Capitulo 1

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El sol se ocultaba tras las colinas, tiñendo el cielo de un rojo intenso que contrastaba con las torres de piedra de Hogwarts. En el aula de pociones, el profesor Slughorn caminaba entre los pupitres, observando con ojo crítico los calderos burbujeantes de sus estudiantes. La clase estaba llena de un denso aroma a hierbas y pociones en proceso, mientras los jóvenes magos y brujas intentaban, con distintos grados de éxito, seguir las instrucciones del día.

Remus Lupin, un chico delgado con el cabello castaño claro y desordenado, fruncía el ceño ante su caldero. A pesar de sus mejores esfuerzos, su poción seguía siendo de un verde insípido en lugar del azul zafiro que indicaba éxito. A su lado, James Potter y Sirius Black compartían una mirada de complicidad antes de lanzar miradas de burla hacia la poción fallida de su amigo.

—Vamos, Remus, no es tan difícil —se burló Sirius, con su habitual tono despreocupado.

—Tal vez si usas más ingrediente de aliento de sapo y menos escamas de dragón, tu poción no explotará esta vez —añadió James con una sonrisa torcida.

Remus suspiró, ignorando los comentarios de sus amigos. Sabía que intentaban animarlo a su manera, pero la frustración de no poder dominar la materia lo estaba consumiendo. Slughorn, notando la dificultad de Remus, se acercó con una expresión pensativa.

—Señor Lupin, parece que las pociones no son su fuerte, ¿eh? —dijo Slughorn, inclinándose sobre el caldero del chico.

Remus asintió con una sonrisa forzada.

—Lo intento, profesor, pero simplemente no se me da.

Slughorn lo observó por un momento antes de chasquear los dedos como si hubiera tenido una epifanía.

—Muy bien, señor Lupin, creo que tengo una solución. —El profesor giró sobre sus talones y escudriñó la clase con su mirada astuta—. Señor Snape, ¿podría venir un momento?

Severus Snape, un chico delgado con cabello negro y grasiento, levantó la cabeza de su caldero, donde su poción burbujeaba con la perfección que siempre parecía alcanzar. Caminó hacia el escritorio del profesor con una expresión seria y un tanto arrogante.

—Señor Lupin, creo que podría beneficiarse de la ayuda de uno de mis mejores estudiantes —dijo Slughorn, mirando significativamente a Severus—. Señor Snape, ¿estaría dispuesto a tutorizar al señor Lupin en sus pociones?

Severus miró a Remus con una mezcla de sorpresa y desdén. No le agradaba la idea de ayudar a uno de los amigos de Potter y Black, quienes no perdían oportunidad para hacerlo sentir miserable. Pero el profesor lo miraba con expectativa, y Severus sabía que rehusarse podría tener consecuencias.

—Sí, profesor —respondió finalmente, aunque su tono carecía de entusiasmo.

Slughorn sonrió ampliamente.

—Excelente. Pueden empezar mañana después de las clases.

Remus sintió una mezcla de alivio y nerviosismo. Agradecía la ayuda, pero trabajar con Severus no iba a ser fácil. Los Merodeadores y Snape tenían una relación tensa, por decir lo menos. Sin embargo, no tenía muchas opciones si quería mejorar.

El día siguiente llegó con la misma rutina de siempre. Los estudiantes se levantaron con el sonido de la campana y se dirigieron a sus respectivas clases. Para Remus Lupin, sin embargo, la jornada tenía un matiz diferente. La perspectiva de ser tutorizado por Severus Snape lo llenaba de una mezcla de ansiedad y expectativa.

Al terminar la última clase del día, Remus se dirigió al aula de pociones, donde habían acordado encontrarse. A su llegada, encontró a Severus ya presente, organizando sus ingredientes con la precisión de un cirujano. Snape no levantó la vista cuando Remus entró, y el silencio en la habitación se volvió palpable.

—Hola, Severus —dijo Remus con una sonrisa nerviosa, tratando de romper el hielo.

Snape levantó la vista brevemente, sus ojos oscuros destellando con una frialdad que hacía eco de su disposición habitual.

—Lupin —respondió, con una inclinación apenas perceptible de su cabeza—. Empecemos. He revisado tus notas y he visto algunas áreas donde cometes errores comunes.

Remus asintió, intentando concentrarse mientras Severus empezaba a hablar. Snape era meticuloso en sus explicaciones, describiendo con detalle cada paso del proceso de preparación de una poción, desde la selección de ingredientes hasta la temperatura exacta a la que debía mantenerse la mezcla. Mientras hablaba, su tono era distante, pero su conocimiento era indiscutiblemente profundo.

—Es importante que entiendas la interacción entre los ingredientes —decía Snape—. Por ejemplo, las escamas de dragón que usaste ayer reaccionan violentamente con el aliento de sapo si no se añade el raíz de asfódelo primero para neutralizar la reacción.

Remus seguía cada palabra, sintiendo un atisbo de esperanza al ver que, por primera vez, estaba empezando a comprender lo que hacía mal. Sin embargo, la atmósfera seguía siendo tensa. La rivalidad entre los Merodeadores y Snape era una sombra constante sobre su interacción.

—Gracias, Severus —dijo Remus al final de la sesión, intentando mostrarse sincero—. Esto realmente me ayuda a entender mejor.

Snape asintió brevemente, sin mostrar ninguna emoción visible.

—No te confíes, Lupin. Esta es solo la teoría. La práctica es otra cosa.

Un tutor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora