Capítulo 6

23 7 0
                                    


Solanche la esposa del celador del inframundo, empezaba a sentir algo llamado sed, los puntilleos en su mirada delataban la mitad de su naturaleza.

—¿Qué ocurre Sol? — preguntó al verla actuar un poco desesperada, Myrima quería ayudarla tanto como ella, la ha ayudado. La pelirroja suspiró, tratando de respirar profundamente.

-Ya no tengo mi reserva de sangre, Marshall fue a conseguírmela.— Abdel que estaba presenciando la conversación, alzó la ceja. Sabía que la esposa de Marshall Meinson era vampiro, que tenía bien controlado sus instintos.

—¿Te ayudo en algo Sol? — le preguntó el caído, acercándose a la mujer — puedo cazarte un demonio clase C, esos tienen cuerpo y sangre.— le sugirió el caído de mirada roja, con compresión.

—No me quita la sed ese tipo de sangre, Abdel.— mientras ambos estaban entretenidos hablando, Myrima dejó a sus niños en su carriola y se adentró a la cocina.

Tomó un cuchillo, con la mentalidad de querer ayudar a Sol se hizo un corte profundo en la palma, ahogó el gesto de dolor.

La pelirroja al oler sangre, palideció.

—¿Myrima?— preguntó temerosa la pelirroja de que algo le haya pasado, vio a los niños en la carriola dormidos, Abdel fue directo a la cocina.

—¿Qué hiciste, maldita humana?— le preguntó preocupado, viendo como la chica llenaba un vaso grande de sangre.

—La voy a ayudar, sé que necesita sangre. — le explicó a Abdel mientras seguía en su misión de vaciar su sangre en un vaso. El arcángel veía como la chica se reprimía las muecas de dolor en el rostro.

—¡Myrima! No tenías porque hacer eso, sabes que Marshall, me va a ayudar con la sangre.— la pelirroja se sentía abrumada acercándose, la chica negó.

—Déjame ayudarte un poco, tú has hecho tanto por mí y por mis hijos. — terminó de llenar un vaso y se lo pasó, Sol comenzó a hacérsele agua la boca.

—¿Sabes?— conmovida Solanche observando el vaso, aquella sangre era cero o "o" positivo, pero algo la hacía más especial. — Pocas veces he probado sangre de un humano con un alma pura, esa sangre es más apetitosa. Agradezco tu ayuda Myrima.— la admiro unos segundos más y empezó a beberla tranquilamente.

Myrima que se apretaba la herida para que dejara de sangrar, sonrió al ver como la ansiedad de la pelirroja iba disminuyendo.

Abdel veía esa escena sin darle crédito aún, de donde provenía y su círculo social, nadie hacía nada sin obtener nada a cambio. Así fue como creció en ese entorno, el alma pura de la maldita humana, le enseñaba que había más mundo que no conocía.

—Abdel cura a Myrima, sé que eres uno de los más antiguos arcángeles, se que conoces plegarias de curación. — habló Solanche sacándolo de sus pensamientos. La esposa de Marshall ya lucía su usual iris, lo que calmó a los dos.

—Así que maldito caído, eres un anciano. —Abdel la miró mal, haciendo la chica se riera.

—Síguele y este "anciano" no te va a curar.— la chica negó rápidamente, entregadole la mano. Abdel comenzó a curarla con una plegaria antigua, que el mismo había inventado. Abdel ayudó a la creación de muchas plegarias.

Sin saber que su sangre no solo había servido para alimentar a Sol.

-Gracias, maldito caído.— le dijo rompiendo rápidamente el momento, la humana. Pero estaba segura que había visto mas en esa mirada. Regreso a la sala para continuar con lo que estaba haciendo, llevaba una bitácora de todas las zonas del inframundo.

La pelirroja al escuchar el timbre de su casa, sonrió. Ella le tenía preparada junto con Ainhoa Lightson, la otra celadora del inframundo y mamá de Anael, una sorpresa.

—¡Hermanita! — alzó la miraba y ahí estaba Bander, junto con Anael y Ainhoa. Myrima se levantó rápidamente para correr a los brazos de su hermano.

—Bander — se refugió en los brazos de su hermano. Al separarse, la chica trataba de quitarse las lágrimas que le amenazaban con salir.

—¡No! No me hagas llorar, que soy malo para las cosas emotivas.— limpiándole rápidamente, las lágrimas que caían de las mejillas de su hermana. —Bueno ya que, solo porque no quiero controlar sentimientos.— se limpió sus propias lágrimas.— ¡Aquí no pasó nada! — para después saludar a Solanche.

—La esposa del buen Marshall, un gusto. — le dijo besándole el dorso de la mano. La pelirroja sonrió.

—Bienvenido Bander, siéntete en casa.— al notar al caído a lado de ella.— Él es Abdel, un ángel caído.— sacando al arcángel de sus pensamientos, veía a Bander y rápidamente un sentimiento de familiaridad se le instaló en el pecho.

—Hola Bander.— lo saludó con una sonrisa de lado, dándole un abrazo, dejando toda formalidad de lado.

—Hola Abdel.— no desprecio ese abrazo, el príncipe heredero de imperio — Están muy padres tus alas, negras. Te dan un toque misterioso, hermano.— contagiado con la familiaridad que el caído sentía. Abdel se rio.

—No tienes idea de lo que me costó tenerlas así. — guiñándole el ojo y ahora fue el tritón que se rio.

Nadie se daba cuenta de la escena, porque estaban ocupados saludando. Y trayendo las cosas de Bander.

Myrima cargó a sus hijos —Bander ven a saludar a tus sobrinos.— el tritón se giró y vio a los bebés.

—¡Ahí están! Hola pequeñitos, Akmed y Gael.—cargando al más grande primero y luego al otro gemelo. —Ya llegó el tío buena onda, el favorito, todo.— les decía y los niños lo veían. Gael aplaudia y Akmed lo miraba sin entender.

—¿Me puedes decir porque trajiste una piscina? — preguntó Myrima viendo la caja enorme que decía piscina.

—Es un regalo que nos hice a los 4. — con obviedad, mientras veía con más atención a sus sobrinos.— te fotocopiaste mujer, no les veo un parecido físico a mi mejor amigo, ni hermano de otra madre.— comentó con nostalgia. Myrima negó con el mismo sentimiento, es imposible no mencionar a Axiles.

—Quizás los ojos.— habló Myrima y Bander negó. Mientras el tritón seguía acunando a sus sobrinos.

—Los ojos de mi hermano del alma, eran cafés claros. — comentó abrazándolos más indirectamente, tanto Myrima como Bander, sabían que Gael y Akmed, era lo único que les quedaba de Axiles.

Abdel bajo la mirada, sintiendo esa misma nostalgia y dolor, en ambos hermanos, era palpable.

—Bueno, aquí no queremos caras largas. Es un motivo de alegría esta mi familia acuática favorita reunida. — rompiendo ese momento Anael, haciendo que Bander sonriera.

————————————————
Maratón 1/3

INFERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora