Capítulo 16

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Myrima se estaba retorciendo de dolor en la camilla, aquella mordida de hombre lobo, estaba llevándose su frágil mortalidad, Anael que quería que su mejor amiga estuviera más cómoda.

La cubrió con una fina capa de magia morada. Myrima ya no emitió ningún sonido, pues vio que ahí estaba Marshall, Endel, Anael sabía que Bander y sus hijos estarían escuchando eso.

—¿Cuánto tardará esto?— preguntó Abdel cambiándole los paños de agua fría de la frente a ella.

—Ya pasaron unas cuantas horas, no sé.— con toda la sinceridad el hombre lobo.— creo que suele tardar un poco, más con las humanas.— le acariciaba la mano a su luna, pero la mirada matadora de Marshall lo hizo  retroceder un poco.

—Ah todo esto, no nos has dicho tú nombre.— habló Anael con seriedad cruzando los brazos, el hombre lobo que no dejaba de ver a Myrima.

—Soy Beck, alpha de una de una manada llamada Sea Moon.— se presentó con formalidad, haciendo que Abdel rodara los ojos. —No le voy a hacer daño a mi Luna y sus Lunitos. Se los aseguro, están bajo la protección de mi manada.— Abdel casi se le va encima cuando escucho llamarle a sus gemelos "Lunitos" .

—Él tiene razón, mi papá fue salvado por la Diosa Luna cuando era bebé. Gracias a que mi abuelita era la luna de una manada. — habló Anael, Marshall y Endel asintieron. 

Los alados se tuvieron que retirar para cumplir sus obligaciones, se llevaron a Beck a otra habitación. Solanche se había llevado a Gael y Akmed a la tierra.

Solo estaban Anael Lightson y Bander, en la habitación, ya llevaban casi todo el día sin dirigirse la palabra, pero se podía sentir la tensión en el aire.

—Gracias por ayudar a mi hermana, Lightson. Escuché que tuvieron que dar la actuación de sus vidas.— comentó Bander sin dejar de ver a Myrima, la estaba calmando.

—Es mi mejor amiga, haría cualquier cosa por ella.— le explicó cuando vio la mirada avellana de Bander, sonrió. —La actuación de mi vida, la hice cuando tu hermana me presentó contigo, cuando fueron al pueblo mágico. Y fingir que era la primera vez que te veía.— ganándose una mirada llena de dudas de Bander.

—¿A qué te refieres?— le preguntó Bander con sus mejillas ligeramente carmín y su corazón latiendo al mil por hora.

—Bueno, yo ya te había visto desde antes.— le explicó con una sonrisa en el rostro recordando ese día.— era un niño, había acompañado a mi abuelo Norte, Endel y otros ángeles a Aquifer.— el reino submarino de los padres del supremo líder.— en el camino, vi a un tritón rebelde de cabello castaño, ojos color avellana y cola ocre, esconderse de sus guardias de seguridad.— Bander recodaba vagamente eso, cuando era adolescente, era demasiado rebelde.

—¿Cómo supiste que era yo?— preguntó Bander aún sorprendido, Anael negó con una sonrisa.

—No sabía, hasta que días después mi mejor amigo Myrima me enseñó una foto de sus nuevos hermanos. — Bander se quedó sin palabras, lo veía y sentía sus emociones.

—Puedo ver que ya no has tomado la poción.— de algo estaba seguro Bander, los sentimientos del hechicero, eran tan fuertes.

—¿Para qué seguir ocultándolos? — preguntó Anael y al ver a Bander que estaba tomando aire —¿Quieres que los oculte?— preocupado por el tritón, no quería ser el causante del malestar del rey.

—No, no quiero que hagas eso.— Bander trató de no derramar sus lágrimas, estaba inundado en esos sentimientos.  Anael se acercó a él, limpiándole las lágrimas de su Bander.— Jamás había sentido algo así, tan puro, tan intenso. ¿Es eso lo que sientes por mí?— halagado era poco, se sentía muy especial.

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