Capitulo 8

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Después de aquel día en Hogsmeade, las dinámicas entre Remus, Severus y los Merodeadores tomaron un giro notable. Sirius y James, después de haberse disculpado sinceramente con Severus por las bromas pasadas, encontraron un terreno común para compartir con él. Aunque la confianza se construyó lentamente, el respeto mutuo y los intereses compartidos comenzaron a unirlos en ocasiones durante los descansos entre clases.

Una semana después de su día en Hogsmeade, durante un soleado mediodía en los terrenos de Hogwarts, Remus y Severus se encontraban conversando cerca del Sauce Boxeador. Discutían sobre los desafíos de la última lección de Transformaciones cuando fueron interrumpidos por la llegada ruidosa de Sirius y James, que se acercaban con una pelota de quidditch en las manos.

"¡Miren lo que encontramos en el almacén de material deportivo! ¿Quién está listo para un partido improvisado?" exclamó James, agitando la pelota con entusiasmo.

Severus y Remus intercambiaron miradas divertidas, antes de que Remus respondiera con una sonrisa. "Creo que podríamos hacer un descanso de estudios por un rato. ¿Qué dices, Severus?"

Severus pareció considerarlo por un momento, evaluando la situación con su típica reserva. Sin embargo, el brillo de curiosidad en sus ojos indicaba una leve disposición a participar. "Está bien, jugaré. Pero solo si no rompemos ninguna ventana del castillo."

Sirius soltó una carcajada y lanzó la pelota a James antes de responder. "Prometemos hacer nuestro mejor esfuerzo. Vamos, Severus, prepárate para ver nuestras habilidades en acción."

El partido improvisado se desarrolló con risas y algunas acrobacias audaces por parte de James y Sirius, que ocasionalmente incluían trucos innecesarios que hacían que Severus rodara los ojos y Remus se riera entre dientes. A medida que el juego avanzaba, Severus se relajó gradualmente, dejando de lado su reserva inicial mientras se sumergía en la competencia amistosa.

Después del partido, mientras caminaban de regreso al castillo con los ánimos aún altos, Sirius puso un brazo alrededor de los hombros de Severus de manera amigable. "Oye, Severus, ¿qué te parece si la próxima vez te enseño un truco de quidditch? Podrías sorprender a todos en el campo."

Severus miró a Sirius con una mezcla de incredulidad y curiosidad. "¿Tú, enseñándome algo? Eso sí que sería una novedad."

Sirius rió, despreocupado. "Bueno, quizás no soy el mejor maestro, pero seguro que me divierto intentándolo."

James, a su lado, asintió con entusiasmo. "Y yo puedo enseñarte algunos trucos de magia que podrían mejorar tu técnica en pociones, Severus. Seguro que podemos encontrar una forma de hacer que te gusten un poco más."

Severus pareció considerar la idea por un momento antes de asentir lentamente. "Tal vez podría aceptar algunos consejos."

Remus, observando la interacción entre sus amigos con una sonrisa, se sintió reconfortado por el cambio gradual que había ocurrido entre ellos. Aunque sabía que la amistad entre Severus y los Merodeadores todavía tenía mucho camino por recorrer, verlos interactuar de manera tan abierta y amigable le llenaba de esperanza.

Con el tiempo, esos momentos de camaradería se convirtieron en una parte regular de la rutina diaria en Hogwarts. Durante los descansos entre clases, Severus a veces se unía a los Merodeadores para practicar trucos de quidditch o intercambiar consejos sobre asignaturas. Aunque seguía siendo más reservado que los otros, su participación gradual reflejaba un cambio en su percepción hacia aquellos que una vez fueron solo bromistas insoportables.

Incluso Peter Pettigrew, por su parte, encontró un terreno común con Severus durante una sesión improvisada de juegos de estrategia en la Sala de los Menesteres. Aunque las personalidades de Peter y Severus eran radicalmente diferentes, descubrieron que tenían una afinidad por los desafíos intelectuales que superaba sus diferencias superficiales.

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