┋CAPÍTULO XVI┋

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Ara

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Ara.

15 de abril 2022

—No voy a gritar, Ágata, puedo despertarlo. —Susurro acercándome la bocina del celular más a la boca mientras riño con mi amiga por sus quejas de mi forma de hablar en voz baja.

—¡Vamos! ¿Qué va a hacerte si lo despiertas?, ¿amarrarte a la cama? —Su risa se eleva en varios decibelios que siento como si retumbaran por todas las paredes del edificio a pesar de solo provenir de mi diminuto celular.

—No es una mala idea, pero dudo mucho que Maxwell lo haga —digo y de inmediato me arrepiento. No son temas que quiero tocar con Ágata de esta forma.

—¿Problemas en el paraíso, amiga? —La voz de Lesly me toma por sorpresa. Había olvidado por completo que ella también estaba integrada en la llamada.

—No, solo que a esta hora está dormido, seguro.

—Bueno, chica, te dejo entonces con tu novio el dormido. —Lesly corta rápidamente la llamada, lo que nos sorprende tanto a Ágata como a mí.

—¿Y a esa loca qué mosca le picó? —cuestiono, con la puerta del departamento entreabierta, con un pie dentro y el otro fuera, como si estuviera bajo arresto domiciliario y solo eso evitaría que las autoridades vinieran por mí.

—Seguramente está celosa. Yo lo estoy —confiesa mi amiga y luego comienza a reír—. Pero también tengo que cortar, mañana me iré en paseo con Gabe.

—Aún no me cuentas mucho de él —le reclamo.

—Pronto, amiga —dice justo antes de colgar, y yo, al fin, puedo meter todo mi cuerpo.

No sé qué hora es cuando llego al departamento. He hecho horas extras en búsqueda de todo lo ideal para la boda y tratando de que Lesly y Ágata no terminaran emborrachándome y llevándome a un lugar donde, según ellas, vería hombres desnudos y bailando solo para mí, a lo cual me tuve que negar rotundamente, pero lo de tomar sí, no había manera en que rechazara ese ofrecimiento.

Según Lesly, si me decidiera a unirme en su fraternidad de yoga, no tendría ningún gasto, todo estaría cubierto, excepto las salidas nocturnas con amigas; no obstante, sé que de cierta forma no puedo hacerlo. Sin embargo, no espero que Max me mantenga por completo y, ya que con mi antiguo sueldo estaba acostumbrada a mantener un cierto nivel de vida con muchas compras de por medio, necesito de alguna forma conseguir algún tipo de ingreso o trabajo como me sea posible para ayudar con mis propios gastos ahora que ya estamos siendo una pareja normal.

El edificio está en completo silencio y el departamento no es la excepción, aunque sí hay algo inusual en la sala. Mi futuro esposo está durmiendo en el sillón en una posición extraña que se ve bastante dolorosa y con la computadora entre las piernas. Sus labios apetitosos están entreabiertos y un leve ronquido escapa de ellos. Al instante cubro mi boca para ahogar una pequeña risa entre nerviosa y divertida, gracias al efecto del alcohol, que quiere salir debido a la sorpresa que me ha causado su ronquido. No hay rastros de ninguno de sus fieles amigos o Ronda como en la mañana que me fui y todo está absolutamente bien ordenado.

Al límite de mi. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora