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Bienvenidos, al mundo
De la perversión, una vez entras.
Es difícil salir.

Meses atrás

Crecí en un entorno, sangriento, y doloroso.

Crecí recibiendo maltratos por parte de mis padres, y superiores.

Pero eso cambió, Como único heredero, ahora a mí me respetan.

Nosotros estamos más cerca de los humanos de lo que ellos creen, los humanos para nosotros, son como marionetas.

Al nacer, no pensé que lo que corría en mis venas, era sangre maldita, pero pude adaptarme a ella.

El imperio, creció porque en el estaba yo.

Los mortales, son seres débiles, y mediocres, nada comparado con nosotros, Como tampoco sentimos ningún tipo de dolor, Porque somos los creadores de ellos.

Los foxmans, somos la raza, del mal.

El peligro y lo perverso.

Somos más de lo que se puede llegar a creer.

—El momento a llegado.—Mencionó mí padre por los altavoces del elegante salón.

Junto a mi se encontraba Anness mi hermana. Terminando de acomodarme el traje.

—Estáis guapísimo..—Comentó con una sonrisa, mientras se alejaba.

Varias personas entraron en el salón, tomando asiento, para el gran espectáculo a continuación.

—Señor.—Me llamó uno de mis guardaespaldas— Ya debe entrar.

Asentí con una sonrisa ladeada.

Muchas personas de la gran multitud, saludaron apenas entré.

Al llegar al lado de mi papá, y de los superiores, él me tendió la mano, la cual no dude en tomar.

—Mi hijo.—Empezó a decir— Hoy en su gran día, le ofrendaremos algo..

Dos de los guardias entraron al salón, captando mi atención.

En el medio de ellos, traían una chica, cada uno la tomaban por los brazos, el cabello de ella, se situaba en su rostro, por lo cual no pude reconocerla.

Cuando llegaron a donde me encontraba, la dejaron caer a mis pies.

Estaba inconsciente.

—Tú eres su foxman desde hoy.—Añadió mi padre, llevando la copa de vino (que posiblemente sea sangre) a sus labios— Como también; Eres nuestro líder, él superior de este imperio.

—Debes cumplir y seguir las leyes, Como nosotros seguiremos las tuyas—comentó uno de los superiores uniéndose a la conversación.

—Cumpliré, seguiré. Y gobernaré hasta la muerte esté imperio—Dije volteando hacia todos los espectadores.

Todos aplaudieron e elevaron sus copas.

—Brindaremos, por nuestro nuevo líder.

Llevé la que me entregaron a mis labios, y no pude evitar soltar una sonrisa torcida, mientras uno de los guardaespaldas susurro cerca de mí.

—Es sangre de su humana, señor.

Le hice señas a mi padre de que me iría, y el solo asintió, salí del lugar, y detrás de mi traían a mi humana.

—Se pueden ir.

—¿Pero señor la..

—Ha sido una orden.

Voltearon inmediatamente, volviendo al interior del salón.

—Una humana—Solté con satisfacción, aún sin creerlo, mientras quitaba el cabello de su rostro.

Tenía el labio inferior roto por la esquina izquierda. Era hermosa.

Nada sorprendente, para todas las chicas hermosas que había visto.

Pero había algo, que me hacía no querer alejarme de ella.

—Señor, quería decirle, qué si gusta, se puede quedar con ella.

—La devolveré, Como todos.

—¿Lo ayudo?

—Sé donde vive, no necesito nada de usted.—Respondí poniéndome de pie.

La lleve a su casa, como Foxman al recibir como ofrenda "Una humana", recibíamos también toda su información, de su pasado y su presente.

Entré por la ventana del apartamento, para abrirle la puerta a ella, Con todo el silencio posible, la lleve a su habitación.

Cerré la puerta con pestillo detrás de mí, y la dejé caer en su cama, después de cambiarla por un suéter negro que se encontraba encima de la cama.

Para no arriesgarme a que la niffa, –Una droga, para humanos, que nosotros utilizamos como vitamina–, Dejara de hacer su efecto.

Me senté en el marco de su ventana, viéndola fijamente.

Se veía inofensiva.

Ella no era consciente, de el mal que le había llegado a su vida, a partir de esa noche.

Iba a destruirla.

Condenados a Amar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora