Prólogo

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"¿Qué hay una humana en el inframundo?" "Una humana de corazón puro" "quiero su alma" "la dominaré" entre tantos comentarios de los demonios.

Myrima veía y no creía lo que veía; el inframundo y su cielo anaranjado, lucía lúgubre, un paraíso exótico. 

Siempre encontraba algo distinto en el cielo ese. Se empezaba a familiarizar con su nuevo hogar, una casa en los terrenos del respeto celador del inframundo.

El celador del inframundo era quien se encargaba de mantener a raya a los demonios de todas las clases, ángeles caídos, todo habitante del inframundo, él es Marshall Meinson.

Su esposa Solanche Meinson, una pelirroja, que traía una herida muy profunda en su alma, su única hija Corona Meinson se había entregado a las fuerzas demoníacas por una obsesión, que terminó costándole la vida.

La castaña y la pelirroja estaban mirando el cielo, ahí estaban el Supremo Líder de la Ciudad Celestial, la contra parte del Celador del inframundo.

Era el arcángel albino, traía a dos bultitos en los brazos.

El pudo entrar sin problemas, en el campo de fuerza puesto por el celador del inframundo.

—¿Están seguros?— preguntó con el corazón en la mano, Myrima. Endel sonrió, descubriendo cada bulto.  Ahí estaban de 6 meses Akmed y Gael Bryne, los hijos de Myrima. Dormían plácidamente.

—Lo están, les puse varias plegarias de protección, ningún demonio podrá poseer a estos dos angelitos.— La pelirroja asintió, tomando a uno de los gemelos. Esos pequeños le habían devuelto una mirada a la pelirroja.

—Mis pequeños príncipes. — decía Myrima besando a su Akmed que traía en brazos y a Gael que estaba en mis brazos de la pelirroja.

Marshall que ya había llegado unos minutos antes, pero observaba a su esposa feliz, con uno de los bebés de Myrima. 

Solanche volvió a sentirse completa con la llegada de Myrima y sus gemelos. Se fueron a sentar a la mesa del jardín que ambas habían hecho.

—Endel — le habló el Celador, volviendo a la seriedad, el albino asintió. — Abdel está de vuelta, creo que ya lo sabes.— el albino tenía muy malos recuerdos de aquel ángel,  asintió.

—Lo sé, es ahora un ángel caído. Ha querido tener una cita conmigo, supongo que está arrepentido. — ese ángel le había causado tantos problemas en su momento, todavía recordaba como quería acabar con la vida de su mamá. — necesito que tu te encargues de checar su progreso, no confío en el supuesto cambio que él dice tener. Un truco que seguramente tendrá para traer de vuelta a Elia. —

—Cuenta con ello, Endel. — dándole una palmada en el hombro. —yo tampoco no creo en su cambio, tendrá que demostrarlo con creces. —

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