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A la aurora siguiente, gotas de agua caían del cielo nublado y salpicaban por el campamento del Clan del Río. La mañana era gélida; los árboles susurraban con la ayuda del viento que los empujaba. El Sol estaba oculto entre unas nubes grises pero no le impedía que su radiación fuera intensa. Parecía que el ambiente estuviera teñido de un color apagado.

Zarpa de Dálmata adormecía sobre un lecho de musgo en la punta extrema de la guarida de los aprendices. Sus hermanos estaban detrás suyo ronroneando sonoramente.

Una fragancia dulce invadió las fosas nasales de la aprendiza. Reconoció al instante a su madre mientras ella murmuraba:

-Despierten cachorros, deben seguir con su entrenamiento.

Ya algo despierta, Zarpa de Dálmata bostezó y se dio un buen estirón. Un escalofrío recorrió por su cuerpo al tensarse.

-Hace bastante frío, ¿acaso ya entramos en la estación Sin Hojas? - siseó.

Los ojos de Nevasca Atigrada brillaron de la risa.

-No, mi Pequeña Dálmata. Está lloviendo y la brisa es algo fuerte pero para nada se compara con la estación Sin Hojas - repuso la gata.

La joven ratificó las palabras de la guerrera y se acicaló su pelaje blanco y atigrado, quitándose los diminutos restos de briofitas que estaban en su cuerpo. Mientras tanto, los dos aprendices se desadormecian con pocas ganas.

-Quiero seguir durmiendo... - protestó Azabache.

Nevasca Atigrada negó con la cabeza.

-Nada de seguir durmiendo, Azabache.

El gatito oscuro rodó sus ojos y se encogió de hombros.

Entonces, Zarpa de Dálmata recordó que la guerrera había sido nombrada para ir a la Asamblea y, muerta por la intriga, se dispuso a interrogarla.

-¡Mamá, mamá! - la llamó. -¿Cómo fue la Asamblea? ¿Viste a los demás clanes? ¿Todos estaban en paz? ¿Qué estaban diciendo? ¿Qué...?

La adulta chisteó a su hija. Zarpa de Dálmata bajó las orejas.

-Oh, perdón - se disculpó. -¿Cómo fue la Asamblea? - repitió la pregunta.

La mirada de la madre se tornó sombría y penetrante. Estaba fija en algún punto, como si tratara de asimilar lo que habia experimentado. ¿Acaso había pasado algo tan terrible? Zarpa de Dálmata tenía bastantes preguntas sin responder. Empezó a buscar más pistas mediante la expresión de Nevasca Atigrada. Sus hermanos también se mostraban alarmados.

-La paz se rompió entre el Clan del Viento y nosotros.

La aprendiza le dio un vuelco al corazón. Necesitaba tiempo para analizar lo que acababa de decir Nevasca Atigrada: ¿Qué ocurrió con las diferencias que mantenían a los clanes unidos?

-¿Q...Qué quieres decir, mamá? - tartamudeó Zarpa de Zanete, con los ojos como platos.

-Muy bien, les contaré...

La felina comenzó a narrar:

"...Al llegar, nos dimos cuenta que fuimos los últimos en llegar a los Cuatro Árboles. Cada uno fue a hablar con quien sea, en absoluta paz... Bueno, algo así; ya al principio, el Clan del Viento nos miraba con rencor y parecía no querer hablar con el Clan del Río. Era un tanto incómodo, pero aún así ninguna pelea se había proyectado.

El Clan del Trueno habló primero y luego el Clan de la Sombra. Una vez que terminaron, era nuestro turno.

-Es tu turno, Estrella Lluviosa - decía Estrella Moteada, el líder del Clan de la Sombra.

Los Gatos Guerreros: Infancia Arruinada (PAUSADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora