Capítulo 19

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Myrima corría por las calles de la ciudad celestial, se había escapado de la torre después de Abdel le había dicho la verdad. Lo último que le había dicho fue "Tu se lo vas a decir a Bander, nada te ata a mí, mis hijos son de Axiles y míos. Como él ya no está en este mundo, mis hijos ya solo son solo míos."

La chica llegó a la parte de la ciudad celestial con pastizal donde ya no había casas, ahí estaba Myrima llorando por 3 ocasión ese día.

Entre el pastizal, la luna llena iluminaba el lugar. La chica estaba sumido en su dolor, solo sintió una compañía a su lado.

Ahí estaba el lobo, ofreciéndole compañía. Myrima vio el lobo y observó su mirada dorada como la de ella, lo abrazó fuertemente.

—No me siento bien Beck, tengo muchas emociones encontradas el día de hoy.— entre tantas lágrimas y respiraciones superficiales, ella cayó desmayada. El lobo se transformó en ese hombre.

—Lo entiendo mi Luna. Te voy a llevar para que descanses.— con toda la delicadeza posible la cargo en sus brazos, Myrima llevaba más de 6 horas perdida entre la ciudad celestial. Endel tuvo que pedir ayuda a Beck para que fuera por ella.

Era madrugada, estaban en la oficina del supremo líder: Endel, Marshall, Solanche y Abdel.

—Es que enserio ¿No pudiste esperar otro día? Tenías que decirle la verdad, ¿precisamente hoy? — preguntó Solanche sin dejar de reclamarle al arcángel. — Si mi hija aparece herida, yo misma me encargaré de drenar toda tu sangre, angelito.— lo amenazo la pelirroja, Abdel estaba cabizbajo.

—Yo mismo te daré mi sangre, si eso pasa.— le aseguró Abdel, sintiendo las miradas matadoras del celador del inframundo y del supremo líder.—Tenía que decirle la verdad a Myrima, porque yo estoy empezando a sentir amor por ella. Endel tenía razón creo que le debí decir la verdad desde el principio, entiéndame que tenía miedo de que si le decía la verdad ella me viera como Axiles, cuando claramente ya no lo soy. — Marshall estaba demasiado serio.

—Créeme que te entiendo porque pase una situación similar con mi mujer, por eso no te he matado.— Sol recordó esos tiempos y sonrió de lado.—pero preguntó cómo mi esposa lo hizo ¿Se te hizo prudente hacerlo el mismo día que vio al asesino de Axiles?— lo miraba mal Marshall.

—Exacto imbecil, me alegra que ya le hayas dicho la verdad. Pero no este día, idiota.— el albino se llevaba las manos al estómago, el imbecil de Abdel no le dejó digerir sus algas con vinagreta dulce. —Y menos después de comer.— como si hubiera cometido la peor imprudencia.

—Lo siento, no pensé en eso, fui imprudente. — era la 20va vez que repetía la frase, tocaron la puerta y llegó el hombre lobo, ya vestido, más tranquilo. —¿Qué pasó? ¿La encontraste? —

—Si Abdel, encontré a mi Luna. La pobrecita estaba en shock, se desmayó en mis brazos.— el arcángel casi pierde la fuerza en las piernas. Marshall lo ayudó a sentarse en el sillón.

—¿Y dónde está? ¡No creo que el lobo sea mago y la haya hecho invisible! — el albino y su sentido del humor, Beck se rio por debajo.

—Ah si, es cierto. Bueno la encontré en un pastizal, muy lejos de la civilización a medio camino se levantó. No tardó mucho en llegar su amigo que si es mago. —Endel asintió, ya más tranquilo.— Dijeron al mismo tiempo "Aplicar plan de escape Z", llegaron al cuarto de ella, se llevaron su ropa.—

—¿Estaban los hijos de Myrima con ellos? Se los había dejado a Anael cuando vine aquí.— preguntó Sol aún angustiada por su hija y nietos. Abdel estaba con el corazón en un hilo, no dejaba de pensar en ella o sus bebés.

—Sip, el mago llegó con los Lunitos, que buenos niños son, tuve la oportunidad de cargar a los dos bebés.— Abdel lo quería matar, pero se contuvo.— Me dijo mi Luna que te iba a mandar un audio.— le explicó a la pelirroja. Ella sacó su celular y vio 3 notas de voz de Myrima, las reprodujo rápidamente.

"Hola ma, perdón no quise asustarte. Necesitaba un momentito a solas, seguramente estás ahí con mi papá, hola pa, estoy bien, aquí estoy con sus nietos. Anael vino por mí, tomaremos unas vacaciones improvisadas que ambos merecemos."

—Yo también quisiera vacaciones improvisadas.— habló Endel haciendo un pequeño puchero, ya estaba más tranquilo.

"Endel sé que estás a lado de mis padres, regresamos en 10 días. Para iniciar lo de las misiones, ya luego te llevo a comer más restaurantes que hacen platillos con algas."

—¡Otra que me salió maga! adivino. Le iba a pedir eso.— explicó el albino, Beck se rio de la actitud del supremo líder, Solanche negó resignada, reprodujo el tercer audio.

"Abelitos, abelitos. Los quiero iré con mami y panino" era Gael claro que todo mundo reconocería la voz del pequeño, una daga se le encajó a Abdel, ella le había prohibido ver a sus hijos "Los quiero abelitos, cuídense" esa otra voz era Akmed "Tranquilos todos, voy a cuidar a la cabezona de mi mejor amiga." era la voz de Anael Lightson que tranquilizó a todo mundo.

Endel levantándose de su silla.—Ven Beck, te voy a llevar a tu manda.— el hombre lobo asintió.

—Están bien, estarán bien.— dijo Marshall más tranquilo besando a su esposa. —Vámonos a casa, mi amor. Fue un largo día para todos.— Solanche asintió. —Abdel ve a descansar, fuiste un imprudente, pero notó que realmente te preocupa mi hija. Así que tranquilo, estoy segura que Myrima te dejará ver a mis nietos, cuando se le pase la impresión.—

—No solo quiero ver a mis hijos, quiero verla a ella también.— Sol lo miro con preocupación y compresión. — necesito descansar, también fue duro para mí esto.— todos se fueron de la oficina del supremo líder.

—¿Te acuerdas mi amor?— preguntaba Solanche aún en brazos de su esposo, ambos estaban descendiendo a la tierra. — me acordé de cuando cierto ángel expulsado del cielo, tomo la forma de un lobo de la manada de mi hermano y sin saber bese a ese ángel.—

—Nunca lo olvidaré, ese beso me dejó marcado, mi pelirroja favorita.— Marshall la besó como si fuera la primera vez que lo hacía.

—Vamos a nuestro departamento en París, quiero recordar esos viejos tiempos.—la sonrisa coqueta de la pelirroja, Marshall cambió de dirección.

—Lo que ordené, el amor de mi vida.— los Meinson demostraban hoy en día, que su amor seguía más estable que nunca, cada día más enamorados.

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