Capítulo 13

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El señor Halloran Scott, se encuentra fuera del ascensor, fue él quien alejó a Harold de mí.

Este último se encuentra a unos pasos de mí, aún dentro del ascensor, maldice en voz baja mientras su padre suelta un leve carraspeo.

—Aún no eres jefe de un motel, y por lo que sé, está no es zona pública.

Que vergüenza.

Me imagino la humillación tatuada en mi rostro.

Inmediatamente salgo del ascensor, la mirada de Harold no se despega de mí, por lo  que camino lo más rápido que puedo.

Gracias a dios y éste es el piso tres, cruzo el pasillo entrando a la habitación desocupada, que me encargó Anna.

Cierro la puerta detrás de mí, recostada sobre ella.

Suelto todo el aire que estaba conteniendo, en un suspiro.

¿Qué rayos fue eso?

Es la segunda vez, que pasa algo así con Harold, si su padre no hubiese llegado estoy segura que nos hubiésemos besado.

Te mueres por eso..

Silencio conciencia..

Me dirigí a la cómoda cerca de la camilla, guardando objetos a la vista, que pudiesen ser peligrosos.

Me concentro en terminar de arreglar la cama, que no me doy cuenta de qué la puerta de la habitación se ha abierto.

Volteo encontrándome con la mirada de Harold.

Se encuentra recostado en el marco de la puerta, sus brazos cruzados en su pecho, su mirada fija en mí.

Mi respiración se vuelve un caos, nuevamente.

—¿También te contaron lo caprichoso que soy?

Su voz me absorbe, siento que aunque me encuentre aquí, mi cabeza está en otro lado.

—No, pero usted nunca deja de sorprender.

Se acerca adentrándose por completo a la habitación, cierra la puerta detrás de él caminando en mi dirección.

Por instinto retrocedo un paso.

—¿Que pasa? ¿Tienes miedo?—Su voz, se torna perversa, pero esto lejos de asustarme me calienta.

>>Pearl, ¿que me has hecho?—Murmura cuando solo dos metros nos separan.

—No lo entiendo—Respondo en un hilo de voz.

—¿Ésto te afecta?—Susurra a un lado de mí oreja.

Estando así de cerca, con tanta luz, puedo notar que tiene un pircing en forma de aro, en su labio inferior.

Él parece notar mi mirada porque baja la suya a mis labios.

Mi mente se nubla cuando hace el último movimiento y junta sus labios con los míos.

Le sigo el beso, por lo que el ritmo empieza a subir.

Su manera de besar es salvaje y práctico, mueve su cabeza hacía un lado dándole intensidad al beso, dándole paso a su lengua.

Nos separamos en busca de oxígeno, tiene los labios entreabiertos, y la respiración vuelta un caos.

Alzo la mirada para verle fijamente, percibo en el ella satisfacción y deseo.

La comisura de su labio se alza, en una sonrisa.

Las manos que mantiene alrededor de mi cintura, se aprietan, y luego la suelta.

Condenados A Amar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora