Infierno De Seducción +18 ©

Capítulo 17

El aire fresco de la noche nos rodeaba, colándose por la ventana, causando algún alivio; las luces de los autos alumbraban la larga y ancha carretera y mis ojos podían observar como sus manos se posaban sobre el volante, como sus ojos se perdían entre el camino, y los arboles abrazaban nuestra presencia. El mundo parecía, por un instante más tranquilo, se percibía suave y majestuoso.

Por las bocinas del auto se escuchaba una dulce y lenta melodía, mientras yo sostenía entre mis manos una cartera negra que contrastaba con el rojo del vestido, un rojo oscuro, ardiente e intenso, el mismo color que adornaba mis labios, mientras sentía el aire colarse entre mis piernas y hacer temblar mi carne, él lo sabía, sabia lo mucho que me excitaba estar así, que el supiese que no llevaba ropa interior, podía notar en su mirada, en su semblante, en su expresión cuanto lo disfrutaba.

-¿Es alguna fantasía tuya que vean expuesta? - de inmediato sus ojos fueron clavados en mí.

- Puedo llegar a ser muy posesivo, Aura, pero mientras mayor sea el deseo que provocas en los demás, más te encuentro irresistible y seductora. El fervor con el que te desean solo aumenta mi admiración por ti, y el sufrimiento que causas en ellos solo aviva mi pasión por ti - murmuro y volvió a fijar sus ojos en la carretera; en mi pecho una extraña sensación se posó, era encantadora, y no atreviéndome a decir nada en contra de esto, solo di mi asentimiento con una sonrisa mientras me dedicaba a perderme en la extendida carretera - acaso no pudiste notar la reacción que tuvo aquel hombre mientras estabas gimiendo sobre mis piernas, expuesta y sin que él pudiese acercarse.

Confeso, en medio de una sonrisa, donde podía observar como el goce intensificaba.

- Es excitante - susurro sin dejar de observar la carretera mientras una pequeña sonrisa cómplice se asomó en mis labios al recuerdo de esta mañana, y que luego repuse bajando los ojos.

Luego de algunos minutos finalmente nos encontramos frente a la entrada de la enorme casa de los señores Barnes, Enzo sostuvo mi mano una vez que las puertas fueron abiertas frente a nosotros dándonos la entrada, una de las empleadas nos mostró el camino hacia el enrome comedor lleno de esplendidas comidas y los rostros alegres de la familia Barnes.

- Bienvenidos - Victoria fue la primera en hablar.

- Hola, señores Barnes, un placer volver a verlos - salude, mientras Robert me extendía la mano y Lucia me ofrecía un largo abrazo. Caminamos hacia las dos sillas vacías en el comedor y tomamos asiento en estas.

- Gracias por venir- ella nos dio una larga sonrisa, con la felicidad vibrante en sus ojos.

- Espero disfruten mucho la cena- sonreí ante lo dicho mientras varios empleados servían la comida en nuestros platos, les agradecí ante la acción y luego me dispuse a degustar los deliciosos manjares.

Mis ojos no dejaban de recorrer cada uno de los espacios que nos rodeaban, era hermosa y enorme aquella mansión, pero lo que más llamaba mi atención eran los marcos enormes con fotos de la familia que colgaban en las paredes, notando en cada uno de ellos como Enzo parecía tan infeliz y cansado, ¿Cómo un niño a esa edad podía lucir así? Parecía solo un fantasma alrededor de los demás miembros de la familia en aquella foto. Entonces algo más llamo mi atención, un niño a su lado, con el mismo traje negro que vestía Enzo, en su rostro se encontraba una brillante sonrisa, pero parecía tan diferente a los otros, nada en su rostro coincidía con Enzo y tampoco con los demás.

Había escuchado en el pueblo, que la familia Barnes tenía otro hijo; sin embargo, este nunca apareció junto a ellos en ninguna noticia, foto o fiesta que realizaran, era como un simple rumor que se habían inventado, la gente que había vivido más tiempo en el pueblo parecía recordarlo, pero para los más jóvenes no existía; pues se decía que este nunca salía de la mansión, y cuando cumplió la mayoría de edad se marchó del pueblo.