Prólogo

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Burning Love — Elvis Presley

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Burning Love — Elvis Presley

Marzo del año 1999. San Francisco, California.

—¡Shhh! Date prisa o alguien nos verá, pedazo de tonto

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—¡Shhh! Date prisa o alguien nos verá, pedazo de tonto.

—¡Mi hermana estaba abajo con su novio, claro que nos vieron!

Todo lo que escuchó fue su risa. Acompañada de un fuerte tirón en la mano que lo sujetaba para ir más rápido, tropezándose poquito cuando subió el rellano de las escaleras. Era descarado, sí, pero se sintió extrañamente feliz. El eco de la música quedándose más lejos mientras subían a su habitación. Lejos de todo el barullo, el olor a cerveza y demasiada gente en un mismo sitio.

A un lugar donde no hubiera ojos, oídos ni chismosos.

Shin no pudo evitar sonreír todavía más amplio cuando encontraron la puerta de su alcoba en el oscuro pasillo y vaya que se apresuró a cerrarla con pestillo. Al fin, al fin.

Cuando giró sobre sus talones, Tapion estaba sólo a unos cuantos centímetros.

—¿Y bien? Ya tenemos privacidad.

—Una cosa más. ¿Tus padres están en casa?

Negó, divertido, antes de prácticamente saltar a sus brazos. Pronto teniendo encima la boca que tanto había esperado durante la tarde, sino es que durante la última semana: boca y cuerpo que no tardaron en responder, haciéndolo trastabillar hasta golpearse contra la puerta cuando aquel pelirrojo demandó control sobre la situación. Como todas las veces.

El amor es una enfermedad y en su caso, Tapion Timaure tenía la cura.

—Feliz cumpleaños número diecinueve, bonito.

Una noche fría a principios de primavera, el último año en la década de los noventa previo al segundo gran milenio, Shin Hendren se rió. Ahora sin aliento.

—Pensé que ya no te acordabas. Ni siquiera creí que vinieras a la fiesta.

Ante eso, el chico de ojos esmeralda se ofendió con arrebatador, casi real dramatismo.

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