┋CAPÍTULO XIV┋

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Ara

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Ara.

14 de abril 2022

—¿Qué más falta, Ara? —Maxwell examina cada rincón de mi antiguo apartamento, que ahora luce tan vacío y enorme.

Es jueves por la tarde, día de cuidado de la piel en lo que respecta al clan, un evento inamovible del que nadie se puede perder, excepto yo, claro, porque nunca lo hice. Sin embargo, tengo a todas las chicas, descontando a la desaparecida Alessa, ayudándome con la mudanza. No sé cómo Ágata lo ha conseguido ni qué les ha dicho, pero cada una de ellas sale de mi habitación con una caja, baja las escaleras como una diva en una pasarela, deja mis pertenencias en la camioneta de la empresa que Maxwell me ha prestado y luego voltean para que Víctor Araujo les dé un minuto de su valioso y prestigiado tiempo.

Tengo que admitir que Víctor tiene un encanto natural; una sola sonrisa o mirada y ya tiene una fila de chicas dispuestas a tatuarse su nombre en el trasero. Y no es una sorpresa para nadie, el muchacho es atractivo y, además, de los pocos millonarios guapos que no resultaron ser patanes de primera.

—Tienes una seria adicción a las compras —se queja Maxwell, arrastrando mi maleta escaleras abajo.

—No, me gusta estar preparada —miento. La verdad es que la mayoría de esa ropa me la regaló Ágata unos minutos antes para que yo no pareciera, ante los ojos de mi futuro marido, como una vagabunda desnuda o algo así fueron sus palabras.

—¿Para el apocalipsis? —me arquea la ceja intentando entrar en el calor de las bromas.

Estamos mejor; anoche no fue lo que esperaba después de la extraña discusión que tuvimos por culpa de su expareja y ahora cuñada, así como de los celos que me terminaron causando sus relaciones del pasado. Pero hoy, tras otro desayuno sorpresa que me preparó, decidimos, de una vez y por todas, ser honestos y hablar claro. Siempre y cuando eso me fuera conveniente, porque a toda cosa evité hablar de Nicolás.

—¿Entonces ahora me crees? —pregunta una vez que termina todo su monólogo sobre el desprecio que comenzó a sentir con el paso del tiempo por Molly y la lástima que le tiene únicamente por el trato que Nicolás le da.

—Sí, ahora veo que no regresarías a sus brazos, ni siquiera si ella se te metiera en la cama —digo, mirando mis manos en señal del miedo que me produce esa idea y del dolor que seguramente sentiría si fuera yo quien los encontrara en esa situación.

—¿Y por qué haría ella eso? —Maxwell luce sorprendido.

—Porque eso fue lo que me confesó tu hermano que harían si yo no me separaba de ti.

—No te estoy siguiendo, Ara. ¿Qué cosas no me estás contando? —Se acomoda más en el sillón, poniéndose justo frente a mí.

—Cuando te fuiste a escalar con Víctor, la mañana del día de nuestro regreso, Molly y yo nos quedamos solas en la sala de la casa y ella comenzó a discutir y lanzar confesiones sobre la relación que ustedes tuvieron en el pasado. No quería seguir escuchando y, para evitar lastimar a una mujer embarazada, estaba por marcharme cuando ella me jaló de la coleta y no pude resistir abofetearla. —Hago una pausa mientras él asiente ante mi narrativa—. Al parecer, tu hermano vio todo porque de inmediato intervino y me pidió bajar al sótano, donde también nos acompañó Jess, para supuestamente mostrarme algo.

Al límite de mi. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora