor.—Comenta Janet a mi lado.

Trae el mismo uniforme de siempre, aunque trae mucho más maquillaje del usual, incluso trae su cabello castaño en una coleta alta, dejando caer algunos mechones, resaltando sus aretes.

—Te ves genial.

La voz chillona de Louis inunda mis tímpanos, me giro sobre mis talones, viéndolo entrar a la oficina.

Janet se ruboriza, he intenta mirar hacia el balcón en distracción.

—Gracias.—Responde nerviosa.

Me muevo incomodo hacia el balcón, Louis al pasar por un lado de Janet le dedica una mirada muy mal disimulada, es obvio que se gustan, pero son tan idiotas que no se dan cuenta.

—Harold—Me llama Louis captando mi atención—Vine, porque Ledger te necesita.

—Yo no a él.

—Lo sabe, más sin embargo, está arrepentido, y está dispuesto a hacer lo que tu quieras contar de que vallas a Madrid.

—No me conviene.

—A nadie, pero valdrá la pena.

—No veré como se derrumba mi imperio, por que no valió la pena, y ese "Negocio" , No lo vale.—Paso una de mis manos por mi barbilla, acariciándole.

Louis acerca una caja cuadrada de color plateado, la cual miro perspectivo.

La abre, dejando ver el contenido.

Es un polvillo blanco, en una bolsa transparente, la toma elevando el envoltorio.

—Valdrá la pena, te lo aseguro.

—No me convencerán.

Guarda el polvillo, mirándome fijamente, Janet ya no se encuentra en la oficina.

Louis es hijo de un socio de mi padre, la amistad de estos; hizo que Louis se convirtiera en un buen amigo, que siempre había estado, y aunque su padre no lo valora lo suficiente, yo lo supe hacer.

Louis se graduó en tecnología, y es mi Hacker personal, por lo que le dí trabajo en otra de mis empresas.

De igual manera, a Louis nunca le he dicho que no, en nada, pero esta vez es diferente.

No gastaría dinero, ni tiempo en algo que no tiene pies ni cabeza.

—Sin ti, no hay nada.

—Exacto, y créeme no habrá nada. No mientras intente ganarme a la hija del presidente.

—¿Ganarte?¿A Ellen? ¿juegas conmigo?—Su voz burlesca no pasa desapercibida, e inmediatamente suelta una carcajada.

—A Ellen, a todas—Respondí subiendo al jet, situándome en el asiento del piloto.

Condenados A Amar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora