Capítulo 21

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Se dice que el diablo reside en los detalles.

Ahora podía percibirlo claramente, cada que sus ojos me devoran con avidez, sus labios dibujan promesas sin hablar, su piel susurra secretos antiguos, su voz melódica acaricia mi alma. Me tenía cautivada, como una mariposa en la luz de la luna, y yo me dejaba seducir, rendida a su poder, deseando ser consumida por él, porque en sus detalles yacía mi perdición. Su presencia era como un imán que me atraía hacia él, despertando en mí un deseo insaciable, una necesidad voraz de estar cerca, de sentir su piel contra la mía. Pero, ¿era solo deseo lo que sentía?

-Luces hermosa - susurró detrás de mí, sus labios rozando suavemente mi cuello, mientras podía verlo reflejado en el espejo frente a mí, sintiéndome diminuta a su lado. Mi vestido de tela negra con destellos azules añadía un toque de elegancia. Los hombros al descubierto aportaban un aire sensual y femenino al diseño, con partes transparentes en la falda y la parte superior que añadían un toque de misterio y sensualidad. Se ajustaba a mi figura a la perfección, realzando mis curvas, era simplemente perfecto - espero no hayas olvidado lo que prometiste.

Fruncí el ceño sin comprender a qué se refería y me giré hacia él.

-¿De qué hablas? - murmuré tímidamente.

-Vaya, estabas tan extasiada que hasta lo olvidaste - dijo él, apartando un mechón de mi hombro descubierto por el vestido - Suplicaste que te tocara, y dijiste que obtendría algo a cambio. Estoy reclamando mi premio.

Quedé en silencio al recordar aquella noche, golpeándome mentalmente por no poder controlarme.

-¿Qué quieres que haga? - pregunté, tratando de mantener la compostura a pesar de la provocativa sonrisa que se dibujaba en sus labios carnosos. Se alejó unos pasos hacia el maletero y sacó una caja de color rosa.

-Hace poco vi esto en una tienda y me recordó a ti - explicó, tendiéndome la caja. Mis manos buscaron instintivamente la tapa y la abrí, revelando un juguete sexual en su interior. Mi mente conectó los puntos de inmediato, comprendiendo su sugerencia implícita - quiero que lo uses esta noche.

-Pero... - Intenté negarme, pero él me interrumpió con determinación.

-Yo te di lo que querías, ahora te toca cumplir a ti - dijo con firmeza. Un leve quejido se escapó de mis labios mientras tomaba la caja entre mis manos, resignándome a seguir sus instrucciones.

Antes de poder dirigirme hacia el baño, su mano se cerró en mi antebrazo, deteniéndome en seco.

-¿A dónde vas? -preguntó, mirándome fijamente. Mi mente se debatía entre la vergüenza y la excitación que se apoderaba de mí.

-Al baño, para ponérmelo -respondí, tratando de explicar mi intención. Sin embargo, él negó con la cabeza y me empujó suavemente, haciéndome caer sobre el sofá.

-Hazlo frente a mí -ordenó con tono autoritario, desafiante. Mis mejillas ardían de vergüenza ante aquella solicitud inesperada.

-¿No estás hablando en serio? - pregunte, mirándolo con incredulidad. Sin embargo, en el fondo de mi ser, una chispa de deseo se encendió, provocando un torbellino de emociones encontradas.

-No hay nada que no hay visto antes - indico con un tono más grave - ahora abre las piernas y métetelo, es una orden.

Asentí con un gesto apenas perceptible, sintiendo cómo mi voluntad se disipaba frente a la creciente excitación que se apoderaba de todo mi ser. Con una leve timidez, me deshice de las paletas que portaba esa noche y las aparté a un lado, mientras sus ojos recorrían cada uno de mis movimientos, sin perder detalle alguno. Abrí mis piernas frente a él, de manera consciente y decidida, mientras una sonrisa torcida adornaba sus labios, revelando su propia excitación ante lo que se estaba gestando.

Infierno De Seducción +18 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora