¿Alguna vez has sentido que eres el protagonista de tu vida pero que te identificas más cómo el espectador? Ves a todos enamorarse, menos a ti. Ves a todos crecer, menos a ti.
El "todo" de todos es lo que tú no tienes.
Ese soy yo. Gulf Wright. Secretario en el bufete de abogados más prestigioso de todos. Creerán que la oficina es del mismo tamaño que el tribunal, pero no. Es del tamaño de una caja de zapatos. ¿Han visto a los hámsteres que corren en ruedas? Eso somos nosotros. Encerrados con un terrible mapache que nos grita,
—¡¿Están terminados los documentos de Hannah Crodford?
—Sí señor. Faltan los de Verdeth Crodford.
—¿Es culpable?
—Uh, aún no se ha sentenciado, señor–
—¡Tú, Gulf!
—¿Sí, señor? — Gulf pregunta, parpadeando cinco veces por segundo pues ha trasnochado haciendo el trabajo de alguien que sigue descansa en casa. Las ojeras rodean sus ojos y rozan sus mejillas.
—¿Organizaste las fechas de eventos de este mes, llamaste a la coordinadora de mañana y tienes novedades del caso actual?
—Todo listo, señor. Lo tengo todo aquí. Espere. — Gulf reúne los papeles que clípeo anoche y los entrega. Acomoda sus anteojos y protege sus palmas dentro de la una a la otra.
—Muy bien, — El jefe inspecciona las primeras páginas y pasa al otro. Hasta verificar tres de cuatro documentos. — buen trabajo, Gulf. De hecho, ¿No se supone que hoy estás libre?
—Es que el supervisor Chávez me pidió un favor–
Chávez aparece al lado del jefe, rodeando sus hombros. —¡Gulf, ey! ¿Hiciste lo que te pedí?
—¡Sí! Uh, aquí está.
—Gracias. Eres bárbaro. ¿Por qué no te vas a descansar? Parece que te vas a desmayar en cualquier momento.
—Uh, ¿sí, verdad? Debería irme. Tengan todos un buen día.
Los pilares asienten, pero los demás no dicen nada. Sólo se les escucha teclear. La orquesta de la oficina son las teclas del teclado. Gulf recoge la maleta del suelo y se va. Al salir afuera se topa con otra compañera del trabajo. Otra supervisora. —¡Oh! Gulf, ¿ya te vas?
«Qué raro. Ella jamás muestra interés por mí. » —Sí. Ya me voy. Que tenga un buen día.
—De hecho, Gulf, ya que vas saliendo. ¿Puedes comprarme un café? Quédate con el cambio. — Ella muestra quince dólares enrollados.
Gulf la mira y comienza a cantar como los pollitos: —¡¿Por qué no lo compraste de camino?! ¿QUE NO VES LO CANSADO QUE ESTOY? No suelo insultar a las mujeres, ¡pero váyase a la m⚘☘✿da! A LAS BAHA ☂ϟ❅ A BUSCAR GRANJEROS DISPUESTOS A–En realidad, Gulf imaginó todo eso. Aún seguía sonriendo frente a esa mujer y ella estaba en perfecto estado. Considerando su puesto y temeroso a las consecuencias, Gulf acepta el dinero. —Claro. Iré ahora mismo. — Tras decir eso, pide el café y espera a que el empleado dicte el nombre. Mientras es el primero en la línea de espera, mira alrededor. Hasta que algo o más bien alguien atrae su atención. Un hombre guapo vestido en polo azúl, pantalones blancos y con el cabello largo. Él hace su orden. Confiado y humilde. Sonríe y Gulf piensa que tiene la sonrisa de un ángel. Esa clase de personas son dignas de admirar. Gulf deseaba tener la misma confianza que ellas. Pero, según él, era un perdedor que se creyó Superman con sólo conseguir trabajo en el bufete. Sólo voló durante dos meses porque, así como en la vida real, hay que andar con los pies en el suelo y la cabeza bajo las nubes. El hombre acepta el cambio entonces forma parte de la fila. «Ya deja de mirarlo, Gulf, te creerán ladrón. Bueno, ¿ladrón de corazones? Eso sería lindo. » Gulf se ríe con sus propios pensamientos hasta notar a un niño disfrazado de ninja, asomarse detrás de un hombre. Mirándolo con sospechas. Gulf aclara la garganta y aparta la mirada. —Aquí está su café, Ariana.
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Un Caballero Rudo» MewGulf 🔞
RomanceGulf Wright es demasiado caritativo y por ello muchos abusan de su generosidad. Especialmente en el trabajo. Nunca tiene el control de nada, tanto de sí mismo como de su entorno. Hasta que un día su amigo lo lleva a un club de sadomasoquismo, dónde...