Send Me On My Way — Rusted Root
69 días antes de. San Francisco, California.
A diferencia de muchos otros niños, Minki odiaba las vacaciones de verano con el alma.
Sí, tenía ciertas ventajas. No hacer tantas tareas, no usar incómodos uniformes, no ver al grupo de niños bully que siempre solía molestarlo en el recreo por cualquier cosa: no obstante, como todo en la vida, también había unas cuantas cosas malas en medio y no se trataba sólo de ver a sus amigos con menos frecuencia, no.
Nunca hacía nada interesante.
Desde que tenía memoria su rutina era la misma. Su papi trabajaba mucho, por lo que solía ir con él algunas veces, aburriéndose demasiado en el proceso y cuando no, se quedaba con sus tíos, gran parte de las ocasiones en casa de sus abuelos.
Incómodo hasta decir basta.
Era, muy probablemente, el único niño de su curso que nunca tendría historias para contar al regreso de clases y eso lo ponía bastante triste. Triste porque quería ser más interesante para sus amigos, pero también entendía que su padre hacía todo eso para darles sustento y no era capaz de reclamarle nada. De modo que sus mañanas eran ocupadas por lugares aburridos: si acaso una sola vez, una, su papi lo había llevado a la torre Coit.
Ver la ciudad desde tan alto fue fascinante.
Salidas a la plaza, a parques cerca del edificio donde vivían; a puestos de postres pequeños pero ricos, que podían compartir mientras caminaban y charlaban sobre sus propias vivencias aún a pesar de la mayoría ser todas compartidas, hundidos en aquella intimidad propia de un hijo y su progenitor. Así siempre había sido.
Sólo ellos dos.
Ese año, su vida había sufrido muchísimas transformaciones. Gran parte de ellas, manifestadas en la presencia de su otro papá, aquel guapo y alto hombre de ojos verdes, ese cuyas sonrisas encantaban. Cuyos abrazos reconfortaban, cuyas palabras bonitas le derretían cual mantequilla y le llegaban hasta el corazón, que se llenaba de agradable calor al ser depositado en las manos que mejor sabrían cuidarlo.
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Come back to me
Fanfiction-Me rompiste el corazón. -Creo que no hay nada de lo que me arrepienta más que eso. Y quizá, si hubiese estado sólo un poco menos enamorado, nada de lo que sucedió después les habría dolido tanto.