Capítulo 8.

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El sonido de la música repiqueteaba en todo el lugar, hasta en mis adentros, revolviendo mis sentidos, hundiéndome en la inquietud de mi cuerpo que procuraba frenarme, aunque no había resultados.

Termine de ponerme el vestido, y exhalando un suspiro amargo baje mis ojos para mirar mis manos temblorosas recorrer la tela del vestido verde que tapaba con gran elegancia mi cuerpo. Podía escuchar en la lejanía las voces de todas las personas en el jardín y así logrando que el miedo se instalara en mi pecho, pero por encima de ese sentimiento paladeaba una sensación de calma, extrañamente porque sabía que no estaba sola en esta habitación y que mientras él estuviera aquí nadie podía hacerme nada.

Estaba a punto de ser presentada frente a todos los conocidos de la gran familia Barnes, y esas no eran personas comunes, se caracterizaban por grandes empresarios, inversionistas, e individuos del gobierno, es decir las familias más ricas del país; no sabía si estaba lista para decir tantas mentiras en una sola noche, además estaba segura de todo lo que tendría que aguantar, empezando por comentarios fuera de lugar y expresiones de desagrado.

Trague saliva ya que sentía mi garganta seca y luego tome el pomo de la puerta del baño para salir, mis ojos cayeron inmediatamente en la figura de Enzo frente al espejo, mientras luchaba por atarse la corbata; Hace dos horas había ido por mí a la cafetería para traerme hasta la mansión y poder cambiarme aquí.

-Mierda - gruño, nuevamente desatando el nudo.

-Déjame ayudarte - me acerque a él para tomar la corbata negra en mis manos y empezar a anudarla. Podía sentir sus ojos sobre mi poniéndome aún más nerviosa, ¿acaso tenía alguna cosa extraña en mi rostro o porque siempre mantenía observándome? - tienen muchos conocidos -hable para distraer su atención de mí.

-Estas temblando - aviso, esta vez mirando como mis dedos temblorosos recorrían la corbata.

-Estoy nerviosa-murmure mientras terminaba de arreglar su corbata - ¿tú no te sientes igual?

-No - respondió sin más, con la hostil frialdad que lo caracterizaba - ¿Te arrepientes? - su pregunta me tomo por sorpresa, ¿me arrepentía? Tal vez solo estaba nerviosa, pero arrepentida no, todo tendría recompensa después.

-No- respondí segura, mientras pasaba mis manos por la tela de su camisa arreglando las pequeñas arrugas que se situaban en la parte de sus hombros.

-Serán muy felices juntos - una voz conocida se hizo presente en el lugar, gire mi cabeza encontrándome a la rubia sonriente parada a mitad de la entrada. Enzo dejo salir un largo suspiro mientras se alejaba de mi para buscar el saco de su elegante traje.

-La ceremonia es abajo, Victoria - ella se adentró en la habitación - y no te hagas presente sin tocar antes.

-Lo sé, y por supuesto que toque, pero estaban tan sumergidos en su conversación que no escucharon - tomo las hebras de mi cabello para dejarlas por encima de mis hombros mientras me miraba aun con sus dientes blancos exhibidos - mamá me mando a buscarlos porque se están demorando mucho y los invitados están preguntando por ustedes - ella nos dio la espalda para caminar hacia la entrada de la habitación - también mando a decir que luego de la boda tendrán mucho tiempo para tener sexo, así que despéguense un poco - baje los ojos e incline el semblante ruborizado que tenía.

-Largo de aquí- pude escuchar sus carcajadas desde afuera.

Termine de ponerme los zapatos para salir de la habitación.

-¿Estas lista para ser el centro de atención? - negué ante sus palabras, pues me encontraba bastante nerviosa y eso se podía notar a simple vista- todo se trata de ti esta noche.

Infierno De Seducción +18 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora