Capítulo 22.

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El hombre pasó a mi lado y me quedé mirándolo con curiosidad y confusión. ¿Qué le sucedía en ese momento? ¿Por qué decía cosas como esas?

-¿A dónde vas? - Enzo se acercó a mí y su voz me sacó de mis pensamientos.

-Al baño - explique; Sin embargo, su negativa y el hecho de que me sostuviera del brazo mientras el juguete vibraba dentro de mí provocaron una oleada de sensaciones en mi cuerpo - por favor.

-Y si no quiero- Mis uñas se clavaban en su brazo mientras luchaba por mantenerme en pie. Las piernas me temblaban y sentía que me era imposible resistir un segundo más. Cada vibración del juguete me hacía soltar un suspiro o un gemido, aunque me esforzaba por contenerlos.

-Por favor - volvía a pedir. En medio de mi desesperación, Enzo parecía disfrutar de mi tortura. Sus ojos brillaban con una intensidad que me desconcertaba, y su sonrisa maliciosa me indicaba que él estaba disfrutando de mi sumisión. Era como un niño con un juguete nuevo y él se regodeaba en ello. A pesar de mi lucha interna, sabía que estaba cediendo ante él, ante la sensación de placer y dolor que me invadía. Enzo era el dueño de aquella situación, y yo su marioneta que se retorcía y se entregaba a sus caprichos.

-Señor Askel, Caruso lo está esperando - en ese momento el juguete se detuvo y yo solté todo el aire contenido, ahora era el temor se apoderaba de mí mientras prestaba atención a las palabras del hombre frente a nosotros. Saber que Caruso estaba esperándonos aumentaba mi ansiedad, pero al mismo tiempo confiaba en Enzo para mantenerme a salvo.

Su gesto de asentimiento y la extensión de su brazo hacia mí me llenaron de un sentimiento de protección. Cerré los ojos un momento y sentí cómo todo a mi alrededor parecía detenerse. Respiré profundamente, tratando de controlar mis nervios, pero el miedo seguía latente en mi pecho. Enzo me atrajo hacia él con firmeza, envolviéndome en su seguridad. Su presencia me reconfortaba, haciéndome sentir que todo estaría bien, a pesar del peligro que enfrentábamos. En ese momento, comprendí que con Enzo a mi lado, nada podía tocarme. Él estaba en la cima de la jerarquía en ese lugar.

Nos adentramos por un pasillo con poca luz, el silencio sepulcral se rompía solo por los pasos de Enzo, míos y los hombres que nos seguían detrás nuestro mientras seguíamos al hombre frente a nosotras, luego nos detuvimos en una puerta la cual fue abierta dándonos el paso, ahí se encontraba un hombre aparentemente de unos cincuenta años rodeado de hombres con armas. Caruso era un hombre de negocios menos conocido, pero peligroso en el mundo de la mafia.

-Bienvenidos - dijo el hombre levantándose del sofá negro de la habitación y extendiendo la mano hacia nosotros. Sentí el peligro en el aire y la desconfianza entre todos los presentes - un gusto al fin tenerlo frente a mi señor Askel.

Su mirada se posó en mí y me invadió un nerviosismo incontrolable.

-¿Y quién es la señorita? - preguntó, dirigiendo su mano hacia mí. Apreté la suya con aparente seguridad y me presenté como Lilith. Una sonrisa de lado se dibujó en su rostro al pronunciar mi nombren- Lilith - murmuró para sí mismo- símbolo de tentación y desobediencia.

-Es mi esposa- Enzo intervino, explicando quien era. Al escuchar esto, Caruso soltó mi mano bruscamente. Nos indicaron que nos sentáramos en el sofá y nos enfrentamos directamente al hombre. Decidí no mostrar debilidad, así que me crucé de brazos y clavé mi mirada en él, tratando de intimidarlo.

-Dime, Askel - continuó Caruso, rompiendo el tenso silencio - ¿Estás seguro de que podemos confiar el uno en el otro en este trato? No quiero sorpresas desagradables más adelante - La incertidumbre y la desconfianza se podían sentir en el ambiente, creando una atmósfera cargada de peligro.

Infierno De Seducción +18 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora