Capítulo 14

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Jaredith Lightson traía en sus brazos a su nieto Anael, el cual ya estaba tomando conciencia. Myrima abrió los ojos y vio al compañero alado de Jaredith, Zadquiel.

—¿Estoy muerta?— preguntó la humana temblando. Zadquiel negó con ternura.

—Estarás bien pequeña.— Myrima veía su blusa totalmente llena de sangre. Llegaron a la conocida ciudad celestial, para ambos. Llegaron a la torre donde se encuentran los arcángeles de más alto rango.

—¿Ya me perdonaste Myrima?— le preguntó Anael, Endel los dirigió al salón de los 24. Pues como hubo testigos, los arcángeles necesitaban ver que pasó, la chica lo miró fríamente, dándole la respuesta.

Zadquiel y Jaredith llevaron al guardia al área especial para borrarle los recuerdos.

Cuando llegaron al salón, vieron a los 24 + 1 integrante más, ahí estaba Abdel que volvía a retomar su lugar.

Myrima al ver que la tela de su blusa logró hacer la hemostasia necesaria para que siguiera sangrando se quitó la mano del pecho.

—Ponte atrás de mí, todo saldrá bien, confía en mí.— le dijo Anael mientras la veía nerviosa, ella asintió y se puso a su lado. Claro que le había intimidado la idea de los 24 arcángeles, pues ella era humana. Necesitaba permiso para estar ahí.— Yo te ayudaré, no te preocupes. Diré cualquier cosa para que no te castiguen o algo.—

—Anael— lo trató de abrazar, la chica estaba temblando, no sabía si era porque estaba cansada, porque estaba herida o porque iba a ver a los hombres/mujeres más intimidantes. —Gracias por ayudarme.— cuando el hechicero le dio el anillo que su abuelo Norte le había entregado.—¿Qué significa eso? Siento que es mucho compromiso.— le aseguró Myrima.

—Tu pase para que no te borren la memoria sobre la ciudad celestial.—

—Endel me conoce, sabe que soy la reina de Aktera, he hecho muchas alianzas con él.— el aludido asintió, pero aún así tenía sus dudas de cómo resultaría todo.

—Pero no puede hacer nada cuando los 24, digan algo, ya que el Supremo Líder sigue reglas básicas. Sigues siendo humana, con unos genes amplificados por mi mamá, pero humana. Ahí está mi abuela Romina, seguro ella podrá ayudarnos con esto. —

—Me prepararé para dar la mejor actuación de mi vida, mi hada madrina, se sentirá orgullosa de nosotros.— Anael sonrió recordando lo buena actriz que era su mamá.

—Los apoyaré con esto, con todo lo que pueda.— les explicó Endel que venía atrás de ellos, escuchando todo. —Es buena idea, lo del anillo, noviecitos. — con algo de burla al final, Anael le tomó la mano, cruzando los dedos. Myrima se puso a lado de Anael.

La mirada de todos los presentes, se posaron en ellos. Los azules de Abdel veían con impresión, ahí estaba ella. Su Myrima, la dueña de sus pensamientos, había soñado todas las noches con ella, desde que la última vez que la vio. Su maldita humana. Entrecerró los ojos, sabía que le tenían que borrar la memoria por ser humana. Se enojó con Lightson, debía proteger más a su humana.

Romina al ver a su nieto y la mejor amiga de él, quiso salirse de su papel para llevarlos al área de curación.

—Lightson, seré directo. No entiendo porque tu amiga humana sabe de nosotros, sabes que no puede saber nadie de nosotros y sabes lo que le tenemos que hacer a los humanos que conocen de la ciudad celestial y han visto criaturas sobrenaturales.— Anael demostrando su cátedra de actuación, bien heredada de su madre, su mirada de preocupación era nata. Myrima se refugia más en el brazo de Anael, no quería que le borraran sus memorias.

—Creí que como ciudadano de la ciudad celestial, mi pareja podría saber mi verdadera identidad y traerla cuantas veces quiera.— se escuchó un silencio en la sala después de eso, Endel que tenía una cara seria, pero en su interior estaba disfrutando de los dotes de actuación de ambos.

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