Dueles — Jesse & Joy
Si hubiera una palabra lo suficientemente poderosa para describir la marejada de emociones que estaban encima suyo ahora mismo, Tapion tenía toda la certeza de que seguro estaba emparentada con abrumador.
No, más aún. Algo peor.
Tenía un hijo. Un hijo con el amor de su vida, pero el problema radicaba en que dicho amor de su vida era un hombre... uno que al parecer, escondió demasiados secretos.
¿Debía creerle que Minki realmente era hijo de ambos, a pesar de que la naturaleza dictaba todo lo contrario? Le creía ciegamente. Todo encajaba con esa revelación.
Tenía un hijo. Un hijo de casi siete años, del cual desconocía la existencia y que al parecer, eso era una circunstancia mutua. Pues Minki no había manifestado reconocerlo cuando regresó, ni siquiera saber su nombre desde antes.
¿Shin nunca le había dicho nada?
¿A ninguno de los dos?
Para cuando los doctores les permitieron irse a casa, se había conseguido tragar cada una de las lágrimas derramadas al leer esa carta: a duras penas fue capaz de no salir corriendo hacia aquel nene, intentando no asustarlo a pesar de querer abrazarlo con todas sus fuerzas. De comenzar a devolverle cada uno de esos años que no estuvo presente en su vida, de todas las cosas que se perdió por imbécil, por cobarde y olvidadizo. Deseando llorar más al ver su carita, pero hacerlo a gritos porque, joder.
No lo había visto crecer.
No había visto sus primeros pasos.
No había oído sus primeras palabras. Jamás lo escuchó decirle papá, no estuvo en su primer día de clases, tampoco cambió sus pañales, menos le enseñó a vestirse, arroparlo antes de dormir...
Shin había hecho todo. Había criado al hijo de los dos completamente solo y si tanto dolía ahora saberlo, imaginarlo era todavía peor. Pensarlo tan triste como lo expresaba mediante las cartas, debiendo cuidar de un frágil muñequito recién nacido y aún así, arreglándoselas para lidiar con el mundo. Tener sustento, darle educación, alimento, amor.
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Come back to me
Fanfiction-Me rompiste el corazón. -Creo que no hay nada de lo que me arrepienta más que eso. Y quizá, si hubiese estado sólo un poco menos enamorado, nada de lo que sucedió después les habría dolido tanto.