Capitulo 2

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Durante las semanas siguientes, las tutorías continuaron de manera similar. A pesar de sus diferencias, Remus y Severus mantenían una relación profesional. Lupin empezaba a ver mejoras en su desempeño en pociones, y Snape parecía menos despectivo, aunque nunca relajaba su actitud fría y reservada.

Sin embargo, la calma relativa no duró mucho. Un día, después de una de las sesiones de tutoría, Remus salió del aula de pociones para encontrarse con James y Sirius esperándolo en el pasillo, sus caras iluminadas por sonrisas traviesas.

—¿Qué tal tu cita con Snivellus? —preguntó Sirius, usando el apodo despectivo que solían darle a Snape.

Remus frunció el ceño. A pesar de su lealtad a sus amigos, empezaba a sentir una punzada de incomodidad ante sus bromas constantes hacia Severus.

—Vamos, chicos, no es una cita —respondió Remus, tratando de evitar una confrontación—. Solo me está ayudando con pociones.

—Claro, claro —dijo James con una risita burlona—. Ayudándote mucho, ¿verdad?

Sirius asintió exageradamente, con una expresión teatral en el rostro.

—Apuesto a que cada vez que te mira, te sientes como si estuvieras en el paraíso de las pociones.

Remus rodó los ojos, acostumbrado a las bromas de sus amigos pero cada vez más consciente del tono hiriente hacia Severus.

—No es así, chicos. Snape es serio, pero es bueno en lo que hace. Me está ayudando y eso es todo.

James se apoyó contra la pared, cruzando los brazos sobre el pecho.

—¿Y qué tal su grupito de Slytherin? ¿Regulus Black no está por ahí haciendo de las suyas también?

—No he visto a Regulus mucho —respondió Remus—. Está concentrado en sus propios estudios, supongo.

Sirius frunció el ceño.

—Me parece raro. Siempre anda con su hermano o con Snape. Esos dos parecen inseparables últimamente.

Remus sintió un nudo en el estómago. No le gustaba la idea de Regulus y Snape juntos, aunque no podía explicar por qué.

—Bueno, no sé qué harían sin sus mejores amigos —dijo Remus, intentando desviar la conversación—. ¿Ustedes dos tienen algo planeado para esta tarde?

James se encogió de hombros.

—Nada especial. Pensábamos ir a dar una vuelta por el lago después de clases. ¿Te unes?

—Lo siento, chicos. Tengo que repasar unas pociones para la clase de mañana —respondió Remus, sintiéndose aliviado de tener una excusa para alejarse.

—Como quieras, Lupin. No nos perderemos mucho sin ti —dijo Sirius con una sonrisa traviesa.

Remus los dejó con una sacudida de cabeza y se dirigió hacia la sala común de Gryffindor. Mientras subía las escaleras, no pudo evitar pensar en la dinámica entre Severus y Regulus. Eran dos figuras enigmáticas, rodeadas de un aura de misterio y oscuridad que a menudo contrastaba fuertemente con la energía burbujeante y bromista de James y Sirius.

Al llegar a la sala común, encontró a Peter sentado en uno de los sillones, con un libro de hechizos abierto frente a él.

—¡Hey, Remus! ¿Cómo estuvo la tutoría con Snape?

Remus suspiró mientras se dejaba caer en el sillón opuesto.

—Bien, supongo. Snape realmente sabe de pociones. Estoy mejorando gracias a él.

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