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Zarpa de Dálmata quedó impactada ante la respuesta de Cola de Rosa. Su mentora era hostil con ella, pero nunca se hubiera imaginado que sería capaz de asesinar a un gato.

Tragó saliva y la observó con incredulidad.

-¿P...Por qué? Por favor, dime lo que...

-No pienso caer en tus ruegos. Ni de chiste te creas que te lo contaré - maulló fríamente Cola de Rosa.

El silencio invadió el lugar. Zarpa de Dálmata estuvo a punto de romperlo cuando una hembra corrió hacia ella con una sonrisa: Era su madre.

-¡Mi Pequeña Dálmata! No pude dormir en casi toda la noche pero por fin apareciste. ¿Dónde estabas y por qué llegaste tan tarde? Hasta le pedí al Clan Estelar para que aparecieras - Nevasca Atigrada se situó al lado de su hija.

-Mamá... No hagas tanto drama - masculló. -Solo estuve entrenando con Cola de Rosa.

-¿Tan tarde? - La guerrera atigrada miró a Cola de Rosa, con desconfianza.

La entrenadora le devolvió la mirada ceñuda. Nevasca Atigrada se vio ofendida por el acto de la gata roja y cambió su expresión a una de desdén.

-¿Y me vas a responder, querida? - inquirió desafiante la madre.

-¿Te molesta tanto que entrene a tu hija? - replicó la contraria.

-Me molesta que la sesión de entrenamiento haya terminado en plena noche.

Cola de Rosa puso los ojos en blanco y rodeó sus patas con su cola. Ignorando completamente a su compañera, empezó a acicalarse.

La otra explotó de la rabia.

-¿¡Eres tan cobarde como para responder una simple pregunta!? Oh, claro. Se me había olvidado... Las perras de los Dos Patas son muy débiles - terminó y Zarpa de Dálmata visualizó a su figura materna con sorpresa, pero a la vez negó con la cabeza.

Cola de Rosa se volteó, con una cara de desprecio y furia. La aprendiza sabía perfectamente que esto podría terminar como aquella pelea que tuvo Cola de Rosa con Cola de Ébano, el hermano mayor de la cachorra.

En los ojos de la guerrera roja se contemplaban dos llamas azules, ardiendo. Acto seguido, bufó:

-No hay mejor cosa que verte a ti en donde perteneces... En la basura.

Se agazapó pero, antes de que pudiera dar el primer ataque, Zarpa de Dálmata la detuvo, nuevamente interponiéndose en la pelea.

-¡No! Cola de Rosa, no empieces otra vez... Mamá, por favor lárgate.

Ambas felinas observaron a la cachorra y se mantuvieron calladas.

Sin decir ninguna palabra, Nevasca Atigrada le dio un lametón a su hija y se fue, sacudiendo su cola de un lado a otro. Cola de Rosa se había relajado. No obstante, sin inmutarlo, le lanzó un zarpaso a su alumna con una mirada insensible.

-¿Me harías el gran favor de no meterte en asuntos que no te corresponden? - refunfuñó.

Zarpa de Dálmata le agarró por sorpresa el golpe de su mentora, poniendo los ojos como platos. Afirmó con la cabeza, murmurando:

-S...Sí, lo lamento.

Cola de Rosa iba a decir algo más, pero se le cerró la boca cuando un gato oscuro entró a la guarida, colgando de su boca un par de hierbas.

-¿Qué ocurre aquí? - Alcatraz Oscura caminó hacia su almacenamiento, dejando caer unas flores azules. De inmediato, se volvió hacia su paciente y la atigrada.

Los Gatos Guerreros: Infancia Arruinada (PAUSADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora