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Al llegar cerca a una ladera, donde yacía el Clan del Viento, las intrusas se escondieron entre unos arbustos que rodeaba el campamento desde arriba. Tenían suerte de que una patrulla no las haya encontrado.

Estaba anocheciendo. Las estrellas blancas aparecían junto con el Manto de Plata. Deberían tener cuidado porque pronto partiría un grupo de gatos que estarían examinando las fronterizas y podrían captar el olor del Clan del Río. Zarpa de Dálmata respiraba desasosegadamente.

-¡Chist! ¿Cuándo aparecerá este estúpido? - musitó Cola de Rosa con una mueca.

-¿Quién? - inquirió la gatita.

-¿Qué te importa? - siseó Cola de Rosa amargamente.

Zarpa de Dálmata iba a protestar pero Cola de Rosa mostró sus colmillos y supo que debía parar.

Pasó un tiempo y no había ninguna señal de aquel gato que mencionó Cola de Rosa. Al asomarse por las hojas, Zarpa de Dálmata visualizó a varios felinos que escuchaban a la gata del centro. La aprendiza estaba segura que era la lugarteniente mandando a sus guerreros a patrullar. Por lo que veía, la lugarteniente era de un color blanco institucional y de unas características patas negras. Se preguntaba cuál era su nombre.

-Ella es Pálida - maulló levemente su entrenadora, como si hubiera leído la mente de Zarpa de Dálmata.

-Se ve...

-¡Silencio! La patrulla ya viene - murmuró la contraria, tratando de esconderse más.

Zarpa de Dálmata la imitó.

Tres gatos ascendieron; la más pequeña podría ser una aprendiza de aproximadamente lunas, de un pelaje dorado y blanco; los otros dos eran guerreros, uno de ellos era un calicó con unos extraordinarios ojos albinos rojo-azul; la otra felina era de un color canela y pelaje largo.

Afortunadamente, estaban algo distraídos y no detectaron a las rivales. No obstante, ya no podían estar más tiempo allí. Aquel gato que mencionaba Cola de Rosa debía aparecer en este instante, sino iban a terminar hechas picadillo.

-Cola de Rosa, ¿estás ahí? - habló una voz grave.

Un felino gris oscuro se mostró. Mirando de un lado a otro, halló a las hembras provenientes del Clan del Río. Zarpa de Dálmata no saludó y tiró las orejas para atrás. Cola de Rosa dejó escapar un leve bufido y el contrario ladeó la cabeza, dispuesto a escuchar.

-¿Y bien? ¿Qué quieres, Cola de Rosa? - maulló en un tono aburrido y agotado.

-Sígueme.

Tomaron rumbo a la izquierda, evitando la bajada del Clan del Viento. Zarpa de Dálmata estaba furiosa con su mentora por meterla en esto, por meterla en un territorio enemigo. Quería salir de allí e ir directo a su guarida o a compartir lenguas con sus hermanos. ¿Pero qué más podía a hacer? Volvió a recordar como ella, con 3 lunas de edad, quería ser la líder de su clan. ¿Cómo iba a lograrlo, si ahora mismo estaba rompiendo el Código Guerrero?

Inundada en sus pensamientos, no se percató de que ya habían llegado. No había casi nada de árboles en la zona y una peña, un poco más grande que la Peña Mojada, yacía cerca de ellos. Los tres gatos tomaron asiento.

Cola de Rosa comenzó la charla.

-¡Cuánto tiempo, Montaña Nublada! Te extrañe muchísimo.

-¿Tu me extrañaste? -. Enmudeció el dicho. -Cuentame otro chiste, por favor.

-Discúlpame comediante pero nunca fue un chiste - bramó Cola de Rosa.

-Apuesto que ni siquiera esa aprendiza se cree que me extrañaste.

Los Gatos Guerreros: Infancia Arruinada (PAUSADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora